Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 65

Apenas entramos al consultorio siguiendo los pasos del doctor, mi nerviosismo aumentó al saber que otra vez vería a mi bebé. Mi corazón rebosaba de alegría y mis palpitaciones eran intensas. Alex dejó un beso en mi cabeza y sonreí emocionada por lo que estábamos a punto de vivir juntos.

El cuestionario habitual fue formulado por el médico e intenté en toda la estancia no mirarlo directo a los ojos, me daba vergüenza ser tal vez su paciente más problemática. Procedí a responder las preguntas usuales y minutos más tarde, me encontraba acostada sobre la camilla y frente a una enorme pantalla que habían recién instalado con las remodelaciones del hospital.

A mi lado Alex se mantenía tan o más emocionado que yo, cada movimiento de mi rostro y de mi cuerpo eran admirados por él, como si contemplar el más mínimo detalle fuese importante. Sonreí cuando sentí el gel hacer contacto con mi piel y se me erizaron los vellos.

El transductor fue movido por toda mi piel, esparciendo el gel en pequeños círculos y de inmediato la imagen se reflejó en el monitor. Ya no era a blanco y negro, sino en tonos amarillentos y la forma de un pequeño rostro se apreció con toda claridad, haciendo que mi corazón diera un vuelco al conocer las facciones de mi pequeño hijo.

No existían las palabras suficientes para expresar todo el amor que se iba acumulando en mi pecho y rugía con fuerza por conocer y poder palpar esas mejillas y esa pequeña nariz y dejar miles de besos en toda su piel. Mi vida entera en una imagen.

Alex apretó mi mano y la besó con mucha fuerza; dejó varios besos intermitentes por todo mi brazo y noté que algunas lágrimas caían sobre mi piel. Estaba llorando.

—Es tan hermoso —susurró conmovido y su voz salió temblorosa a causa de las emociones que estaba pasando.

Asentí emocionada y apreté su mano mientras el doctor seguía pasando el aparato sobre mi vientre y con la otra mano oprimía algunos botones de la consola para buscar todos los ángulos de la imagen.

—Como ya te expliqué, estás en la semana veintitrés. Estás ya en el segundo trimestre, en la recta final, Bella —explicó el doctor sonriendo y por primera vez desde que llegué me atreví a mirarlo a los ojos. El brillo en su mirada al hablar de mi bebé me hacía sentir en confianza y con la certeza de que estaba en las mejores manos, tenía vocación y su expresión emocionada demostraba que amaba lo que hacía—. Tu bebé está muy sano; pesa medio kilo, mide diez pulgadas y está desarrollando su sistema nervioso, su audición, la vista y el tacto, su desarrollo cerebral irá en aumento al pasar las semanas de este mes.

Cerré mis ojos y las lágrimas que no había derramado brotaron y se deslizaron por mis mejillas. Al abrirlos otra vez, me encontré a Alex sonriente y risueño, mirando sin pestañear cada movimiento del bebé en la pantalla.

—Dime, ¿has sentido que sus movimientos son constantes y a veces desaparecen por largo rato? —cuestionó el doctor.

Solté una risita y afirmé con la cabeza.

—A veces pareciera que son cinco —contesté divertida—, y a veces parece que es el equipo de fútbol entero.

Alex rio y me miró con ilusión, su mirada me cautivó por completo porque tenía un brillo mucho más notable en sus ojos.

—Como sus sentidos han despertado, está entretenido probando cosas nuevas, por lo que está más activo, las veces que desaparecen es que se ha dormido —siguió explicando y haciendo énfasis en cada centímetro de la imagen con las funciones del controlador—. Pueden hablarle, ya escucha y reconoce voces. Su esqueleto continuará desarrollándose: el tejido cartilaginoso que forma su esqueleto inicial continúa transformándose en tejido óseo mediante un proceso denominado calcificación. El sistema respiratorio ya empieza a practicar pequeños movimientos de respiración, aunque de momento el oxígeno que necesita es aportado por ti a través del cordón umbilical, por eso es importante tu tranquilidad y tu relajación, Bella.

Asentía a cada explicación del doctor, sin embargo, mientras continuaba sus argumentos acerca de la formación de mi bebé y lo que estaba sucediendo en el cuerpo de mi bebé y el mío; no podía apartar mi vista de esa imagen tan perfecta de su cuerpo y su rostro. Amaba la tecnología y cómo podía recrear tan nítidamente desde el vientre la forma de un bebé. Sus manitas se movían y hacían agarres en el aire, sus piecitos pataleaban jugando con el líquido que lo rodeaba y acogía en su casa temporal y sus movimientos eran bastante fuertes y constantes, que incluso, empezaban a sentirse y traspasar la piel de mi vientre.

Unas gotas cayeron en mi mano, las lágrimas tibias de Alex corrían por mi piel. Tomé su mano y la puse en mi corazón para que sintiera los latidos apresurados que se mezclaban con el sonido rápido de los de mi bebé y que resonaban desde el altavoz. Se acercó lentamente y sin pensarlo, depositó sus labios con suavidad sobre los míos para unirnos en un beso lento y dulce. Fue uno de los mejores de mi vida, me transmitió todo el amor y el apoyo que contenía su corazón, fortaleció el sentimiento que crecía en mi corazón, el cual abrió sus pétalos como los abre una flor en primavera, como se muestra al mundo y enseña lo valiosa que puede ser.

—Los amo —murmuró con dulzura y posicionó su cabeza al lado de la mía y mi cuello fue testigo de su respiración agitada—. Gracias por esto, te prometo que seré el mejor papá del mundo.

—Ya lo eres —repuse con una sonrisa tierna y giré mi cabeza un poco, para unir nuestras frentes y él volvió a besar mis labios, pero esta vez fue mucho más profundo e intenso, hasta que una patadita fuerte y una risita del doctor nos hizo separarnos, para después sonreír emocionados. Había sido una experiencia inolvidable, para los tres

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