Los trillizos aceptaron a su padre después de pasar un día completo con él y el ver como los protegió de diez lobos a la vez, los convirtió en sus mejores fans. Tanok no cabe de la felicidad, ahora no le importa que perdió la memoria, no le interesa los años que se perdió, ahora lo único que le importa es estar con su familia y ser feliz como jamás se imaginó que sería.
Enola tiene el corazón tan lleno que pocas veces puede dejar de sonreír, su alfa logró unir a su familia y se siente demasiado bien. La felicidad le hizo olvidarse de la gran mentira que mantiene oculta a su alfa, ella simplemente desea disfrutar de la vida que ahora está teniendo.
La ceremonia es la más esperada por la aldea, decidieron hacerla a puertas cerradas y dar la noticia solamente cuando ellos fueran uno solo. No quieren que nada se salga de control, pues son consiente de que algunos no estarían de acuerdo en que los alfas más poderosos se unieran, no les importarían que fueran pareja, simplemente rechazarían esa unión.
El ataque fue evidente, los del Este se hicieron notar y sus intenciones eran claras, matar al alfa oscuro y darle donde más le dolería a la alfa despiadada, pero fueron demasiados novatos al creer que solo diez podrían con el alfa más poderoso. Por supuesto, la respuesta fue inmediata y ahora el Este le pertenece al Sur.
―J0der, me encanta que te muevas de esa manera. ―Mordió su pecho derecho hasta marcarlo. ―Aaarrrggg. ―Gruñó por los furiosos sentones que su mujer está dando, poder hundirse por completo en ella sin destrozarla, más de lo debido lo mata. ―No dejes de mirarme. ―Le pidió como siempre, ama que lo miré y necesita grabarse esos ojos para nunca más olvidarla.
―Te amo. ―Susurró Enola sin dejar de mover sus caderas. ―Amo que me poseas, que me toques y me reclames aun cuando ya te pertenezco. ―Besó sus labios con desesperación, eso es lo que siente cuando su hombre se la foll4 de esa manera tan intensa. ―Aaahhh, Tanok. ―Chilló al verse contra la cama. ―Estaba bien arriba de ti. ―Le reclamó en medio de los gemidos, su hombre se hunde tan fuerte que le saca el aire.
―No quiero que me tortures más. ―Besó su cuello para después pasarle la lengua hasta el valle de sus senos. ―Sabes bien que no puedo mantenerme controlado. ―Apoyó las rodillas sobre la cama y abrió más de piernas a su mujer. ―Me gusta observarte desde aquí. ―La miró con lujuria. ―Ver como tus deliciosos pechos saltan, como tu bajo vientre se hincha por la profundidad a la que llego y ser testigo de como tu coñit0 se abre para recibirme cuantas veces exija entrar en él. ―Mordió sus labios con fuerza, su mujer es el morbo personificado y cada vez que la posee es como si fuera la primera, no se cansa de ella, simplemente quiere más y más. ―Mierd4, eres realmente ardiente, pequeña, me vuelves j0didamente loco. ―Enola enloqueció por el tono provocativo de su marido, ¿Cómo puede ella estar más caliente por solo escuchar su voz?
Recorriendo la mirada por el cuerpo de su hombre negó, no es solo su voz, es su gran tamaño, sus músculos duros, su piel suave, cada vello de su cuerpo y su poll4, es su súper poll4 en sí y por supuesto ese gesto enloquecer y provocativo, es todo él con sus ojos hermosos y sus labios carnosos, es su pelo largo y la manera en la que se mueve, es todo lo que hace y como lo hace.
Ella lo tiene todo cuando está con su bestia, sex0 duro e intenso, caricias salvajes y delicadas, besos ardientes y dulces, arremetidas profundas, fuertes, rítmicas y a la vez las más amorosas del mundo. Frío y calor, placer y deseo, ardor y fuego.
―Dios. ―Se vio obligada a dejar de pensar en la perfección que es su hombre o de lo contraria moriría por el arrebatador orgasmo que está teniendo. Tanok no deja de moverse con la misma intensidad, no deja de aferrar las manos en sus piernas y ella no puede evitar gritar y retorcerse mientras sus fluidos se disparan como un chorro a potencia y moja a su hombre. ―¡Tanok! ―Imploró al borde del desmayo.
―Un poco más. ―Gruñó aumentando sus embestidas. ―Quiero un poco más de ti, nena, solo un poco. ―Entreabrió los labios y ese solo gesto acabó con la poca cordura de Enola, intentó huirle a su hombre, ella ya no pudo seguirle el ritmo a su alfa, no cuando es una máquina de lujuria viviente. ―Oh mierd4… me encanta que te resistas. ―Tras dar un gutural gruñido, acorraló a su mujer con su cuerpo, se echó sobre ella y aspirando su delicioso aroma, se dejó llevar, se corrió en lo más profundo de su cavidad. ―Aaarrrggg. ―Gruñó temblando de pie a cabeza, cada orgasmo que experimenta es una locura de placer. ―¿A dónde pensabas ir, pequeña cachorrita? ―La miró a los ojos.
―No me hagas sentirme más avergonzada. ―Desvió la mirada, pero prontamente Tanok le exigió sus besos. ―Deberíamos prepararnos. ―Susurró entre sus labios. ―Los niños nos dejaron solos por el simple hecho de que ayudarían a los demás con la preparación de la celebración. ―Tanok agradeció eso, sus pequeños al parecer se apiadaron de él y las ganas irrefrenables que tenía de poseer a su luna.
―Bien, solo porque les prometí a mis hijos unirme a ellos lo antes posible. ―Enola sonrió. ―No te rías, pequeña, sabes que de lo contrario tendrías que hacer uso de tu poder de bruja para poder resistirme.
―Eres un arrogante. ―Lo empujó para quitárselo de encima, pero Tanok no se movió ni un centímetro. ―¿Así dejabas a las otras mujeres?
―Debemos ducharnos. ―Se puso en pie y la tomó en brazos. ―No quiero esa conversación, la última vez me golpeaste porque no soportaste los celos. ―La miró a los ojos, se ha puesto demasiado seria.
―Lo estabas contando como si disfrutaras recordarlo, ¿Cómo no me iba yo a enojar? Bájeme. ―Inició a forcejear. ―¡No puedo creer que te acostaste con media manada! ―Le reclamó tan furiosa como el día que se lo confesó. ―Tú eras, eres y tienes que seguir siendo mío, ¿No podías dejar de foll4r por una vez en tu vida?
―No sabía que te tenía a ti. ―Fue paciente con ella. ―No te sentía y tampoco te recordaba, ¿Por qué me haces esto? ―Enola no lo podía controlar.
―La próxima vez hago que no se te pare. ―Susurró furiosa.
―¿Qué? ―Tanok frunció el ceño.
―Nada. ―Abrió la ducha y se metió bajo el agua, debe controlarse o quedará en evidencia como una tonta y entonces si no habrá poder celestial que la salve.
―Felicidades, Tanok hijo de perr4, ¡Te vas a casar! ―Kato le dio un fuerte golpe en la espalda el cual fue correspondido con un puñetazo en su pecho.
―No me toques, escoria. ―Le bramó furibundo. ―No somos amigos, recuérdalo. ―Kato carcajeo.
―Suerte, mejor amigo. ―Le mostró el dedo pulgar mientras su luna tira de él como un niño mal portado.
―¿Por qué insistes en provocarlo de esa manera? ―Naran lo miró enojada. ―¿No entiendes que no le caes bien y quiere acabar contigo a toda costa? ―Kato sonrió como un tonto mirando la belleza de su luna.
―Así cuando él me lastima, tú me mimas, eso me encanta. ―Mordió su labio y apretó el trasero de su mujer.
―Eres imposible. ―Negó rodando los ojos. ―Vámonos, hay que posicionarnos. ―Kato la siguió como un cachorrito obediente, ama a esa mujer, la adora con todo su corazón. Enola fue una bruja por dejarlo sin Luna por tanto tiempo.
Tanok y Enola estaban en el centro del círculo, rodeados por los más ancianos y la hechicera de la manada, la hora de los botos había llegado y todos estaban emocionados, nadie más que los trillizos por supuestos. Ver a sus padres tan felices, dispuestos a entregarse sus vidas uno al otro los hacía muy felices. Su madre finalmente sonreía con sinceridad y su padre finalmente estaba ahí con ellos.
―Debemos llegar cuanto antes. ―Ikal los apremió. ―Quizás mi padre esté muerto para cuando lleguemos, pero arrasáremos con esa manada. ―Todos los guerreros iniciaron a gritar.
―¡Hay que vengar al alfa! ―Nahil los miró. ―Nos tomó muchísimo tiempo buscar aliados, pero los vampiros, nuestros enemigos, hoy se unen para acabar con el reinado de terror de esa put4. ¡Hay que darlo todo! ―Cada uno tomó su forma Lycan.
No entendían por qué esta vez nadie los atacaba, quizás era por los vampiros, pero no importaba, ellos vengarían a su alfa y esa zorr4 moriría de una buena vez.
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