Cuando Moana volvió al apartamento de Gabriela, ésta ya había despertado y estaba de pie detrás de la puerta, mirándola con cierta emoción: "¿Cómo te fue? ¿Te divorciaste? ¿Puedes mostrarme el certificado de divorcio?"
¡Ella había estado esperando que Moana se divorciara de ese perro de hombre llamado Alfredo como quien esperaba la luna y las estrellas!
Al ver a Gabriela en ese estado, Moana no pudo evitar sonreír, sacó el certificado de divorcio de su bolso y se lo entregó: "Ya me divorcié."
Cuando Gabriela vio el certificado de divorcio, casi se puso a llorar de alegría. "¡Mejor así! ¡Mejor así! Ahora eres una bella soltera de nuevo. ¡Amiga, vamos a festejar esta noche!"
Moana negó la cabeza: "No puede ser esta noche, he estado fuera de casa por tres años, extraño mi hogar."
Al decir esto, se llevó la mano a los ojos.
Tres años, todo por Alfredo, había dejado a sus padres durante tres años.
Ahora que todo había terminado, en esta ciudad de Terranova que no podía albergarla, no tenía razones para quedarse a la fuerza.
Pero antes de irse, tenía que pedirle a Gabriela que entregara el regalo que había preparado para Estefanía: "Ya puedes iniciar los preparativos para que publiquen los audios que te envié."
¿Quería Alfredo que se disculpara con Estefanía?
Ahora le ofrecería una disculpa, una disculpa que garantizaría la satisfacción total de Estefanía.
Al recordar esto, Gabriela se emocionó por completo: "¡Eso estaba esperando! Ya tengo todo arreglado, una llamada y será una explosión en toda la red."
Moana asintió levemente: "Voy a empacar mis cosas. ¿Almorzamos juntas? Mi vuelo sale a las tres."
Al ver la actitud de Moana, Gabriela se dio cuenta de algo inmediatamente: "¿No volverás?"
"¿Volver? Mi hogar está en Arbolada."
Gabriela sintió que la Moana que había despertado era increíblemente decidida, ¡y ella tampoco quería quedarse en este lugar roto de Terranova!
"Entonces espera, voy a arreglar algunas cosas de mi estudio y en unos meses también regreso contigo."
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Adiós, Amor Tóxico! Hola, Herencia Millonaria