( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 2

Hoy estoy cumpliendo dieciocho años. Soy mayor de edad para trabajar, pero aún no tengo edad para llegar después del toque de queda que me ha impuesto mi madre.

Espejito, espejito ¿dime qué es lo que ves ?. Me río a ver mi reflejo. Detallo un poco mi desnudez.

Mis piernas siguen siendo cortas. Mi trasero aún demasiado gordo, mi cintura pequeña con el vientre plano, mis pechos siguen siendo pequeños y me sexo extraño, bueno ni tan extraño, simplemente depilado.

Lo acaricio la verdad es que se siente más gordito y suavecito me gusta cada vez que toco mis labios vaginales se me eriza la piel. Se siente muy bien.

Quiero celebrarlo en grande, pero típico de mi familia no tenemos dinero, pero no me importa tendré la celebración que quiero.

Me pongo una tanga por primera vez y de color salmón ya no puedo estar usando las de color rosada de mis vestidos sencillo de finos tiros de color amarillo y sin sujetador porque no me hace falta. Al bajar por las escaleras mi madre me observa y mientras una lágrima rueda por su rostro.

- Hoy cumples dieciocho años y no tengo nada que regalarte.

Me acerco y la beso dulcemente esta mujer vale oro.

- El mejor regalo es que seas mi mami - la abrazo carbonatado.

- Ahora debes ser más cuidadosa con los chicos, Verónica. No eres ya una niña. Aunque para mi siempre lo serás.

- Esta bien mamita, no te preocupes por nada. La señora Mary quiere que la ayude.

Su madre ladeó la cabeza.

- Vero, no me gusta esa mujer. Tanto ella como su prima son un tanto extrañas, aunque siempre veo esa casa llenas de chicas que al parecer son sobrinas de ellas o algo así.

- Ay mamita. Estás preocupándote de más. Solo iré ahí para ayudar con los quehaceres de la casa - miró a su madre - ya sabes que ese dinero nos cae bien.

Sin decir más palabras fue corriendo a casa de la señora Mary quien vivía a cuatro cuadras de su casa. Llegó a los pocos minutos. Tocó el timbre como siempre.

Todos por el barrio le tenían un poco de recelo a la señora Mary, porque era una de las casas más hermosas que estaban. También ella y su prima Rebeca eran hermosas y las dos sobrinas que siempre se quedaban con ellas todos los fines de semana ni hablar.

- Buen día, cariño - la voz de la señora Mary era afectuosa.

- Hola señora Mary.

- Pasa, no te quedes en la puerta.

La boca casi se me cae al piso era una casa lujosa y moderna por dentro, las paredes pintadas de blanco, a juego con las cortinas, hacían que resaltaran los muebles de color negro y el acero de las mesas.

Los cuadros, hasta las plantas era todo como sacado de las revista que siempre leía. Algún día, juré. Tendré algo como esto y más.

La voz de la señora Mary, me sacó de mis pensamientos. Con su mano en mi espalda me guió a la sala, me invitó a que me sentara.

- Estás muy bonita hoy – me dijo mirándome como si antes no lo hubiera hecho.

Me sonrojé un poco

- Es mi cumpleaños.

La cara que puso fue de sorpresa.

- Oh cariño, felicitaciones – me abrazó y me gustó porque se sentía sincero - ¿cuántos años estás cumpliendo?.

- Dieciocho – me jaló de nuevo a sus brazos.

- Felicitaciones – me dijo de nuevo, pero esta vez, dándome un beso – solo se cumplen una sola vez.

Me eché a reír como tonta.

- Es cierto – asentí.

- No creo que quieras hacer el trabajo hoy que es un día de celebración para ti.

- Tengo que hacerlo – me encogí de hombros – necesito el dinero.

La señora Mary se le afligió el rostro. Automáticamente mi mano fue hasta su mejilla y la acaricié, ella cerró los ojos al sentir mi contacto.

- No se preocupe, con tal de tener algo para ir al cine me vendrá bien.

- De acuerdo – se levantó – hoy solo harás poca cosa – me dijo – lavarás la ropa. Será sencillo.

- Usted me dijo que solo me iba a necesitar una vez a la semana.

- Ahm. Veré que puedo hacer para darte más días.

Dí saltitos de alegría y volví a abrazarle, pero esta vez, cuando sintió mi contacto se puso tensa.

Fuimos hasta el área del lavadero. Solo era unas cuantas sábanas, toallas, unas pocas prendas de ropa interior, que cuando las puse en mi mano me di cuenta que eran de la más fina lencería por tanto era muy cara.

La señora Mary estaba en la cocina, preparando el almuerzo de vez en cuando se acercaba al lavadero y me preguntaba si no necesitaba nada.

Era muy amable y de verdad era una mujer hermosa apenas estaba comenzando los cuarenta.

Ya casi estaba terminando cuando entró de nuevo al lavadero.

- Verónica – me dijo – ven a almorzar.

Pensé que me daría el plato y comería ahí mismo, pero me sorprendió que estaba mi plato servido en la mesa de la cocina.

-No es mucho cariño – se echó a reír – es solo bistec, arroz, ensalada y otras cositas más.

- Woa gracias – me senté en la mesa y me extrañó que lo hiciera conmigo – todo se ve muy rico.

- Eres un encanto. Generalmente como sola – hizo gesto triste, realmente no me gusta.

-Oh que mal.

Comenzamos a comer y lo hicimos hablando, bueno, en realidad ella preguntando cosas de mi. Como de donde era mi familia, mis padres, si estudiaba que más hacía. Le conteste todo y ahora ella sabía que había faltado a clases ese día. Estaba en mi último año de bachillerato.

- ¿Ya has terminado con la ropa?.

- No. Me faltan unas cuantas piezas y lo haré.

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