Moana habló sobre el divorcio sin mostrar ninguna emoción en su rostro, su tono era sereno y calmado, pero serio al mismo tiempo.
Gabriela casi no podía creer lo que estaba escuchando, hasta que ella añadió: "En la maleta hay un acuerdo de divorcio, búscalo por mí."
¡Vaya que iba en serio!
Gabriela estuvo a punto de soltar una lágrima, su amiga al fin había visto la luz. De ahora en adelante, que podían irse al diablo todos esos buenos para nada de la familia Báez.
"Quédate ahí sentada, ya mismo te saco de aquí. ¡Tienes que divorciarte cuanto antes, que se quemen otros en ese infierno! ¡Nosotras no jugamos a ese juego!"
"Así es, que se queme quien quiera."
Gabriela había deseado que Moana se divorciara desde hace tres años. Nunca le había gustado la relación de ella con Alfredo.
Sin embargo, al ser su amiga de toda la vida, ésta simplemente no tenía el corazón para decírselo directamente, así que esperó a hacerlo en el momento apropiado, deseando que Moana se diera cuenta por sí misma.
Ya casi pensaba que ese día nunca llegaría. Ya que su amiga estaba completamente embobada con Alfredo.
Pero ahora que Moana quería divorciarse, Gabriela no quería perder ni un segundo. Procesó el alta hospitalaria lo más rápido que pudo y sacó el acuerdo de divorcio de su amiga diciendo: "¿Cuándo redactaste esto? ¿No pides nada? ¿Solo te vas con lo que llevas puesto? ¿No estás siendo demasiado generosa con el desgraciado de Alfredo?"
Moana tomó el acuerdo de divorcio, le echó una mirada rápida: "¿Acaso me hace falta ese dinero?"
Gabriela se lo pensó bien, y la verdad era que no le hacía falta.
¿Quién era Moana?
La única heredera de la familia Salinas, una verdadera dama de alta sociedad en Arbolada. Solo los tontos creían que ella era una simple chica de origen humilde.
¡Menudo chiste!
Una vez en el coche, Gabriela estaba a punto de preguntarle a Moana a dónde quería ir, pero ella se adelantó: "Vamos a Tecnológica Luciérnaga."
Parecía que estaba interesado en ver qué nuevo truco intentaría ella.
Casandro asintió y dijo: "De acuerdo, Sr. Báez."
Dicho esto, salió de la oficina, dejando todo el espacio para Alfredo.
Moana salió del elevador y se dirigió directamente a la oficina de éste. Había estado allí algunas veces y conocía el camino.
Normalmente, Moana habría respondido con una sonrisa a los saludos cordiales del personal de la secretaría, pero este día no tenía paciencia para eso.
Caminó directamente hacia la puerta de la oficina de Alfredo, tocó la puerta una vez y sin esperar a que respondiera, entró diciendo: "Firma el acuerdo de divorcio. Mañana a las nueve de la mañana, nos encontraremos frente a la oficina del registro civil. No faltes."
Ella puso el acuerdo de divorcio, que ya había firmado, frente a él en el escritorio.
Después de hacer esto, se dio la vuelta y se fue sin detenerse ni dudar en ni un momento.
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