Cynthia pensaba que era necesario contarles el hecho de que habían cambiado de nombre.
Pensó en la forma de contárselos antes de pronunciar:
—Nuestro país tiene una historia de 5.000 años. Se puede decir que tiene una larga historia. Desde siempre ha existido la tradición de que los hijos tienen que tomar el apellido del padre. No me ha dado tiempo de contaros antes que vuestro padre y yo hemos cambiado vuestro apellido.
Álex la miró mientras masticaba la comida, luego tragó y dijo.
—¿Esto es lo que quieres decirnos?
Cynthia asintió. Como su actitud era como si ya lo supiera, preguntó:
—¿Ya lo sabías?
«Si nadie lo sabe, ¿cómo se ha enterado?».
Álex tomó otro bizcocho.
—No lo sabía, pero sé que tarde o temprano nos cambiaríais el apellido. Todo el mundo toma el apellido de su padre. Me he dado cuenta de eso hace mucho. Bueno, ahora no seremos las excepciones. La gente tampoco pensará que vivimos en una familia matriarcal.
Cynthia:
—...
«¿Por qué sabe tanto? ¿Sabe lo que es una familia matriarcal?».
Alessia, que había estado comiendo en silencio, parpadeó y preguntó con curiosidad cuando escuchó lo que decía su hermano:
—¿Qué significa una familia matriarcal?
Álex respondió seriamente sin necesidad de pensar:
—Por general, se considera más común que los hombres actúen del rol con autoridad en una familia, pero en una familia matriarcal las mujeres son los que ejercen el poder.
Alessia estaba confundida, «¿De qué está hablando? ¿Qué mujeres? ¿Qué poder?». Ella negó con la cabeza, se dio por vencida, no podía entender eso, solo preguntó:
—¿Eso quiere decir que ya no nos apellidamos Flores?
—Exacto.
Álex levantó la barbilla y le pidió que le preguntara a Cynthia.
—Pregunta a mamá.
Cynthia miró a su hijo con una expresión divertida, «¿De dónde ha aprendido esto?».
—Mamá, ahora tomamos el apellido de papá, ¿verdad?
La niña hablaba con comida en la boca.
Cynthia tocó la cabeza de su hija y dijo seriamente:
—Sí, ahora tu apellido es Paramés. Tu nombre también tiene un pequeño cambio. Ahora te llamas Calessia Paramés y tu hermano se llama Calex Paramés. Cuando os tengáis que presentaros tenéis que decir este nombre, ¿de acuerdo?
—Pero tú todavía nos llamas por el nombre de antes.
Dijo la niña racionalmente.
Cynthia suspiró. Esta niña realmente había cambiado. Solía ser una ignorante que solo pensaba en la comida. Ahora se había vuelto bastante elocuente.
Aunque a veces seguía siendo ignorante, era mucho más astuta que en el pasado.
Ella miró a su hijo, «¿Será porque siempre está con Álex? ¿Por eso se le parece cada vez más?».
—Es que os he llamado por el nombre de antes durante cinco años, me cuesta cambiarlo. Pero prometo que me adaptaré a vuestro nuevo nombre lo antes posible.
Le dijo solemnemente a su hija.
La niña tomó unos sorbos de leche para tragarse la comida.
—Entonces, ¿cómo me llamarás a partir de ahora? ¿Calessia? ¿Calessita?
Comentó con seriedad:
—No suena tan bien como antes.
—Come. Ya te sonará bien con el tiempo. Las que se llaman Fulanita tampoco se han quejado.
La pequeña casi escupió la leche que tenía en la boca, abrió los ojos increíblemente para mirar a Cynthia.
—¿Qué padres tan irresponsables le han puesto ese nombre?
—Todos los padres aman a sus hijos. Pero la gente del pasado piensa que los nombres más casuales pueden darles una vida fácil.
Cynthia le explicó pacientemente a su hija, para hacerle saber que en este mundo no existían padres que no amaran a sus hijos, la única diferencia era que cada uno expresaba el amor a su manera.
Después del desayuno, Cynthia se preparó para dejar el hotel. Como no tenían equipaje, no necesitaban empacar nada. Cuando llegó, solo trajo una chaqueta más un bolso con efectivo y tarjetas. El dinero era imprescindible en cualquier lugar, sobretodo con los niños a su lado. Aparte de eso también llevaba el documento que le dejó Fernanda.
Con el pasar del tiempo Álex se parecía cada vez más a Alain. Cuando fruncían el ceño eran igualitos. Cynthia acarició suavemente el rostro de su hijo. Estaba recordando a otra persona a través de ese rostro.
Una leve melancolía surgió el fondo de su corazón.
—Hemos llegado.
Cuando los pensamientos de Cynthia estaban en su mundo, el taxista aparcó el coche frente a un edificio conectado y le dijo:
—El Grupo JK está aquí.
Cynthia recuperó el conocimiento, sacó el dinero de su billetera para entregárselo al taxista, luego empujó la puerta para bajar con los niños.
De pie al costado de la carretera, se podía ver claramente todo el edificio. La razón por la que se decía que era un edificio conectado era porque había un puente de vidrio entre los dos edificios, este puente conectaba los dos edificios.
Entre las cimas de los dos edificios, había una enorme valla publicitaria que parecía estar colgada sobre el aire. Las palabras «Grupo JK» estaban magníficamente escritas en ella.
Respiró hondo antes de entrar con los niños. Los niños miraron a su alrededor, como estaban en un lugar extraño instintivamente hicieron eso.
Los tres cruzaron el pasillo para llegar a la recepción. La recepcionista los recibió calurosamente.
—¿Le puedo ayudar?
—Busco a una persona que se llama Elijah De Buen.
La recepcionista se sorprendió por un momento, no esperaba que llamara directamente al nombre completo del presidente Elijah, por lo que no pudo evitar mirarla más y preguntó:
—¿Tiene una cita?
Cynthia negó con la cabeza.
—No.
—Lo siento, no puedo dejarle pasar.
La recepcionista le sonrió profesionalmente.
—Entonces, ¿puede decirme si este tal Elijah está aquí?
Cynthia preguntó de nuevo.
Quería saber si existía ese tal Elijah.
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