Julieta Mendoza: "¡Para! ¿En qué época estás viviendo que todavía juegas ese viejo truco de comprometer a los niños antes de que nazcan? ¿Me has preguntado mi opinión? Además, hace tres años Jaime Mora prometió romper nuestro compromiso, ¡no tengo nada que ver con él ahora!".
"¡Te pregunté en su momento y tú estuviste de acuerdo!". Dijo el viejo con gran dignidad.
"¿Qué?". Julieta se quedó sin palabras: "No había nacido entonces, ¿cómo pude estar de acuerdo? ¿En qué momento?".
Al oír esto, el viejo se sonrió: "En ese momento, le di unos golpecitos a la barriga de tu madre y pregunté, 'bebé, si estás de acuerdo en casarte con el hijo de la familia Mora, quédate quieto; si no estás de acuerdo, patea la barriga de mamá'. No tuviste ninguna reacción, ¿eso no significa que estabas de acuerdo?".
"¿Cómo puedes ser tan descarado?", Julieta no podía soportar a ese hombre, no entendía cómo su madre se había enamorado de él.
"Bueno, Julie, no te estoy tomando el pelo. Papá no te obligará a casarte con alguien que no te gusta. Solo quiero que vayas a verlo. Después de todo, la familia Mora ha sido buena contigo, ¿verdad?". El anciano terminó de hablar y se volvió hacia Julieta: "Julie, papá nunca entendió por qué te disgusta tanto el hijo de la familia Mora. ¿No es Jaime mucho mejor que ese problemático de la familia Roldán?".
"Papá, nunca entenderás cómo me siento". Julieta abrazó el brazo del viejo. Pensando en algunas cosas del pasado, cambió de opinión: "Iré a verlo mañana".
"Bien, Julie, papá agradecerá a la familia Mora en tu nombre". El anciano acarició suavemente el cabello de Julieta, su mirada llena de amor: "¿Cómo te va en el mundo del espectáculo? ¿Quieres volver a casa y hacerte cargo del negocio familiar?".
"Gracias, pero no, ¡estoy bien! Super feliz, no estoy interesada en tu negocio en lo más mínimo!". Julieta entró en la casa con altanería.
El viejo se rascó la nariz, suspirando profundamente. ¿De qué servía tener tantos hijos? ¡Ni uno solo quería hacerse cargo del negocio familiar cuando más lo necesitaba!
"Ya sabía que no podías ayudarme. Encontraré la manera de contactarla yo mismo". Bruno colgó el teléfono, bajó la vista hacia Joan y se agachó para decir: "Joan, ¿quieres ver a Julieta?".
Joan asintió.
Bruno sonrió ligeramente: "Probablemente esté durmiendo ahora, nosotros también vamos a dormir, y cuando nos despertemos, iremos a verla".
"Bien". Joan se emocionó pensando en que pronto vería a Julieta, incluso saltó de emoción, su adorable comportamiento era simplemente encantador.
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