Mis piernas se debilitaron de inmediato y el terror penetró con rudeza cada poro de mi piel, era como si el miedo calara en mis huesos y me hiciera paralizar cada músculo. Tragué saliva y sentí cómo pasó con mucha dificultad por mi garganta, quemándome con su gelidez.
Una carcajada escalofriante resonó en medio de la oscuridad de la noche y de repente la silueta pasó de ser solo una sombra abstracta a tomar una forma humana, aunque realmente su aspecto parecía más una obra macabra y proveniente del mismo infierno; con esa sonrisa malévola y terrorífica en sus labios y esos ojos destiladores de veneno y maldad, se encontraba él; mi peor pesadilla.
El viento sopló entre nosotros y mi piel se erizó aún más, el frío se perpetuaba por mi cuerpo haciéndome tiritar, aunque mucho de esa acción era parte del miedo y terror. El audífono se desprendió de mi oído y bajó rápidamente hasta caer en el cemento del callejón, mis dedos intentaron frenar su caída, sin embargo, estaban tan temblorosos que fue imposible realizar un agarre.
En vista de mi inmovilizado cuerpo, James dio algunos pasos hacia al frente para acortar la distancia que nos separaba y mi respiración se tornó aún más agitada. Con cada paso que daba, mi corazón se movía con fuerza y furia. Mi aliento se reflejaba con el haz de luz de la luna y la capa de neblina casi transparente que empezaba a envolver la noche.
Quise gritar, aunque era imposible que alguien me escuchara; estaba a una distancia considerable de la última casa y a muchos metros de la otra barriada. Estaba en medio de la nada. Solo éramos mi bebé y yo, contra ese demonio andante lleno de maldad.
—El problema es que no soy una niña buena, ya soy una mujer y cuando me lo propongo, puedo ser muy mala —espeté con una frialdad y seguridad que ni yo misma comprendía de dónde había surgido.
Él dejó escapar una risita absurda y sin gracia; miró hacia un lado y luego en tono burlesco y lleno de desprecio soltó:
—Sigues siendo la misma niña estúpida e ingenua…
—Y tú el mismo imbécil disfrazado de estúpido —interrumpí sarcásticamente, pero con mucha rabia en cada sílaba que pronunciaban mis labios—. No sé cómo me enamoré de ti, ahora solo siento desprecio, asco y mucha, pero mucha lástima.
Su sonrisa se fue apagando poco a poco, no obstante, carraspeó y se acercó un paso más. Mis ojos se abrieron y retrocedí dos pasos para evitar que se acercara más.
—Sé que me amas, no puedes olvidarme, Bella; la que me prueba no me olvida —replicó con ironía y mucha malicia, además de un notable ego inflado.
Quise contenerme, pero no pude. Era un total idiota. Solté una estruendosa carcajada que resonó en medio de la oscuridad y regresó como un eco entre nosotros. Frunció el ceño y
—¿Cómo te llamas? ¿Mantequilla de maní? —cuestioné en un tono burlesco y conteniendo una risa por su argumento tan patético—. A ver, James, ya no sé cuántas veces decírtelo: no eres irresistible y no eres buen hombre, en todos los sentidos; sí incluyendo el sexo. Eres una basura, un desperdicio y un gran imbécil.
—¿Estás celoso? —interrogué en voz baja y cargada de una diversión falsa, aunque me empezaba a divertir realmente ver como sus facciones se endurecían con cada palabra de mis labios.
—No, cosita —repuso en un murmullo, pasando su lengua por mi nuca y alterando mi estado estomacal—, soy mejor que ese Alex y tú lo sabes.
—Alex es millones de veces mejor que tú —contradije con frialdad y orgullo.
Él detuvo su lengua en mi cuello y me tomó por la nuca con brusquedad, haciendo que de mis labios saliera un sollozo de dolor. Su aliento era asqueroso, olía a alcohol y cigarros. Quise quitar mi rostro, pero con mucha fuerza lo presionó para mantenerlo de lado y dejar mi oreja a su disposición.
—Quiero que grites que soy mejor que ese idiota —musitó apretando sus dientes con cada palabra y supe que se estaba controlando para no gritar. Me quedé en silencio, obviamente no iba a hacer esa tontería, nunca diría eso, no era verdad. Presionó más mi cabeza y con furia entonces sí exclamó—: ¿Qué esperas? ¡Grita que soy mejor que Alex Queen! ¡Grítalo porque lo soy!
—Eso lo veremos —gruñó una voz a nuestras espaldas y tanto James como yo, nos sobresaltamos al darnos cuenta que detrás de nosotros había alguien más.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés]