¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 743

Su aparición fue tan repentina y tan silenciosa, le asustó mucho a Luciana que toda la ropa en su mano cayó al suelo.

Se paró desnuda frente a Mauricio, pasaron unos segundos antes de que pudiera darse cuenta de eso, recogió su ropa en el suelo para ocultar su cuerpo.

Se puso tan nerviosa que balbuceó, –¿Por qué regresaste?

Él dijo, –Aquí es mi casa.

Cuando llegó a casa, encontró que toda su casa estaba muy limpia y ordenada, no entendió qué había pasado, en ese momento, escuchó algún ruido en el cuarto, vino aquí, y se encontró con ella.

–Tú... ¿Nada has visto, cierto? –ella le preguntó con ilusión.

Mauricio le mintió para cambiar la atmósfera embarazada, –No.

Ella bajó su cabeza, –¿Puedo darme un baño aquí?

Fue Mauricio quien le había dado la llave, diciéndole que si a ella le parecería que hacía mucho ruido en la residencia escolar, podría venir a su lugar, porque rara vez él regresaba a casa durante el día, y aquí era más tranquila.

Esta vez fue la segunda vez que ella vino a la casa de Mauricio después de irse de la villa y comenzar a vivir en la residencia escolar. Antes de que ella fuera a la residencia, él la había llevado aquí una vez para que ella pudiera conocer la ubicación exacta, porque él tenía miedo de que ella no pudiera encontrar este lugar en el futuro.

Él dijo, –Claro que sí.

Ella bajó su cabeza, y se fue al baño.

Cerró la puerta del baño, su corazón latió muy rápidamente, como si pudiera saltar de su pecho, sus mejillas estaban ardiendo.

Al pensar en la imagen en que ella le mostró su cuerpo desnudo a él, se cubrió su cara con timidez.

Mauricio se sentó en el sofá, sentía mucha sed. Después de beber el medio vaso de agua que estaba en la mesa, aún sentía mucha sed. Él sentía como si estuviera cerca del fuego, tan caliente y seco.

Se levantó, fue a la cocina, abrió el refrigerador, descubrió que estaba llena de cosas, había huevos, tomates, carne, papas, zanahorias, pan, leche, también había muchas frutas, uvas, sandía.

Sacó una botella de agua mineral helada, la abrió, bebió la mitad de una sola vez con varios movimientos de nuez de la garganta. Finalmente, se calmó.

Cerró la puerta del refrigerador con cuidado y miró alrededor de la habitación, el balcón estaba lleno de cosas que ella había puesto para secar.

Aunque la ubicación de los muebles no se había movido, solo agregó algunos pequeños artilugios para darle una sensación cálida a la casa que era gélida anteriormente.

Vivía solo mucho tiempo en esta ciudad, y anhelaba el ambiente caluroso de una familia en su corazón.

Cuando una persona llevaba mucho tiempo solo, siempre quería que alguien le acompañara.

Fue a la sala de estar, puso la botella de agua que sobró en la mesa.

El agua helada le había ayudado a quitar el calor en su sangre.

Después de un rato, sonó la puerta del baño.

Luciana vestía una camiseta de Mauricio que él no tenía muchas prendas como esta. Mauricio era alto y su ropa era grande. Luciana podía cubrirse los muslos con esta camiseta sola.

Se paró en la sala de estar, –¿Has cenado?

Mauricio dijo, –Todavía no.

Planeaba pedir comida a domicilio.

Ella sonrió, –Bueno. Espera un ratito, voy a cocinar algo.

Después de hablar, se volvió y caminó hacia la cocina.

Sacó unas patatas del compartimento de conservación de alimentos que estaba encima del refrigerador y sacó la carne del compartimento del congelador de abajo, quería hacer un estofado de carne con patatas.

Mauricio se sentó en el sofá, mirando a ella que estaba ocupada en la cocina, su cuerpo se relajó lentamente y toda su espalda se reclinó en el sofá.

Disfrutaba del momento tan tranquilo como ahora.

Antes, si no hubiera comido afuera, ya habría pedido comida a domicilio en este momento.

Pasó aproximadamente una hora, ella ya tenía la comida lista, hizo la mesa, lo llamó, –Por favor, ven a comer.

Preparó dos paltos, y sirvió dos cuencos de arroz.

–Prueba, es la primera vez que hice este plato –ella le sirvió un pedazo de carne en su plato.

Mauricio la comió. Ella había guisado la carne 40 minutos, ahora la carne estaba muy tierna, además estaba muy sabrosa y deliciosa.

–Está riquísima –dijo él, y le sirvió un pedazo de carne en el plato de ella–, come tú también.

Ella le hizo mimos, diciendo, –Ayúdame a comer.

Él recogió la carne que le había puesto en su plato, ella abrió su boca, él le mandó la carne en su boca, le preguntó, –Rica, ¿no?

Ella estaba preparando ravioli.

El relleno era carne con apio. Hoy no tenía clase. Por la mañana, había estudiado con sus compañeros de clase. Por la tarde, volvió a su casa. Ahora aquí era su casa.

Ella vio que él volvió, dijo con una sonrisa, –Volviste.

Él asintió con su cabeza, le preguntó, –¿No tienes clase hoy?

Ella le dijo, –No. Por la mañana, fui a estudiar con mis compañeros. No tengo ninguna clase por la tarde, por eso, volví a casa. Me acordé de las cosas que puse en el refrigerador la última vez, quería hacer ravioli, y luego los congelaré en el refrigerador. Así que cuando no esté yo, puedes comer ravioli.

Mientras hablaba, vio las manchas de grasa en su ropa, se puso de pie, se lavó sus manos en el fregadero, fue al cuarto para buscar ropa limpia.

Fue ella quien había ordenado la casa, por eso, ella sabía dónde estaba la ropa de Mauricio.

Le entregó la ropa y le preguntó, –¿Cómo ensuciaste tu ropa?

Él dijo, –Lo hice sin querer.

Agarró la ropa e iba a entrar al cuarto para cambiarse. Ella lo miró y dijo, –¿Así me evitas?

Sin esperar que él hablara, volvió a decir, –Ahora ya hemos legalizado nuestra relación.

Mauricio frunció los labios, no solo necesitaba cambiar su camisa, sino también necesitaba cambiar sus pantalones. No era que evitara a ella deliberadamente, pero sentía que sería avergonzado hacer que ella mirara su cuerpo.

–¿Qué pasa? ¿Tienes una fea figura de cuerpo? Te veo que la figura de tu cuerpo es bastante buena. A mí me gustan los musculosos, ¿eres así? –ella le preguntó riéndose.

Obviamente, él era musculoso.

–No te creo, desnúdate y muéstrame –ella tiró de su ropa, parecía que quisiera molestarlo–. Voy a abrir tu ropa.

Mauricio la agarró por la cintura abruptamente y la tuvo en sus brazos. El cuerpo de Luciana estaba cerca de él. Los dos cuerpos calientes se estaban volviendo cada vez más calientes.

Él dijo en voz baja, –Luciana, si siempre te portas así, no podré controlarme.

Ella levantó la cabeza, vio que aparentemente él quería hacer el amor con ella, pero estaba tratando de controlar, dijo, –Estoy dispuesta.

Él la abrazó más fuertemente, besó su frente, –Aún eres muy joven.

Todavía ella no se había graduado de la universidad, si ella quedara embarazada, ¿qué haría con sus estudios? Mauricio pensaba mucho, pero la mayoría de que él pensaba era por Luciana.

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