Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 42

Mi mundo daba vueltas, mi cabeza quería explotar y el miedo se apoderaba de mi ser. Cada instante viendo esas facciones solo acrecentaba la rabia, la furia, la sorpresa y el odio que ya le tenía. Mis manos empezaban a temblar y de mi interior salió un gemido de incredulidad, no era posible.

—Hola mi amorcito —saludó con ironía y esbozando una sonrisa para nada agradable al mirarme. Poco a poco sus labios se fueron ensanchando hasta que estuvieron extendidos por completo y en lugar de detenerse, siguió a paso lento, cada vez aproximándose más y cuando estuvo cerca, depositó los platos en la mesa, luego me miró con lujuria e intentó tocar mi rostro, pero pude ser más rápida y me alejé antes de que lo hiciera—. Qué gusto verte.

Jamás pensé llegar a odiarlo tanto. Con la misma intensidad que por tantos años lo amé, sentía el desprecio correr por mi sangre.

Alex fue el primero en reaccionar y se levantó de la silla de inmediato. Ante mi mirada aterrorizada se plantó cara a cara contra James y logrando que quitara su vista de encima de mí.

—Vaya y ahora… ¿cómo te llaman? ¿Acaso le quitaste la capa a Superman, ahora eres el super amante? —inquirió mi ex con el ceño fruncido y seguido soltó una carcajada que resonó en el ambiente—. Un idiota jugando a ser héroe, un imbécil jugando a ser amante.

Alex frunció el ceño, pero cuando pensé que le lanzaría un gran insulto a James, solo rio de una forma sarcástica y bastante fría. Tragué saliva y sentí mis extremidades entumecerse, al ver el modo en que estaba actuando; ya no era el hombre dulce y tierno, sus facciones empezaban a formar una expresión de odio total y, además, apretaba sus puños como preparándolos para una buena pelea.

Mell notó todo el suspenso de la escena, sollozó, se levantó de su silla y corrió a abrazarme. Se puso frente a mí con los brazos extendidos para protegerme mientras yo cubría mi barriga con las manos para evitar algún golpe o algo que pusiera en riesgo a mi bebé. En esta confrontación podía pasar de todo, incluso hasta lo peor.

—¿Amante? ¿Crees que Bella necesita solo un amante? —respondió Alex, conservando un tono agradable a pesar de la rabia reflejada en su rostro—. No, James, estás equivocado.

—¿Qué quieres decir, imbécil? —preguntó mi ex desconcertado y curioso a la vez.

—Lo que te quiero decir es que, Bella no solo necesita un amante, también necesita un verdadero amor y qué lástima que tú no seas ni uno ni lo otro —repuso con naturalidad y al final el sarcasmo fue notable—. Mucho gusto, soy el novio de Bella y futuro papá del campeón que viene en camino.

Pestañeé varias veces y tuve que tomar un trago del vaso de agua que estaba sobre la mesa para poder digerir esas palabras que de una forma tan natural y con tanto amor habían brotado de esos mismos labios dulces que había besado. Mell abrió la boca tanto como pudo, mismo gesto que hice yo al escuchar las palabras de Alex. Luego, mi mejor amiga me miró sonriendo tras notar mi expresión desconcertada y confundida. A veces mi amiga me sorprendía, ¿ahora le hacía gracia que Alex dijera eso, después que lo odiaba?

—Puaj —gruñó James con repudio y escupió la camisa de Alex.

El ambiente se tensó en un segundo. Fue como si todo se detuviera por arte de magia y solo las miradas enfurecidas tuvieran poder ante la escena. Me sentía como en las películas de acción donde todo pasa en cámara lenta, pero estos no eran más que los efectos de la vida real.

Alex abrió la boca con incredulidad y asco. Luego lo miró centímetro a centímetro hasta llegar al rostro sonriente de mi odioso ex y sin mediar palabras ni pensarlo dos veces plantó un sonoro golpe que estrujó las mejillas de James al recibirlo y que sonó con mucha fuerza a pesar del volumen de la música.

El villano giró su rostro hacia un lado debido al impacto y luego llevó su mano a su boca, de donde empezaba a brotar la sangre y a manchar su camisa blanca.

Gruñó furioso y movió su cabeza varias veces, luego abrió y cerró la boca para acomodar su dentadura por el golpe estrepitoso que había recibido.

Yo estaba al borde de un colapso nervioso, mis piernas temblaban y mis manos estaban frías, mi cabeza quería explotarme de un dolor incontrolable. Podía correr sangre y tenía miedo de que fuese alguna verdaderamente valiosa. ¡Nah, no era la de James, obviamente!

Busqué mi teléfono entre las tantas cosas que llevaba en mi bolso. Rodé los ojos al recordar todo lo que cargaba. Después de rebuscar varias veces en el fondo y de pincharme los dedos con las pinzas de cabello, encontré mi celular. Lo tomé entre mis manos y suspiré de alivio, nerviosa y con mis dedos temblando traté de encenderlo, pero ¡estaba descargado!

Mell con expresión de pánico e impaciencia me pasó el de ella también con las manos temblorosas. Cuando lo tomé entre mis dedos, Alex hizo un gesto con sus manos, haciéndome entender que no llamara y lo dejara así.

¿Estaba loco? ¿Quería quedar como la última vez que peleó con James?

Además, Alex no estaba bien, esa vez no. Había acabado de salir del hospital, había tenido un accidente de tránsito y se suponía que debía estar guardando reposo, no provocando la tercera guerra mundial.

—Tú no eres más que un miserable —masculló James con fiereza rompiendo el silencio incómodo, luego de pasar su mano varias veces por su mejilla aplacando el dolor del puñetazo—. Eres un...

—Yo lo único que sé es que eres un maldito cobarde que no tiene los pantalones para afrontar las responsabilidades. ¿Y así te haces llamar hombre? —cuestionó Alex furioso y soltó una carcajada al ver la expresión furiosa de su contrincante—. ¿Crees que tu sucia saliva me va a quitar la felicidad de ver crecer a mi hijo? ¿En serio crees que puedes impedir que Bella haga su vida? ¿Te crees indispensable? ¿Irresistible? Bella es una gran mujer, es valiente y una guerrera con su horizonte bien claro. No necesita de ti para seguir adelante.

Sus palabras fueron una gran ofensa para el cobarde de James. No pudo resistirse ante sus impulsos y levantó el brazo para golpear a Alex, el cual fue torcido con tanta brusquedad que sentí el dolor calar en mis huesos.

—Su-él-ta-me —balbuceó James casi al borde del llanto por el dolor que le estaba causando en sus débiles huesos.

—¡Aplástale la cabeza con la silla! —clamó Mell mientras aplaudía como si estuviera en un espectáculo o en medio de la lucha libre—. Dale con la mesa, quiébrale una pata, es decir, a él, no a la mesa.

—¡Mell, basta! —reprendí con un gruñido, se estaba emocionando demasiado y presenciar esa escena no era nada bueno, ella solo giró su cabeza un poco, pero ignoró mi regaño y volví a posar mi vista en aquella escena. James parecía tan débil en comparación a la fuerza de Alex, sus mejillas hinchadas y sopladas resoplaban y pedían en balbuceos que lo soltaran, al verlo me inundó la rabia, el enojo, la frustración y el dolor de haberlo perdido todo gracias a él, un espíritu de venganza suprema fue enviado del más allá y me invadió, porque de forma natural y sin pensarlo, agregué en voz alta, dirigiéndome al dueño de la mirada más linda del mundo—: Vamos, cariño. Tú puedes, mi amor. —Me levanté de la silla y puse mi expresión de fanática emocionada—. Enséñale quién es Alex Queen, el más guapo del mundo.

Mi rubia e intrépida amiga me miraba con expresión divertida. ¿Desde cuándo Mell había empezado a querer a Alex? ¿Y desde cuándo le hacía gracia que le dijera cosas bonitas?

—¿Has dicho cariño? —susurró sonriendo—. ¿Le has dicho que es guapo?

—Dale, cariño. Vamos, amor —insistí con una sonrisa haciendo caso omiso al comentario de Mell—. ¡Eres el mejor!

Tenían que ver los rostros de todos: el de Mell acompañado de una sonrisa, el de James como si hubiese escuchado la peor noticia de su vida y Alex... él tenía un brillo en sus ojos, en su mirada, que apenas se encontró con la mía sentí una conexión mágica y la confirmación de que estaba haciendo lo correcto.

—Y tú eres la más hermosa —dijo en voz alta, haciendo que las partículas de mi corazón, cobraran vida y los latidos fueran más rápidos.

—¿Es-tás con este mise-rable? —inquirió James entre balbuceos de incredulidad y manteniendo una mirada atónita que pasaba de Alex hacia mí y viceversa.

Sonreí con suficiencia y asentí con la cabeza.

—Sí. Es un hombre único y es mucho mejor que tú —respondí burlona y acto seguido, lancé un beso al aire dirigido a Alex.

Y si hay algo en el mundo que le duele y le da en el ego a los hombres, es decirle que hay mejores que ellos. ¡Ley de la vida!

La expresión de James se convirtió en una bastante terrorífica. Estaba blanco como el pastel de tres leches que estaba en la mesa; hizo una mueca con su boca que lo hizo parecer un muñeco endemoniado, sí, un Chucky.

Alex por su parte, estaba distraído perdido en mi mirada. Parecía embobado o embrujado y no dejaba de sonreír. Al parecer, no creía todavía que le había llamado "amor".

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