Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 56

Matt desapareció por la puerta, dejándonos sumidos en un silencio en el que solo la lluvia tenía protagonismo. Estaba confundida, nerviosa y muy desconcertada; pero también estaba frente a los ojos más hermosos del mundo, que me miraban con mucha dulzura, pero también con curiosidad.

Bajé mi cabeza, no me sentía bien, realmente estaba aturdida entre tanta información, primero lo de Matt y después someterme al giro que había dado mis temores. No lo entendía, no lo comprendía del todo y eso ya estaba empezando a generar un dolor terrible en mi cabeza.

La tormenta no daba treguas, seguía siendo tan imponente como el sentimiento que abrigaba mi corazón, los truenos resonaban dentro de esas cuatro paredes y las gotas cada vez eran más gruesas y agresivas, y eso solo provocaba que mi cuerpo se erizara al compás de la frialdad que dejaban al caer, me sentía helada y no había nada que pudiera apaciguar ese frío que me embargaba.

De pronto sentí un roce en mi mentón y mi piel agradeció ese toque cálido, su piel en mi piel me hizo alucinar, y al instante logró erizar mis vellos con tanta facilidad, como si rogaran por más de su calor. Con suavidad levantó mi rostro y la fuerza de atracción ganó la batalla en cuanto nuestros ojos hicieron contacto. Su mirada lograba traspasar a mi interior con una destreza increíble, pero que me encantaba.

—Eres hermosa. —Sus dedos pasaron por mis labios y luego se detuvieron en la comisura izquierda—. No me extraña que Matt también haya encontrado en ti lo más lindo.

Tragué saliva con dificultad al escuchar esas palabras, no quería ni siquiera imaginar el dolor que estaba sufriendo mi jefe, no quería ser egoísta, pero tampoco podía verlo como algo más que un amigo, no lograba incendiar mi interior como lo hacía Alex con su piel, y calmarla con el océano de su mirada o despertar esa electricidad con cada toque, o más aún, no lograba que mi corazón se agitara con emoción y ansias, ni tampoco desear más que un instante a su lado. Alex en cambio, conseguía todo eso y más, conquistaba las batallas de mi corazón y me hacía sentir en una galaxia muy lejana. No quería hacer sufrir a ninguno de los dos, pero el veredicto de mi corazón ya se había dictado y las mariposas emocionadas revoloteando en mi interior, tenían la sentencia: me había enamorado de Alex Queen.

—Alex…

—Creo que he sido egoísta y pido disculpas si así lo sientes —susurró y levantó mi mano para dejar un beso tierno en ella—, pero, te juro que este amor que guardo aquí —guio mi mano hasta su pecho y al hacer contacto con su camisa, fue interceptada con los latidos vigorosos y acelerados de su corazón—, solo lleva u nombre.

Cerré los ojos y me dediqué a sentirlo. Con cada latido mi alma abandonaba mi cuerpo para unirse a él, mi corazón empezó a latir de la misma forma… estaban hechos el uno para el otro.

—Así late mi corazón por ti, princesa —murmuró con voz ronca y su aliento fresco acarició mi rostro—, me traes loco.

Abrí los ojos y al hacerlo, pude ver como se acercaba con lentitud y quise besarlo de una forma tan apasionada, que nuestros labios se secaran. Pero, muy contrario a lo que pensé, sus labios se posaron en mi frente con una dulzura inigualable y dejaron un casto y dulce beso en mi frente.

—No sé qué es lo que realmente sientes por Matt, pero si tu corazón late así por él, entonces el que se tiene que alejar soy yo —agregó en un murmullo casi inaudible e intentando no quebrar su voz.

Mis ojos se abrieron y la perplejidad se adueñó de mi expresión. ¿Acaso no notaba los latidos fervientes de mi corazón? ¿No escuchaba como mi alma gritaba su nombre? ¿No descifraba el enorme corazón que se reflejaba en mis ojos cuando veía los suyos? ¿No notaba el calor que emanaba de mi cuerpo con solo sentir su tacto en mi piel? ¿No veía la sed intensa de mis labios por un manantial de besos de los suyos?

De mis labios salió un suspiro pequeño e impaciente. No sabía como decirle que él también me volvía loca, que me encantaba, que me fascinaba y que era él quien lograba despertar los sentimientos más lindos en mi interior; no quería parecer una lanzada, pero tampoco podía dejar que siguiera pensando que quien hacía latir mi corazón de esa forma, era él y solo él.

—Solo te pido que seas sincera conmigo y me digas lo que sientes, si tengo que alejarme otra vez lo haré, si tengo que verte de la mano feliz junto a él también lo aceptaré, aunque me duela el alma y se me parta el corazón, yo solo quiero verte feliz y…

—Eres tú.

Sus palabras se interrumpieron de golpe y su mirada enardeció cargada de una felicidad tan real y tan sublime, que una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro.

—Eres tú, Alex… solo tú —repetí en un susurro dulce y me sorprendí al notar como sus ojos dejaban salir algunas lágrimas de felicidad.

Dio unos pasos al frente manteniendo una sonrisa hermosa y me tomó por la cintura, luego me elevó en el aire y sonreí nerviosa, pero emocionada por la forma tan inusual y bella de su reacción. Me bajó con lentitud y al depositarme en el suelo, unió nuestros cuerpos de una forma dulce para luego rodear mi cuerpo con sus brazos desde mi espalda hasta mi vientre.

—Es lo más lindo que he escuchado, eres melodía a mis oídos, eres la canción más bonita.

Sonreí y miré por la ventana, estaba tan sumida en ese momento tan mágico, que ni me había dado cuenta que la lluvia había parado un poco y Matt se encontraba cortando algunas flores del jardín trasero, agachado entre los tulipanes y las margaritas. Fue imposible mi corazón no se hiciera más pequeño al recordar cada una de las palabras que habían salido de sus labios en las últimas dos horas, era tan lindo, tan tierno, dulce y bueno… no tenía la culpa ni merecía sufrir tanto.

—¿Estará bien? —cuestioné preocupada y mi susurro salió tembloroso. Lo que menos quería era causar un sufrimiento más a quien me había regalado solo sus mejores sonrisas, sus tratos más amables y su entera confianza.

—Es lo que deseo, no merece tanto sufrimiento —repuso Alex seguido de un suspiro triste—, me prometió que, si te volvía a encontrar te convencería de que yo era la mejor opción.

—Espera… ¿de que hablas? —cuestioné de inmediato y me separé un poco. Me di la vuelta y lo miré con intensidad, Alex frunció sus labios y suspiró.

—Lo pensé en voz alta, ¿cierto? —repuso incómodo y sus mejillas se colorearon de un rojo intenso, haciéndolo parecer un tomate precioso.

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