Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 80

Esas palabras retumbaron en mis oídos y me apresuré a dar los pasos necesarios hacia adelante hasta llegar a la esquina donde terminaba la pared. Mis labios dejaron salir un sollozo cuando la vi allí, agachada en un rincón tapando su rostro con las manos y negando con su cabeza. Javi a su lado intentaba calmarla y su expresión denotaba lo preocupado que estaba al ver cómo su amada esposa lloraba sin consuelo.

Sabía que algo no estaba bien.

Tal vez su crisis de pánico escénico solo había empeorado con la noticia de que tendría que estar diariamente frente a miles de televidentes, quizás la impresión de haber ganado un premio tan importante la había hecho volver a sumirse en esa fobia a la multitud.

—¿Qué sucede? ¿Qué tienes, Mell? —pregunté de inmediato y aunque mis piernas estaban débiles y mi equilibrio no era el mejor con esas sandalias, mis pies lograron apresurarse hasta ella.

Al escuchar mi voz levantó su cabeza y se puso de pie al instante. La miré y noté el color pálido de sus mejillas que eran recorridas por lágrimas abundantes y dejaban a su paso un rastro de su maquillaje. Ella esbozó una leve sonrisa y luego rompió en llanto otra vez para después dejarse caer sobre mi hombro y apoyar su cabeza en él. Mis brazos la rodearon con fuerza al mismo tiempo que miré a Javi y abrí mis ojos con gran confusión debido al ataque emocional extraño de mi amiga. Él solo sonrió y sus ojos se iluminaron, pero después suspiró cuando Mell dejó salir un sollozo y me apretó la espalda con sus uñas.

Enarqué una ceja y la separé un poco de mi para poder mirarla mejor y preguntar de una vez por todas qué rayos sucedía y porqué todo el mundo actuaba como si la loca fuese yo. Tomé su mano entre las mías y me decidí a preguntar en un tono más firme y serio a fin de obtener una respuesta que aliviara los latidos intensos y confundidos de mi corazón.

—¿Qué está sucedien…?

—Estoy embarazada, Bella… tendrás un sobrino. ¡Seré mamá!

Sus palabras interrumpieron las mías y penetraron al instante mi corazón, despertando las más hermosas sensaciones y una alegría enorme que recorrió mis venas. Fue imposible no sonreír, gritar, llorar y abrazarla. Los segundos siguientes la felicidad dominó mi cuerpo y yo solo respondía al llamado de la emoción.

—¡Eso es increíble, Mell! —exclamé por tercera vez en los dos minutos posteriores a su confesión—. Felicidades, mi reina. Me llenas de alegría. —La abracé de nuevo y apreté su cuerpo al mío para transmitirle mis sentimientos, sin embargo, con cada palabra que salía de mis labios, ella solo lloraba más y el silencio en el que solo resonaba mi voz emocionada empezaba a preocuparme, así que, a pesar de la resistencia que puso, con mis manos logré separarme un poco y la miré con mucho desconcierto y confusión. ¡Era una noticia maravillosa, hermosa y estupenda!

No entendía su reacción. Javi sonreía a nuestro lado, estaba sumamente feliz y podía notar el brillo en sus ojos, aunque mezclado a la felicidad, también observaba a su esposa con preocupación y angustia y al posar sus ojos en los míos, un gesto de suplicio se formó en sus labios que afirmó con sus manos en señal de plegaria como si esperara que le ayudara a calmar a Mell.

—¿Por qué lloras entonces? ¡Es maravilloso! No hay razones ni cabida para la tristeza en un día como hoy —repuse con dulzura y acaricié su cabeza suavemente.

—Es que… es que yo…—Hizo una pausa y limpió su nariz—. Tengo miedo, mucho miedo, Bella. Miedo de no estar lista, de no ser apta, de no ser una buena madre y…

—Serás la mejor—susurré con suavidad cerca de su oído—. Yo también tengo miedo de no ser buena mamá o de no estar siendo una buena futura mamá.

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