Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 44

La escena que presenciábamos había robado un poco nuestra atención, pero eso no había evitado que mis músculos se tensaran y mis piernas sufrieran la debilidad ocasionada por el temor y el miedo de tener que confesar una gran verdad. Los policías salieron llevando a rastras a James hasta subirlo al auto policial. La verdad, yo esperaba que mínimo lo dejaran toda su vida encerrado en la peor celda de todas y que pagara por todas las cosas que había hecho para robar mi felicidad y tranquilidad, entre ellas, ese gran miedo que se había apoderado de mi cuerpo por su maldita pregunta dirigida a Alex y cargada de una gran dosis de veneno.

De un momento a otro Alex se separó de mí y quedamos nuevamente a unas cuantas pulgadas de distancia, tragué saliva y bajé mi cabeza para esconder mi mirada. Podía sentir sus ojos recorrer mi expresión y examinar cada movimiento que hacía y eso me ponía aún más nerviosa.

—Bella, ¿qué quiso decir James con eso? —cuestionó con voz grave, dulce pero preocupada y curiosa—. No entiendo a qué se refiere.

Suspiré y apreté mis ojos cerrados con fuerza, quizás ya era el momento de contarle la verdad. Sinceramente ya no aguantaba seguir escondiendo "eso" que me consumía el alma; no podía seguir ocultando que trabajaba en la panadería de Matt, la ex pareja de su hermana y su asesino, no podía seguir estando en medio de ambos.

—Alex, necesito decirte algo muy serio... —murmuré mareada y tomé aire antes de continuar porque los nervios me estaban traicionando—. Yo tra…

—¡Tragas mucho! —exclamó mi amiga de inmediato y con una voz demasiado agitada—. Claro, eso es. Tú comes mucho y siempre tienes hambre... ¡Lo adiviné!

Alex soltó una risita y enarcó una ceja con diversión. Sonreí nerviosa y miré a Mell con mucha rabia. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? ¿Por qué evitaba que le dijera la verdad a Alex?

—Vamos a comer a otro lado, yo me quedé con las ganas del postre —agregó en voz alta y sacudí mi cabeza, me tomó de la mano para llevarme hacia una esquina donde Alex no pudiera escucharnos y ante la mirada confusa de Alex, ella añadió—: Vamos a decidir dónde podemos ir a comer, nunca coincidimos, es un asunto que nos lleva mucho tiempo concluir.

Sonreí de lado, intentando parecer convincente, pero de forma disimulada logré pellizcar a mi amiga por encima de su blusa negra. El chico nos miraba extrañado y confundido, sin embargo, seguía manteniendo esa sonrisa boba en sus labios mientras tarareaba una canción en inglés que resonaba en las bocinas.

—¡¿Estás loca?!─ susurró Mell entornando los ojos apenas nos detuvimos en una esquina bastante lejos de Alex—. ¿Qué ibas a hacer?

—Necesito contarle la verdad antes de que sea muy tarde —repliqué impaciente y crucé mis brazos—. Es importante que lo sepa, no quiero quedar en medio de todo como la mentirosa.

—Pero... es que, es decir, solo míralo, ¿qué crees que pasará cuando se entere? —interrogó lentamente y chaqueó su lengua, luego señaló con su cabeza hacia donde se encontraba Alex.

Miré con lentitud y noté cómo bailaba al ritmo de la canción, sin apartar su mirada de mí. Me lanzó un beso en el aire y luego sonrió con ternura.

—Parece muy inocente, es como un niño bueno. No sería muy prudente dejarlo caer de la nube en que está en estos momentos —agregó en un murmullo—, no sería generoso causarle más dolor.

Sonreí correspondiendo a Alex y luego giré mi rostro hasta chocar con los ojos de mi amiga, me miraba con impaciencia y preocupación. Asentí y luego dejé escapar un suspiro de dolor.

—No lo sé, Mell. Quizás Alex no es para mí, creo que estoy destinada a estar sola —murmuré bajando la cabeza con resignación—. Cada vez me convenzo más de que me toca alejarme siempre de los hombres y que moriré sola...

—De eso nada. Ni lo pienses, Bella Graze —interrumpió con severidad y luego suavizó su expresión para agregar—: Yo quiero envejecer contigo, aunque no haya un hombre a tu lado, quiero morir siendo tu amiga.

—Una amiga que oculta cosas —solté molesta y herida.

Rodó los ojos y bufó.

—Por favor, enfoquémonos en este momento, hablamos de eso más tarde —susurró sonrojándose y luego miró hacia Alex nuevamente—. Sea que lleguen a tener algo o no, igual no merece sufrir una desilusión tan grande, porque estoy segura de que no le gustará nada nadita enterarse de que eres la empleada del asesino de su hermana.

Abrí los ojos un poco y chisté para que se callara o bajara la voz.

—Lo dices así y me cae el peso de la culpa encima —susurré con lentitud.

—Es la verdad, Bella, a nadie le gustaría descubrir un asunto así de grave, y solo mira esa sonrisa de enamorado que tiene en sus labios.

Miré una segunda vez y se me achicó el corazón al ver cómo miraba con tanta ternura e ilusión.

—Es tan lindo. —Suspiré—. Me encanta, ya no puedo negarlo.

—Lo sé y por eso no le dirás nada. Quizás en otro momento y en un lugar más indicado, pero por ahora no —argumentó seriamente—. ¿Crees que es sano estar a solo cien metros del lugar de los hechos? ¿Quieres que salga corriendo a buscar a Matt y se arme una guerra entre ellos dos? ¿Crees que es buena idea remover esos recuerdos?

Negué con la cabeza pensando en el argumento de mi amiga. En parte era cierto eso de que podía pasar algo peor y mi día ya había sido alterado lo suficiente, ya no quería seguir alterándolo más.

—Estás tan ilusionada con él —murmuró con una sonrisa y luego suspiró con dramatismo.

—¿Cómo lo sabes? —pregunté de inmediato y no pude evitar sonreír al verlo—. No puedes saberlo...

—¡Uy, claro que puedo! Si vieras la cara de mensa que tienes en este momento sabrías porqué—interrumpió divertida y acto seguido soltó una carcajada estruendosa.

—Shh… —pronuncié escandalizada por las risas de mi amiga—. Estás llamando su atención.

—Negativo, camarada; tú eres la que llama su atención —dijo con voz gruesa, intentando parecer policía.

Solté una risita nerviosa.

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