Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 83

Mi corazón bombeaba tan fuerte que en mis oídos podía escuchar su fragor y se unía al sonido de nuestras respiraciones jadeantes. Alex depositó mi cuerpo con suavidad en la cama y de inmediato sentí la comodidad acoger mi espalda, aunque ninguno de los dos dijo nada, no cabían las palabras en ese momento tan ansiado por ambos, excepto gemidos débiles provenientes de aquella mezcla de nuestras bocas que seguían conociéndose como nunca antes lo habían hecho, envueltas en besos cargados de una excitación realmente intensa.

La posición no era muy cómoda para él, porque como mi vientre ya estaba bastante grande, debía mantenerse arqueado para no dejar caer su peso sobre mí, pero al parecer eso para él era lo de menos, sus ojos cerrados y su expresión placentera demostraba que estaba concentrado en dejar todo su amor en cada parte de mi cuerpo.

Con una de sus manos acariciaba mi mejilla y con la otra recorría mi pierna descubierta, haciendo que una fuerte corriente eléctrica se adueñara de mis sentidos. Sus labios fueron descendiendo por mi cuello otra vez y mi piel se erizó de inmediato, arqueé un poco mi espalda debido al calor que empezaba a emanar de mi cuerpo y que se incrementó con rapidez cuando sus besos se prolongaron a lo largo de mi cuello hasta llegar a mi pecho.

Con sus dedos y una dulce suavidad buscó el borde de mi vestido que encerraba mis senos y lo fue bajando poco a poco, en un instante percibí el frio rozarlos, pero después sentí esa sensación cálida y húmeda que indicaba que su boca había comenzado a adueñarse de ellos. Su dulzura me enloquecía, me hacía soltar suspiros de satisfacción y complacencia, la forma en la que hacía cada cosa con mi cuerpo y mi piel, me hacía entrar en un túnel de emociones infinitas donde no había un nombre definido para el placer que mi ser entero estaba experimentando.

Después de unos minutos jugando con mis pechos, su lengua fue bajando la intensidad y aunque en mi mente imploraba porque siguiera haciéndolo, también estaba deseosa de darle rienda suelta al calor del volcán que intentaba controlar en mi interior. Siguió bajando mi vestido con mucha paciencia y lentitud, como si disfrutara tanto como yo, cada milésima de segundo de ese momento. El roce de el aire estremecía mi piel, pero lo hacía aún más su mirada sobre mi cuerpo que iba quedando descubierto a medida que me desvestía.

Mi intimidad estaba cubierta por encaje negro —regalo de Mell, por si acaso—, pero dejaba ver mi piel sonrosada a través de los orificios. Mis mejillas sonrojadas y calientes, se volvieron febriles y de seguro adoptaron un tono carmín cuando noté cómo sus ojos se posaban con gran ambición en esa fracción de mi silueta, mordió sus labios y luego terminó de quitar mi vestido hasta dejarlo a un lado de la cama.

Me sentía descubierta, pero su mirada amorosa me convencía de que ante sus ojos lucía hermosa, y, la rigidez dentro de su pantalón me convencía de que me veía sensual y erótica. Terminó de quitar su camisa y al ver su torso desnudo las ganas de ser poseída por él aumentaron. Era increíblemente masculino, sexy, encantador y dulce.

Tenía un novio guapísimo.

Su pantalón fue descendiendo con lentitud dejando al descubierto la otra mitad de su increíble cuerpo y los latidos de mi interior reaccionaron con violencia. Pasé mi vista desde sus pies hasta su pecho una y otra vez, intentando creerme que ese hombre tan perfecto dormiría conmigo todas las noches.

Estaba tan entretenida admirando su silueta que no me había fijado en que su mirada estaba puesta sobre mí y sostenía una sonrisa radiante. Mis mejillas fueron abrasadas con tanta intensidad como si en lugar de rubor se colorearan con lava.

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