Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 93

—Este es mi lugar favorito de la casa—susurré uniendo mi mano a la suya sin dejar de observar el paisaje hermoso que estaba frente a nosotros. Las olas del mar resonaban en cada rincón de la inmensa playa, la luz de la luna alumbraba el agua y se reflejaba en ella, el viento suave acariciaba nuestros rostros invitándonos a sumergirnos en el mar, las estrellas tintineaban fulgorosas y destellaban magia.

—Mi lugar favorito de nuestra casa es donde tú estés —dijo en voz baja y acarició mi cabello con suavidad, luego depositó varios besos pequeños por toda mi cabeza—, porque desde que te conocí supe que mi lugar favorito en el mundo siempre sería a tu lado.

—No sabes cuánto te amo, Alex —repuse en un murmullo porque estaba tragándome la emoción enorme que me provocaban sus palabras y hacían erizar cada parte de mi piel.

—Y tú no tienes idea de cuánto los amo. Nunca lo tuve todo hasta que llegaron a mi vida. —Me tomó por la cintura y me guio hasta quedar de frente, su cálido aliento se mezcló con el mío y sus manos acariciaron mis mejillas.

—Dicen que todos somos el destino de alguien, y tú eres el mío —susurré con dulzura y sin dejar de admirar sus ojos en la oscuridad de la noche que solo era iluminada por la luna.

—No quiero que esto termine nunca —deseó y acercó su rostro para unir sus labios con los míos en un beso cargado de amor.

Y esa noche, tomados de la mano y a paso lento, admirábamos lo hermoso del mar y del cielo. Era un paisaje mágico. El agua rozaba nuestros pies desnudos, refrescándonos con el líquido más preciado del mundo. Las olas se formaban a lo lejos y rompían a nuestros pies, en el horizonte solo se veía una franja que separaba los tonos en los colores del cielo y del mar.

Nos detuvimos en un punto bastante lejano de nuestro apartamento. Y aunque tan solo podíamos ver parte de nuestra piel, ambos nos contemplábamos, nos admirábamos más allá de lo que nuestros ojos podían ver. Mi cabello ondeaba libre con el viento y mi corazón latía libre por amor.

Alex se acercó y besó mi frente, para luego con mucha ternura pronunciar esas palabras que, aunque las escuchaba a diario, siempre hacían que mi corazón retumbara con fuerza:

—Te amo, princesa.

—Te amo mi niño de los ojos bonitos —susurré, pero como las palabras se las lleva el viento, me acerqué y le di un abrazo con todas mis fuerzas, uniendo nuestros cuerpos y marcando en nuestras almas ese momento, porque Dios y el majestuoso mar sabían cuánto lo amaba.

*******

La tarde siguiente nos encontrábamos en el consultorio del doctor Smith en mi última cita de control de embarazo. Estaba nerviosa y emocionada porque mi corazón sabía que en pocos días mi pequeño hijo estaría en mis brazos y, además, me ponía nostálgica saber que mi vientre hinchado desaparecería después de haberme acompañado los últimos meses, pero también estaba ansiosa por comenzar esa nueva etapa en mi vida y claro, llena de miedos y temores como cualquier madre primeriza.

Mi novio estaba a mi lado con mi mano entre las suyas, sonreía y me lanzaba miradas dulces y conmovidas, sabía que él estaba igual o quizás más emocionado que yo por el pronto nacimiento de mi bebé. Alex me seguía demostrando la sinceridad de sus intenciones y me sentía tan amada a su lado, que estaba más que segura que no podía existir un mejor papá para mi hijo que él.

La imagen apareció de pronto en la pantalla y no pude contener un pequeño grito de sorpresa al ver cuánto había crecido desde la última vez que había tenido la dicha de verlo. Su cuerpo ya estaba completamente formado y sus piecitos se movían de forma lenta, estaba en una posición distinta a la que había visto la última vez, pero antes de que pudiera articular algo, el doctor Smith se adelantó y con una sonrisa expresó:

—Ya está acomodándose para el parto, solo faltan semanas y él lo sabe. —Miró hacia la pantalla otra vez y continuó pasando el transductor por mi piel—. A partir de ahora, te sentirás más incómoda porque él estará buscando su mejor posición, pero después que lo consiga, los movimientos serán menos frecuentes debido al poco espacio que le queda en la cavidad uterina, eso ocasionará que la sensación de cansancio y pesadez en ti cada vez será mayor. Necesitarás descansar mucho más, puesto que tu cuerpo se está preparando para dar a luz. Ya él está casi listo para venir al mundo, ganará algunos gramos de peso estos días y madurará un poco más sus pulmones.

Alex me miraba emocionado y a través de la capa húmeda que cubría mis ojos, podía notar que los suyos también estaban cristalizados, pero una sonrisa hermosa se fue dibujando poco a poco apenas escuchó los latidos que comenzaron a resonar apenas el doctor encendió los altavoces del equipo.

—Todo está perfecto, Bella. No es necesario intervenirte quirúrgicamente con una cesárea porque tu bebé ya está descendiendo, así que, solo nos queda esperar estas semanas restantes hasta que completes el proceso de gestación —agregó pausadamente porque tomaba algunas capturas a la imagen—. Ahora solo tienes que estar tranquila y relajada. Me comentaste de las contracciones que te han dado, esas son las contracciones de Braxton Hicks, que no son más que una alarma de que el bebé ya se está acomodando para salir. Pero hasta que no sientas dolores acompañados de alguna señal como: rompimiento de fuente, sangrado o flujo rosáceo, entonces sí estarás en proceso de parto. Mientras tanto, debes guardar reposo y no hacer mucha fuerza, te faltan algunas semanas aún y debes cuidarte. —Terminó de pasar el transductor por mi enorme barriga y apagó el equipo. Me pasó papel para limpiarme el frío gel que reposaba en mi vientre—. También debes hidratarte bastante y alimentarte bien y llevar un plan de parto en el que involucres a tu pareja y familiares para que estén preparados. Ya falta menos, ha sido un placer enorme acompañarte en este bonito proceso, pronto tendrás a tu bebé en tus brazos.

—Eso es lo que más deseamos —susurró mi novio con dulzura y pasó su mano por mi vientre desnudo, despertando mil emociones al paso de sus caricias.

Sonreí emocionada y asentí. Efectivamente eso era lo que yo más deseaba, tener a mi familia completa, mis dos príncipes a mi lado, para amarlos con todas las fuerzas de mi corazón.

Después de salir de la consulta fuimos a comprar algunas cosas para empezar a terminar de llenar el bolso de maternidad que llevaría al hospital y algunos pañales para completar el de nuestro bebé. También compramos aperitivos y refrescos porque esa noche daríamos una fiesta en la playa, teníamos tanto por celebrar, invitamos a Mell y a Javi, a Matt y a Angie, a Samantha con su novio y a mi papá. Y sí, tal vez no estaba del todo bien ponerme a celebrar con mi panza enorme de casi nueve meses, pero las chicas me ayudarían a organizar y preparar todo. Queríamos celebrar nuestro triunfo, nuestro nuevo empleo, nuestra graduación, mi nuevo hogar y, sobre todo, las grandiosas oportunidades de ser felices que nos estaba regalando la vida.

—Mell se ve muy guapa en esa foto —comentó mi novio después de cerrar el maletero del auto y señaló hacia una enorme valla publicitaria y abrí mi boca lo más que pude porque jamás imaginé que una foto de mi mejor amiga y mía estuvieran en una de las calles más concurridas de la ciudad, era un anuncio de estreno del programa “Mamás poderosas” donde decía la hora, el canal en el que se transmitiría y el nombre de mi mejor amiga y mí como las nuevas caras del canal—, pero tú te ves preciosa, te ves como siempre, tan hermosa que hasta ganas me dan de besar ese papel.

Solté una risita y me acerqué a paso lento, lo tomé de la mano y en un susurro dije:

—Puedes besar mis labios y te aseguro que saben mejor que el papel.

—De eso no me queda dudas, tú y cada parte de ti tienen el sabor más exquisito del mundo —repuso en un murmullo, acercó sus labios a los míos, los unió en un beso apasionado que me dejó sin aliento.

Minutos después encendió el auto y emprendimos el camino hacia nuestro apartamento, habíamos pasado casi todo el día fuera de casa, en la mañana habíamos ido a la panadería a ayudar a Matt porque los pedidos seguían llegando y los clientes no paraban de atestar el local, ya mi mejor amigo había recuperado sus proveedores y las ganancias iban subiendo como la espuma, incluso, había tenido que contratar tres personas más para repartir pedidos a domicilio y tres para atender. Me había tan feliz ver cómo su vida comenzaba a reconstruirse.

Pasamos el camino entero riendo y cantando como dos locos enamorados, amaba los momentos que pasaba al lado de mi novio, a veces éramos dos adultos jugando a ser niños e intentando recuperar el tiempo que nos había sido arrebatado por el destino. Nuestros labios se atraían como imanes, era como si estaban hechos para unirse y, además, habían pasado tantos años desperdiciados besando a otras personas que había que compensarlo.

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