Cinco meses de adaptaciones para Tanok, Nahil y los niños, para Enola e Ikal las cosas son como agua, fáciles de manejar y sobrellevar. Por supuesto, estar a cargo de dos adultos que no soportan a los humanos y cuatro niños que desean experimentarlo todo, no es fácil, pero han sabido como dominarlos para no llamar la atención más de lo debido.
Enola es feliz con la vida que tiene, se le hace bastante incómodo vivir con Ikal y su esposo en la misma mansión, pero lo soporta, sus hijos se han encariñado con su sobrino y ella no tiene el corazón para separarlos. La mentira todavía la mantiene, no quiere estropear lo feliz que es con su alfa.
Tanok por su parte, no soporta estar un segundo más entre humanos, pero saber que es la única manera de mantener a salvo a su familia es lo único que le da la energía para aguantar todo sin perder el control y matar a un detestable humano.
El primer día de colegio había llegado, los niños ya estaban emocionados por relacionarse con otros niños, pues consideran fascinante la inocencia de los demás. Enola no puede con los nervios, sus hijos son demasiados inteligentes al igual que Kunak y teme que pase algo que los deje en evidencia.
―No estés nerviosa. ―Tanok tiró de su mujer para abrazarla. ―Ellos comprenden la situación, serán niños buenos, ¿Por qué no confías en ellos? ―La miró a los ojos con amor.
―¿Por qué los conozco? ―Enarcó una ceja. ―Sé que no aguantarán tantas cosas, ¿Qué sucede si la profesora que les toca es dura con ellos? ¿Qué hay si los niños se portan mal y ella los hace enojar al punto de que no puedan controlarse? ¿O qué sucede si, por el contrario, es demasiado dócil y ellos se comportan como solo ellos saben? ―Tanok besó su frente, le crea ternura verla tan preocupada.
―Los niños estarán bien, deja la desconfianza, cachorrita. ―Tomándole las mejillas entre sus manos, agrandó la sonrisa. ―Amo que te pongas así. ―Susurró acercando sus labios a los de ella. ―Adoro que toda la situación te ponga tensa, eso significa que hay una sola cosa que logre relajarte y esa cosa es lo que tengo entre mis piernas. ―Enola jadeó al sentir la poderosa erección de su hombre.
―No puedes hacerme esto, no ahora. ―Se quejó deseosa por probarlo nuevamente, no pueden estar sin sexo. ―Tanok. ―Susurró antes de recibir el ardiente beso que despertó hasta el último átomo en ella. ―Dioses, te amo y deseo tantísimo. ―Acarició su cabello. ―Adoro que no le hayas hecho caso a Ikal, me gusta tu pelo largo. ―Tanok ladeó la cabeza, justo por eso no lo hizo.
―Jamás cometería ese error, los niños igual se negaron con rotundidad. ―Enola cerró los ojos.
―¿Qué sucede si no los permiten con el cabello largo? Eso será un golpe para los tres pequeños.
―Tranquila, los humanos respetan mucho las religiones, podremos mentir con eso. ―Los pasitos rápidos los hicieron sonreír. ―Y ahí viene el vendaval endemoniado. ―Tanok se separó de su mujer listo para atrapar a sus pequeños.
Huilén, Tahiel y Aluhe saltaron a los brazos de su padre en cuanto lo vieron en posición, Tanok con una carcajada alzó a sus hijos, están enormes, pero aún puede con ellos y ama eso. Los besos de Huilén iniciaron como siempre.
―Papi, ¿Ya nos vamos al colegio? ―Huilén lo miró llena de emoción. ―Ya quiero saber como es el colegio y cuantas cosas hay. ―Enola sonrió.
―Algo me dice que esa emoción durará hasta que se vean obligados a estudiar. ―Tanok miró a su mujer con el ceño fruncido, conoce mucho ese mundo y jamás le ha dicho que ella ha vivido entre ellos. ―Vamos, es hora de irnos, su padre y yo tenemos que trabajar. ―Tanok bajó a sus hijos y estos salieron corriendo fuera de la habitación.
―¿Por qué estás tan familiarizada con las tradiciones de los humanos? ―Atacó. ―¿Por qué es que te adaptaste en menos de nada, al igual que Ikal? ―Enola dejó de respirar, ella se congeló con una sonrisa dibujada en los labios. ―¿Por qué es que sabes exactamente cada cosa de este mundo sin haber vivido aquí antes? ―La miró a los ojos.
―Bu… bueno. ―Enola agrandó la sonrisa. ―Tenía que hacerlo, cielo. ―Se acercó a él para abrazarlo. ―Tú eres una bestia en todo el sentido de la palabra y no toleras a los humanos, Nahil es como un niño, Ikal se ocupa de él y yo de ti. ―Besó su pecho. ―Vamos, debemos irnos. ―Tanok tiró de ella.
―Eres mi salvación, ¿Lo sabías? ―Enola sonrió, sintiéndose la persona más falsa del mundo.
―Y tú la mía. ―Tras el beso en los labios iniciado por Tanok, salieron para encontrarse con los demás. ―Bien, niños, despídanse, debemos irnos. ―Los trillizos se despidieron de su hermano mayor y de Nahil.
―Papá. ―Kunak lo miró a los ojos. ―¿Qué sucede si no me gusta el colegio? ―Ikal sonrió. ―Yo crecí para ser un guerrero, no para vestir estas ropas ridículas y peinar mi cabello en coleta, quiero mis trenzas. ―Arrugó el entrecejo. ―Esto no me gusta nada.
―Eres un campeón. ―Ikal se colocó a la altura de su hijo. ―Lo harás bien, un guerrero puede con lo que sea que se le presente, ¿Lo entiendes? Ya sea en el campo de batalla o en un colegio. ―Le dio una palmada en el hombro. ―Eres un Nukak, nosotros no nos rendimos ante nada, si yo que soy tu padre pude dominar este mundo, tú podrás, ¿De acuerdo? Deja de dudar y enfrenta tu realidad. Aprende y hazte más fuerte, conoce tu entorno y domínalo. ―Enola alzó las cejas, ella crio a sus hijos con dureza, pero ese pobre niño se crio con dos lobos bestiales.
―Vale, también puedes buscarle el lado bueno y divertirte, no todo lo tienes que ver como una batalla. ―Acarició su cabello. ―¿De acuerdo? Tienes apenas seis años, cielo, no será un pecado que te comportes como un niño, igual ustedes. ―Miró a sus hijos. ―Rayos. ―Gruñó por el timbre de su móvil. ―¿Sí? ―Respondió la llamada y al escuchar lo que le dicen cerró los ojos. ―Cielo, ¿Puedes llevarlos tú? Tengo que ir a la oficina.
―Soy tu jefe y trabajas conmigo, ¿Qué irás a hacer tú ahí? ―Tanok la miró molesto, odia como esos humanos la miran.
―Tengo que ir a representarte, amor, hay problemas en uno de los hoteles. ―Miró a Ikal y Nahil. ―Y esto les concierne a ustedes. ―Ambos hombres asintieron.
―Entonces es momento de irnos. ―Tras las despedidas, cada uno tomó su camino.
―¿Por qué debo limitarme a una cuando tú tienes a cuantas quieres? ―Cuestionó con desagrado.
―Porque yo sí me acuesto con experimentadas, no solamente con vírgenes, ¡Eres un lobo de trescientos años! Deberías madurar de una buena vez. Puedes quitarles el olor a las humanas e impregnarle el tuyo, ¿No es eso mejor que estar desvirgando a niñatas? Son niñas de entre dieciocho y veinte años, pervertido.
―Dios mío. ―Enola los miró con desaprobación, ahora entiende por qué Ikal amaba que ella fuera virgen cuando la conoció. ―Son tan desagradables los dos, ¿Lo saben?
―Somos hombres, ¿Nos puedes culpar? ―Ikal la miró mal, algo en él no se siente cómodo estando cerca de ella, no es que la odie, pero que sea su madrastra no le gusta, es mucho más joven que él.
―Desagradables, ya lo dije. ―Resopló. ―Aquí están los documentos, hay que hacerle las mejoras al hotel lo antes posible. ―Tiró la carpeta sobre el escritorio. ―Iré a hablar con tu padre, ya llegó. ―Dio media vuelta y se marchó deseosa por ver a su hombre y olfatearlo.
―No me gusta como te miran esos humanos. ―Tanok gruñó. ―Sentir su nauseabundo olor cuando se excitan me enferma. ―Enola miró a su alrededor.
―Tengo el cabello blanco, color de ojos inusuales y toda yo soy extraña a la vida de los demás, no es excitación, Tanok.
―¿Acaso no percibes el olor que desprenden cuando tú estás cerca? ―Enola lo miró con una sonrisa en los labios.
―Al único que me encanta olfatear es a ti, a mi hombre, mi alfa y esposo, ¿Por qué olfatearía yo a esos humanos? ―Tanok gruñó y tomándola de la mano la metió a su oficina. ―Tenemos que hablar. ―Enola intentó resistirse.
―Lo haremos después. ―Tanok la besó con desesperación, pero las imágenes cruzando su cabeza lo hizo quejarse de dolor.
―¿Amor? ―Enola lo miró con preocupación. ―¿Qué sucede? ―Preguntó por la mirada que Tanok le da, ¿Por qué la está mirando tan serio? Se preguntó con el corazón acelerado al igual que el de él.
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