Alfa, El Padre De Mi Ex Me Enamoró romance Capítulo 28

Enola se aferró al hombre que la sostuvo con posesión antes de que cayera al piso por el tirón que le dio a Kato para alejarla de ella. Kato por su parte, quedó incrédulo, ¿Cómo es que a él sí lo recuerda?

―Tanok. ―Susurró mirando con desconcierto al hombre que lo mira a él con odio.

―Fuiste tú, tú nos echaste a mi gente y a mí del norte. ―Lo acusó dejándose llevar por esa rivalidad que tienen desde hace años. ―Pero no te lo creas, no te hemos atacado porque antes nos vamos a fortalecer para que de ti no quede más que el nombre en los recuerdos. No comprendo con ayuda de quién nos ganaste, pero esta vez ni la Diosa Luna podrá ayudarte. ―Lo apuntó con el dedo, Enola miró a Kato con ojos grandes y después miró al hombre enorme que la abraza con fuerza, pero de manera protectora.

―Él no…

―Vaya. ―Kato la cortó. ―Después de todo era cierto, te di tal paliza que perdiste la memoria. ―Agrandó la sonrisa dejando descuadrada a Enola. ―Me alegra mucho que a mí no me hayas olvidado. ―Le guiñó a Enola, ahora todo está claro, ella le borró la memoria solamente a los miembros de la manada BloodMoon y a las hechiceras que ahora los protegen. ―Nos vemos, Enola. ―Tras acariciarle la cabeza a Tahiel, y darle una mirada a su luna, se marchó.

―Alfa. ―Naran pasó saliva. ―La responsabilidad es mía. ―No bajó la cabeza por petición de su alfa, ella no tolera que una persona a la que aprecia tanto le bajé la mirada. ―Tahiel quiso hablar con él y yo lo ayudé, perdóneme por favor. ―Le imploró sintiendo culpa por la situación en la que se encuentra su destinado. ―No quería seguir viéndola sufrir de esta manera. ―Enola sonrió, es lo que necesitaba, que ese hombre finalmente decidiera acercarse a ella.

―No se preocupen. ―Se apartó de Tanok para acercarse a su hijo. ―Gracias por hacer esto. ―Los miró a ambos. ―Ahora mi corazón está bien y Violette está más tranquila.

―¿Tu loba ya no trata de tomar el control? ―Tahiel dibujó una sonrisa en sus labios. ―Hice bien en traerlo, ¿Cierto, madre? ―Enola abrazó a su pequeño, sin duda es igual a su padre.

―Por supuesto que hiciste bien. ―Se puso en pie. ―Ahora ve con Naran y tus hermanos, yo necesito hablar con él. ―Tahiel miró al hombre a los ojos y tanto Enola como Naran sintieron escalofríos por la mirada tan intensamente similar.

―Cuida de ella, abuelo. ―Enola miró a esa bestia y después a su hijo marchándose sin mirar atrás.

―¿Abuelo? ―Tanok endureció el ceño, algo en esa mujer le molesta tanto que no la soporta.

―¿Tienes más hijos? ―Apretó los puños pasando de su pregunta. ―¿Acaso mi hijo hizo una vida contigo? ¿Kunak también es tu hijo? ―Enola lo miró atónita por todas sus preguntas.

―¿Qué te hace pensar que son de tu hijo? ―Se cruzó de brazos. Lo bestia no se le quita nunca.

―Yo no te conozco. ―Gruñó. ―Y tampoco eres mujer que pueda llamar mi atención. ―Por supuesto que estaba hermosa, ella es todo lo que un hombre deseara, pero que sea más fuerte que él no le agrada nada. No tener el sur bajo su mando le hará imposible recuperar el norte. ―No hay otra explicación que no sea esa, fuiste mujer de mi hijo.

―Sigues siendo el mismo tonto de siempre. ―Maldij0 furiosa. ―¿Acaso tu hijo no vino a atacarme contigo? ¿Por qué haría algo así si aquí están sus hijos? ―Tanok no dijo nada, ya esa pregunta se la había hecho.

―¿Quién eres? ―Preguntó pasando de todas sus dudas con respecto a ese niño, no lo quería creer, se negaba a aceptar que había olvidado a sus propios hijos.

―Soy Enola Voinescu. ―Respondió con simpleza.

―Nadie me gana en una batalla. ―La miró a los ojos poniendo los suyos rojos. ―¿Cómo puedes ser tan fuerte? ―Se acercó un poco más a ella. ―No eres una simple loba, ¿Qué eres? ―Enola se debatió en sí decir la verdad o callar y finalmente decidió callar, él está muy inestable, se deja dominar por su parte salvaje y de contarle la verdad es seguro que lo perderá y ambos morirán por su necedad.

―Soy una loba que fue criada por brujas. ―Desvió la mirada. ―Por eso soy fuerte. ―Por supuesto, él es el alfa más poderoso de todos los tiempos, la Diosa Luna no le daría a una patética pareja de bajo rango.

―Esos niños, ¿Son mis hijos? ―Enola cerró los ojos con fuerza, eso no podrá ocultarlo ni porque se esfuerce, es demasiado evidente. ―Siento lo que tú, dime la verdad, ¿Son mis hijos? ―Aquel tono era como escuchar a Tahiel.

―Sí, lo son. ―Lo miró un poco nerviosa. ―Son trillizos. ―Sonrió al verlo tan perturbado. ―Nos conocimos en la guerra, yo me encontraba pasando una prueba de mis maestras y entonces te vi. ―Tanok cayó de culo en la cama. ―La conexión fue inmediata, yo me uní a la pelea porque no quería dejarte solo, pero un día fue distinto. ―Frunció el ceño y manipuló sus sentimientos para que él no percibiera la mentira. ―Teníamos a nuestros bebés y el enemigo era realmente fuerte… tú te sacrificaste por mí. ―Los ojos se le llenaron de lágrimas al recordarlo. ―Te vi morir frente a mis ojos, yo sentí como la conexión se rompió… yo perdí la mitad de mi alma en cuanto diste tu último suspiro. ―Sollozó. ―Hui con nuestros hijos y perdí al que esperaba en el proceso. ―Intentó limpiar sus lágrimas. ―Cuando te vi en la batalla, ignoré a mi loba, no podrías estar vivo, ¿Cómo sería posible? No sentía tu olor, así que se me hizo más fácil anteponerme a Violette, pero… ―El abrazo la sorprendió, no se esperó una reacción como esa.

―Por eso volví a la vida. ―Le susurró al odio. ―Algo no me dejó morir, simplemente regresé y peleé por quedarme aquí. ―La separó de él para mirarla a los ojos. ―Las hechiceras dicen que perdí la memoria porque fui al inframundo y volví. ―Sonrió, todo lo malo que pensaba de ella parece haber desaparecido de su mente. ―Casi seis años pensando que no tenía a nadie más que mi hijo, nieto y mi gente. ―Enola hizo un puchero que no pudo contener, se dejó ganar por los sentimientos y lloró como una niña desolada.

Tanto sufrimiento, tanto lamentarse por haberlo perdido al igual que a la manada, tanto rogar al infierno mismo que se lo devolviera y ahora su bestia está junto a ella. Él está abrazándola tan protector como siempre.

―Lo siento… lo siento… ―Intentó calmarse. ―No lloraba así desde hace mucho, lo juro. ―Lo miró a los ojos. ―Pero estás aquí. ―Ignoró el hecho de que le contó la verdad a medias.

―Debo conocer a mis hijos. ―Se puso en pie con ella encima. ―Debo disculparme por haberlos olvidado. ―Enola no le dijo nada, sus hijos son completamente capaces de perdonarlo y darle una oportunidad.

Tahiel tomó de las manos a sus hermanos, ver al hombre gigante frente a ellos no lo hizo sentir seguros. Tanok aun cuando dulcificaba la mirada, la cicatriz en su cara lo hace ver rudo.

―Mira, se parece a ustedes. ―A Huilén se le iluminó la mirada. ―¿Es el hombre del cual nos hablaste, Tahiel?

―Sí, es él. ―Respondió tirando de ella para que no se le acercara.

―Él hizo sufrir a nuestra madre. ―Aluhe lo miró con dureza.

―Me disculpo por eso. ―La voz gruesa dejó a Huilén fría, jama había escuchado a alguien que hablara en un tono tan grave como ese. ―Ahora todo estará bien…

―¿Quién lo dice? ―Cuestionó Tahiel.

―Su padre. ―Enola miró a sus hijos. ―Niños, él es su padre. ―Los niños que ya lo sabían, miraron a Tanok.

―Yo no te reconozco como mi padre. ―Sentenció Tahiel. ―Nos abandonaste y después nos atacaste.

―Deberíamos escucharlo. ―Huilén se ancló en el lugar para que no la arrastrara. ―Debe haber una explicación.

―Así es, y no es culpa de su padre. ―Enola los miró a los ojos. ―Gracias a él yo pude huir con ustedes para ponernos a salvo. ―Tahiel miró al hombre a los ojos y supo que lo había juzgado injustamente. —Él dio su vida por ustedes y por mí.

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