Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 54

Los segundos transcurrieron con lentitud y mi corazón latía tan fuerte, que podía escuchar en mis oídos cada bombeo. Mis manos temblaban y tragar saliva era realmente una odisea, porque tenía un nudo horrible en la garganta que no me dejaba articular palabra alguna. La conmoción que recorría cada mililitro de mi sangre era inverosímil. Me encontraba en estado de shock, mi cabeza quería explotar de tanta información y dolor.

La lluvia se intensificó y el golpeteo de las gotas sobre el tejado cada vez era más fuerte y torrencial. Matt sollozaba y mantenía su rostro cubierto por sus manos, pero lloraba tanto, que las lágrimas se metían en medio de sus dedos, ocasionando que sus manos estuvieran empapadas.

Respiré hondo una y otra vez, buscando en el aire un posible remedio a mi malestar físico y emocional, pero mis intentos fueron en vano. No había nada que lograra subsanar las heridas tan grandes que en mi interior se habían formado a causa de la dolorosa confesión de Matt. Tardé varios minutos en recobrar mi postura, o al menos, algo parecido. Todo era tan desgarrador.

—Matt, siento tanto todo esto —susurré temblorosa—, es tan desgarrador, tan doloroso, pero tú no eres el culpable. No tuviste la culpa, no quisiste hacerlo, fue un accidente, un trágico accidente.

Suspiró y acaricié sus manos para luego despejarlas de su rostro. Sus ojos estaban totalmente anegados en lágrimas y su respiración era irregular e intermitente, sin embargo, tomó aire y en un hilo de voz dijo con mucho dolor:

—Si tan sólo yo hubiera...

—El hubiera no existe —interrumpí de inmediato, no podía permitir que siguiera pensando que era su culpa, porque no lo era—. Siéntete en paz contigo, hiciste lo que podías.

—Nunca podré sentirme en paz, Bella… ellos eran mi felicidad y, yo… destrocé sus vidas, los maté.

—Shh… —pronuncié—. No fue así, no mataste a nadie. Algunas veces las cosas están destinadas a pasar, no tiene nada que ver contigo, tú los amabas.

Matt no tenía la culpa de la muerte de su familia. Todo había sido un accidente y sobre él recaía la culpa según los medios y la sociedad, de la misma forma como me tachaban de ser una cualquiera sólo por estar abandonada y embarazada, compartíamos ese triste designio del destino y esa cruel realidad del pensamiento estúpido de la sociedad que nos rodeaba.

—Dicen que una mentira se convierte en realidad cuando se dice muchas veces —susurró adolorido—, pero siempre he cargado con este peso, solo sé que todo el mundo piensa que es mi culpa y yo así lo creo, tuve en mis manos la oportunidad de salvarlos, de haber hecho algo para evitar que…

—No, Matt —zanjé con firmeza—. Con el tiempo aprendí que la verdad es más importante que una mentira dicha muchas veces, no importa cuánta gente te diga lo contrario, tú y solo tú sabes lo que sucedió, siéntete en paz contigo mismo, eres inocente.

—Es fácil pensarlo, Bella... pero, no te imaginas lo difícil que ha sido continuar mi vida sin ellos, lo eran todo. —Cerró sus ojos y tragó saliva—. Mi mundo se derrumbó, mis padres se alejaron, mis amigos se fueron, la familia de Amy —continuó y un vacío se abrió paso en mi estómago al pensar en Alex—, incluso, hasta perdí los clientes. Amy era la favorita de todos, era imposible no enamorarse de su sencillez y su increíble personalidad. Lo perdí todo cuando se fue, todo se arruinó, mi vida perdió el rumbo y jamás volví a ser como antes.

Sequé mis lágrimas. Me sentía miserable. Yo vivía quejándome de la traición de mi prometido y mi amiga, de mi desplante y además, de la gran falta de apoyo de mi familia, sin embargo, habían personas con dolores y situaciones aún más grandes que debían enfrentar e intentaban seguir adelante, en pedazos, pero vivas.

—No tienes la culpa —repetí con firmeza y convencida—. No te diré que lo entiendo, porque quizás no pueda comprender el dolor que sientes, pero sí sé que debe ser difícil superarlo, aunque no es imposible. Tienes que convencerte de la verdad, creértela, porque necesitas sanar. Tienes que salir adelante, hacer algo por ti, tal vez algo que te llene, que te inspire y te ayude a salir de esa mentira que te has creído.

Bajó su cabeza y suspiró.

—Lo intenté, pero mi fuerza de voluntad se agotó. Nunca pude recuperar la imagen que tenía antes, nunca recobré la felicidad y la pasión que sentía antes. Ahora todos me juzgan, me señalan y me tachan de asesino; todos piensan que mi novia y mi hijo murieron por mi culpa, por una envidia que nunca existió. Yo la amaba; yo… la amo —agregó en voz baja mientras miraba sus manos temblorosas.

Asentí con la cabeza y apreté su mano en señal de apoyo. Estaba segura de su inocencia, sus lágrimas eran de dolor, sus ojos dictaban su sinceridad y cada una de sus palabras rebosaba de una profunda aflicción y tristeza.

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