Alfa, El Padre De Mi Ex Me Enamoró romance Capítulo 36

―Lo siento. ―Tanok se separó de ella, ¿Qué fue lo que le pasó? Se preguntó confundido, es como si su mente reprodujera cosas que había vivido, pero no recuerda nada de eso. ―Me ha dado dolor de cabeza de pronto. ―Enola se preocupó al verlo tan perturbado.

―¿Es tu lobo? ―Preguntó tocándole la frente. ―Llevas cinco meses sin convertirte, ¿Por qué no sales en la noche y lo haces? ―Tanok negó, no tiene que ver nada, ¿Por qué se vio a sí mismo y a su mujer en una ceremonia? ¿Acaso sus recuerdos están volviendo? ―Amor, me estás preocupando mucho, ¿Por qué te me quedas mirando con tanta seriedad? ¿Sigues celoso por la mirada de los humanos?

―¿Hay algo que deberías contarme? ―La miró con gesto dulce. ―Siento que te estás preocupando de más por esto. ―Sonrió. ―Por eso es la pregunta. ―Enola volvió a respirar, por un momento pensó que él sabía algo.

―¿Cómo no preocuparme? Se trata de ti, cielo. ―Se abrazó a su cuello. ―Todo lo que te pase a ti me preocupa, ¿Puedes entender eso? ―Tanok la abrazó con fuerza, pero nuevas imágenes cruzaron su cabeza con tal violencia que se vio obligado a terminar el beso. ―¿Qué pasa?

―Viene alguien. ―Mintió agradeciendo a quien se acerca a su despacho. ―Arréglate la blusa. ―Enola obedeció y se peinó también el cabello.

―Odio que interrumpan cuando estoy teniendo un momento contigo. ―Tanok le dio una nalgada y le guiñó, debe disimular lo que le está pasando con él.

―Pase. ―Tanok se colocó tras su escritorio, aun con el fuerte dolor de cabeza su erección no ha cedido. ―¿Qué sucede? ―La secretaria como siempre se puso nerviosa ante la presencia de Tanok, Enola tensó la mandíbula al escuchar el corazón desbocado de la mujer.

―Señor, estos documentos han llegado. ―Se los colocó sobre el escritorio. ―Recursos Humanos los necesita lo antes posible, requieren una firme. ―Tanok le echó un vistazo y asintió.

―Bien, te llamaré en cuanto los tenga listo. ―Miró a la mujer a los ojos. ―Puedes marcharte, los revisaré antes. ―Le aclaró al verla que no se movía.

―Oh, sí, por supuesto. ―Sonrió y dando media vuelta se marchó.

―Ni siquiera se dio cuenta de mi presencia. ―Gruñó Enola, si antes la ignoraban por rara, ahora lo hacen porque toda la atención se la dan a su hombre, eso la enfurece. ―Es una mierd4 esta situación. ―Se sentó en el sofá. ―Hay que hacerle unas renovaciones a uno de los hoteles, Ikal y Nahil se están haciendo cargo. ―Se puso en pie. ―Eso si dejan de hablar de mujeres vírgenes y de las que huelen a otros. ―Se dirigió a la puerta. ―Yo estaré en mi despacho, debo trabajar en unos documentos que debo entregar al piso de finanzas. ―Tanok alzó las cejas, su mujer se enoja con tanta facilidad que lo sorprende.

―Ese aspecto dulce no es más que una fachada. ―Susurró al verla salir.

Resoplando se sentó en su sofá, ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué de pronto recuerda cosas? ¿Por qué se siente tan confundido? Cerrando los ojos trató de respirar, ¿Acaso su cachorrita no es lo que él piensa y por eso la dejó? Negó, es claro que él dio su vida por salvarla.

Enola miró su ordenador, no tiene ganas de trabajar, realmente lo único que desea es volver al mundo sobrenatural, siente que ya no encaja en el mundo de los humanos, no deja de cuestionarse como es que toleró vivir entre esas criaturas crueles, egoístas y temerarias como lo son los humanos.

―Dioses. ―Se sobresaltó al ver a su marido entrando a su oficina. ―¿Por qué te apareces de pronto y sin tocar? ―Le riñó llevándose las manos al pecho, desde que usó su poder no puede relajarse, siente que sus hermanos llegarán en cualquier momento, debería quitarse la idea de la cabeza, han pasado cinco meses, pero no puede evitarlo.

―No me culpes por tu distracción, cachorrita. ―Ladeó la sonrisa. ―Salí a darle los documentos a la recepcionista. ―Soltó el aire por la nariz. ―Me acaban de llamar del colegio. ―Enola se puso en pie al instante. ―Tahiel y Kunak han peleado con otros dos niños.

―No puede ser. ―Se llevó las manos a la cabeza. ―Dime que esos niños están bien, te lo suplico. ―Lo miró aterrada.

―Tranquila, fue una simple pelea de niños. ―La calmó. ―Eso fue lo que me dijo la maestra, pero aun así quiere que uno de nosotros pase a hablar con ella. ―Resopló. ―Al parecer se lo dejarán pasar porque son nuevos y según ellos ese comportamiento se puede deber al gran cambio que los niños han tenido y la verdad lo creo así. ―La miró a los ojos. ―Hasta para mí ha sido estresante este cambio y ya había vivido lejos de mi hogar, no quiero ni imaginarme como están ellos, su primer cambio, dejaron de golpe su hogar y los trajimos al otro extremo del mundo. ―Enola se apoyó en el escritorio, se siente tan culpable por todo. Quizás si le hubiera dicho la verdad a Tanok lo hubiera perdido, pero sus hijos no se hubieran visto en la necesidad de cambiar de vida tan drásticamente. ―¿Qué tanto piensas? ―Tanok frunció el ceño.

―En los niños. ―Susurró. ―Yo iré a la reunión, los llevaré a casa. ―Inició a pagar el equipo. ―Por favor, no llegues tarde a casa, ¿De acuerdo? ―Tomó su bolso. ―Nos vemos más tarde. ―Se paró de puntillas para darle un beso en la mejilla. ―Te amo. ―Le sonrió con amor. ―Siempre ha sido y será así. Lo sabes, ¿Verdad?

―Por supuesto. ―Tanok la miró irse y resopló con fuerza, sabía que sus hijos tendrían complicaciones, pero jamás esperó una pelea el primer día.

Enola llegó al colegio, ya la estaban esperando, el problema al parecer no fue grave, por lo que la maestra a cargo del grupo es quien la recibió y con quien hablará al respecto. Como siempre, Enola se aseguró de que sus cuatro niños estuvieran bien y solo entonces le prestó atención a la profesora.

―Lamento haberla hecho venir. ―Enola se sintió intimidada por la belleza de la mujer, tiene un magnetismo que la descoloca, ella siendo mujer y se siente deslumbrada por su belleza, ahora no quiere saber qué sucede con los hombres. ―Pero como puede ver, la situación es un poco inusual. ―Le sonrió. ―Tahiel y Kunak se han peleado con dos de sus compañeros por el simple hecho de que se le acercaron demasiado a Huilén. ―Enola evitó cerrar los ojos, ya se imagina cuál fue el papel de Aluhe. ―En un acto posesivo y violento alejaron a los niños de ella mientras Aluhe la protegía del resto.

Desnuda, confundida y humilla como otras veces a lo largo de su vida entre los mortales, se encogió en el suelo y se echó a llorar. ¿Por qué solamente recordaría eso? ¿Por qué no recordarlo absolutamente todo? ¿Acaso lo irá recordando poco a poco? Las preguntas la atormentaron más.

Tanok llegó a un bar y lo primero que pidió fue un trago de los más fuertes y tras de ese vinieron muchos más, el alcohol de los humanos es demasiado suave para él y lo que ahora quiere es olvidarse de eso que recordó de manera inexplicable. ¿Acaso pensaba ella seguir con su mentira? ¿Cómo es que la Diosa Luna está entre ellos y sea la madre de sus trillizos? ¿Cómo puede él vivir con la verdad de que su hijo se folló a su mujer antes? ¿Cómo podrá mirarlo a la cara a ambos? Negó, su hijo tampoco recuerda nada, ella les borró la memoria a todos.

―Oh, señor Nukak. ―Tanok tras percibir ese olor, supo de quién se trataba, al mirar a su lado, la profesora de sus hijos le sonrió.

―Señorita…

―Elizabeth. ―Sonrió. ―Puede decirme así. ―Tanok asintió. ―No me vea de esa manera, por favor. ―Le pidió un poco avergonzada. ―Soy maestra, pero una vez fuera del colegio, soy como cualquier mujer soltera y decepcionada de la vida.

―Vaya. ―Tanok bufó. ―Si hablamos de decepciones, creo que yo le gano. ―Bromeó con su propia desgracia.

―No lo creo, los hombres suelen decepcionarnos más a las mujeres que nosotros, a ustedes. ―Le guiñó.

―Es como bien dicen ustedes, el cacho del toro duele, pero el de la vaca arde. ―Elizabeth carcajeó.

―Vale, para eso no tengo como responder. ―Llamó al barman. ―Por favor, dale otro trago al caballero y para mí también. ―Tanok la miró a detalle y tras recibir esa mirada brillante sonrió.

―La noche es joven, ¿No?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Alfa, El Padre De Mi Ex Me Enamoró