Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 51

Cuatro días después, me despedí de mi amiga para dirigirme al trabajo otra vez. Después de la visita de Fernanda y de mi madre, había sido muy difícil superar los momentos que había vivido, sin embargo, no podía rendirme y mucho menos dejar mi empleo.

Caminé a paso lento por la acera y miré con detalle a mi alrededor, la mañana era algo sombría; las nubes engalanaban el cielo mientras el sol, al parecer, se había tomado un leve descanso; quizás en horas de la tarde, las nubes rompieran en llanto rociándonos con sus lágrimas, pero en aquel momento, solo eran manchas grises en el firmamento.

Abrí la puerta de la panadería con lentitud y rápidamente noté la falta de clientes: las mesas estaban vacías y en los escaparates estaban todos los postres en las cantidades exactas que Matt sacaba por día. En otras palabras, no habían tenido ventas esa mañana ni tampoco la noche anterior.

Suspiré con pesar. Todo eso era mi culpa.

James había logrado manejar la panadería de la competencia desde la prisión porque no tenían las pruebas suficientes para clausurarla. Pero, quizás si yo dejaba de trabajar en la de Matt, James quitaría la suya, porque todo era un problema personal, un asunto que no tenía nada que ver con Matt sino conmigo.

Al pasar por el pasillo, pude ver a Julia trapeando los baños y rodé los ojos, desde el día que le reclamé por haberle dicho a James lo de la cita, no nos hablábamos. Esa tarde tuvimos una fea discusión y si Matt no nos hubiera separado, lo más seguro era que alguna de las dos hubiera salido con menos mechones de cabellos.

Dejé mi cartera en el estante más cercano y tomé el delantal, sonreí al darme cuenta que ya ni siquiera podía amarrarlo en mi cintura y acaricié mi vientre con dulzura, mi bebé ya estaba más grande. Miré mi celular por última vez antes de entrar a mi horario laboral y una risita se me escapó al ver el video que Alex me había acabado de enviar, donde estaba bailando al ritmo de la canción que me había dedicado y que habíamos bailado juntos, ahora hacía pasos con una pareja imaginaria y con los ojos cerrados, en el pie del video ponía: “quiero bailar así otra vez de tu mano, mi princesa”

Negué con la cabeza y suspiré de amor, Alex me encantaba.

Puse el celular en modo vibración y terminé de acomodar mi ropa, Julia salió de repente y me sobresalté, pero decidí ni siquiera mirarla, la ignoré por completo y caminé a paso lento hacia la cocina, mientras tarareaba con alegría la canción que había acabado de ver a Alex bailar. Sonreí y me sentí feliz de conocerlo, en esos cuatro días, él se había esforzado un montón en que mi estado de ánimo cambiara, porque sabía que esa visita de mi madre y mi ex suegra, solo me habían dejado heridas.

Mi sonrisa se apagó poco a poco al pararme en el umbral de la puerta. Contuve la respiración al ver en una esquina una silueta que se movía de forma frenética y unos sollozos que se mezclaban con palabras entrecortadas. Su espalda estaba pegada a la pared y mantenía sus ojos cerrados, sentado en el frío y duro piso de baldosas blancas, sosteniendo algo en su mano, allí estaba mi jefe, ahogando su llanto e intentando pasar desapercibido porque lo hacía de una forma suave y pausada, como si intentara no quebrarse por completo.

«¿Por qué?»

Esa pregunta se perdía entre cada espacio de la cocina, cada vez que gemía y salía de sus labios, una y otra vez. Me quedé inmóvil y sin saber qué hacer, intenté no respirar, pero era imposible contener la respiración debido al frio que se empezaba a apoderar de mi cuerpo. No quería que supiera que estaba ahí, viendo que estaba tan deshecho y afligido y me maldije con rabia por ser la culpable de su ruina, por ser la presa de la venganza de James y que, por mi culpa, todos los que estaban a mi alrededor siempre resultaban manchados. Odiaba saber que la persona que menos tenía que ver en mi situación, también tuviera que pagar por mis errores y me hacía sentir toda la culpa de que estuviera sumido en la desesperanza y en la triste situación de ver su empresa desmoronarse poco a poco.

Tomé aire y llené mis pulmones. Lo que iba a hacer pondría en riesgo la poca solvencia económica que tenía, pero no iba a permitir que alguien más sufriera los daños colaterales. Iba a renunciar, no podía seguir viendo a mi jefe sufrir de esa manera.

Poco a poco quité el delantal de mi cuerpo y las escenas fueron pasando por mi cabeza, estaba a punto de ser una desempleada de nuevo, no tendría un solo centavo más, pero un gemido de dolor que salió de los labios de Matt, me ayudó a convencerme a mí misma de que irme era lo correcto; pero me iría como si no hubiera visto nada y esperaría a que saliera. No quería que supiera o se enterara de que había estado presenciando esa emotiva escena.

Sin embargo, cuando quise caminar hacia el salón, un extremo de mi blusa se quedó atascada a la punta de un tenedor y para poder quitarla, de forma involuntaria me apoyé de la repisa donde se encontraban los moldes para el pan. Hundí mi codo en uno de los agujeros que aún estaban calientes y solté un grito de dolor al sentir como mi piel ardía al tacto con la calentura.

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