Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 82

Los minutos siguientes estuvieron repletos de besos, sonrisas y caricias dulces; hasta que mi novio esbozó una sonrisa y al notar su mirada emocionada supe que algo se traía entre manos.

—¿Quieres conocer nuestro apartamento? —cuestionó sonriente—. ¿Me acompañas, mi amor?

Asentí con rapidez, aunque, a decir verdad, él no esperó mi respuesta porque tomó mi mano y me guio hasta el elevador. Nuestras miradas dentro del ascensor eran de emoción total y una complicidad tierna, ni siquiera yo podía creer que eso estaba sucediendo. Apenas salimos del elevador, Alex me condujo por un elegante y espacioso pasillo del piso ocho y me señaló la puerta del final. Sacó las llaves que había visto al bajar del auto y negué con la cabeza, seguía sin poder creer que él había sido capaz de hacer todo eso.

—Quiero que lo abras tú, princesa —susurró con voz dulce, dejó un pequeño beso en mi cabeza y después extendió las llaves.

Me negué de inmediato, no podía hacerlo.

—No… no puedo hacerlo, Alex —repliqué nerviosa.

—¿Lo hacemos juntos? —propuso en un susurro y asentí. Él sonrió y negó con la cabeza, me tomó de la mano y la unió a la suya al mismo tiempo que sostenía la llave y la insertaba en la cerradura. Mi corazón palpitaba con rudeza y aunque sabía que era un espacio vacío lo que había detrás de esa puerta, sin conocerlo ya para mí era perfecto.

Giramos la llave y la cerradura cedió, la puerta se abrió con lentitud dejando un hermoso panorama ante mis ojos. Era realmente hermoso, acogedor, enorme y perfecto.

Mis labios se ensancharon por la emoción y la felicidad recorrió cada partícula de mi ser cuando lo miré y noté que él también estaba emocionado, pero su mirada estaba puesta en mí como si mirarme fuese su increíble descubrimiento.

—Es… perfecto —fue lo único que pude pronunciar y me acerqué para abrazarlo con fuerza.

—Lo más lindo es que es nuestro, así como este amor, así como esta historia —susurró y me rodeó con sus brazos. Sollocé en su pecho y me sentí en paz ahí, al lado de sus latidos rápidos, sabiendo que mi lugar no estaba en ese apartamento, sino en su corazón.

Él acarició mis cabellos y pasó su mano por mi espalda, luego dio un pequeño beso en mi frente y abrí los ojos que segundos antes había cerrado para disfrutar con calma de sus mimos. La habitación apareció otra vez ante mi vista y caí en cuenta de un detalle.

—Espera... ¿está amueblado? —pregunté asombrada y él asintió vehemente—. Pero… en el letrero dice que aún no está terminado.

—No hay nada que un hombre enamorado no pueda hacer —replicó con voz dulce—, aunque nada de esto es más importante que la mejor parte de este apartamento. —Tomó mi mano y tiró de ella para adentrarnos en las otras partes del enorme espacio.

Me condujo hasta una puerta y lo miré emocionada, de seguro hablaba de nuestra habitación. Aunque, cuando la abrió, lo que mis ojos vieron fue algo totalmente distinto. La emoción recorrió mi cuerpo al instante y actuó como una vibración en todo mi ser y de forma incontrolable e inexplicable, las lágrimas brotaron de mis ojos.

—¡Es-esto es… hermoso! —estallé emocionada y embelesada por la habitación decorada con temática infantil—. Es mucho más de lo que imaginé —balbuceé entre sollozos y de pie frente a mil detalles que hacían que mi corazón palpitara más de prisa. Las paredes blancas daban un aspecto tan acogedor, la cuna era gigante y preciosa, las lámparas iluminaban discretamente el lugar y me hacían desear con mucha más fuerza e impaciencia la llegada de mi bebé. El cambiador, el armario repleto de ropa diminuta y tierna, los juguetes, las almohadas, las frazadas, las alfombras… todo… todo era hermoso. No había palabras para describir las lindas emociones que reinaban en mi corazón en ese momento tan mágico.

—Amo a nuestro campeón —repuso y se acercó para después acariciar mi vientre—. Los haré tan felices, los amaré por esta vida y todas las demás, Bella. Gracias por dejarme hacerlo, por permitirme un pequeño espacio en tu corazón y darme la oportunidad de…

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