―¡Me echaste de casa, Enola! ―Gritó entrando a la habitación. ―Y ahora no quieres escucharme, ¿Dime como vamos a solucionar las cosas? ―Enola deseaba con todas sus fuerzas matarlo ahí mismo por cínico.
―¡Y la única razón por la que te dejo venir aquí es por nuestros hijos! ―Le dio frente. ―Pero ellos están en el colegio con tu amante, ¿Por qué no me dejas en paz y te largas a atormentarla a ella?
―¡No es mi amante! ¿Cuándo lo vas a entender?
―¡Nunca! ―Lo miró con odio. ―Apestas a ella, ¿Por qué eres tan descarad0 y miser4ble? ―Tanok sufrió con esa mirada de su mujer.
―No me he acostado con ella, yo solo la veía como una amiga, yo…
―No me interesa lo que tengas para decir. ―Lo cortó como cada día en el último mes. ―No me importa nada que tenga que ver contigo, ahora sal de aquí, debo ir a trabajar porque, aunque deteste trabajar en el mismo lugar que tú, debo hacerlo porque debo mantener a mis hijos.
―¿Por qué no quieres escucharme? ―Se detuvo antes de acercarse más de la cuenta, su mujer ni siquiera soporta tenerlo cerca. ―No es mi culpa que lo haya recordado de esa manera, dices que puedes ayudar, hazlo.
―Ahora no quiero ayudarte. ―Sonrió con rencor. ―Y así como tú no me dejaste explicarte las cosas, al igual que tú me voy a buscar alguien en quien refugiarme. ―Intentó pasarle por el lado, pero Tanok no se lo permitió.
―¿Acaso te acostarás con Nahil? ―A Enola le dio asco su pregunta y más su gesto abatido.
―Nosotros, al contrario de ti, no somos unos bastard0s miser4bles. ―Hizo una mueca de dolor y desagrado. ―No traicionamos a quien se supone es importante para nosotros.
―Elizabeth… ―Enola haciendo uso de su poder lo estrelló contra la pared, odia escuchar ese nombre.
―Juro que deseo matarte más que a nada. ―Tanok se quejó del dolor, ha atravesado la pared. ―Pero por mis hijos no lo he hecho. ―Se acercó a él con sus ojos brillando al igual que su cuerpo. Tanok no retrocedió, sabía que podía acabarlo ahí mismo porque él jamás se defendería, pero simplemente deseaba recuperar a su mujer. ―Pero si sigues insistiendo en j0derme la vida, te mataré y después le borraré cualquier recuerdo a mis hijos que tengan contigo. Si tanto creíste que soy una bruja manipuladora, pondré en práctica eso y será para desaparecerte de nuestras vidas.
―Cachorrita… ―Tanok se puso en pie, está perdiendo el control, pero no quiere que pase lo de la última vez.
―No vuelvas a llamarme de esa manera, infiel. ―Calmándose, tomó su bolso y salió de la habitación.
―Me equivoqué. ―Fue tras ella. ―Lo sé y lo lamento… pero las cosas no son como tú…
―¿Cómo yo las creo? ―Le dio frente. ―¡Te seguí, Tanok! ―Confesó lo que había callado. ―Gracias a los Dioses llegué cuando apenas te estabas besando con esa zorr4 y no cuando te la estabas tirando. ―Las lágrimas se formaron en sus ojos y fue inevitable no dejarlas salir. ―Yo te vi fallándome, faltando a tu promesa, a nuestra conexión y nuestros lazos. ―Sonrió llena de dolor. ―Y tu olor me lo confirmó todo cuando llegaste a casa esa misma noche en la que me hiciste el amor y después te fuiste a revolcarte con ella.
―Nena…
―¿Qué querías aclarar? ―Lo calló. ―¿Querías asesorarte de que ella lo hacía mejor que yo? ―Carcajeó. ―¿Acaso deseabas saber cuál era la diferencia entre nosotras? ―Limpió sus lágrimas. ―Ya estoy cansada de ser yo quien sufra siempre que las cosas se ponen mal. Te di la oportunidad, intenté solucionar las cosas entre nosotros y tú no hiciste más que confiar en lo que recordaste y yo, no te culpo. ―Se encogió de hombros. ―Pero una vez más decidiste desconfiar de mí y buscar consuelo en una put4. ―Alzó el mentón. ―Me perdiste, Tanok y esta vez es para siempre, si estás aquí es por mis hijos, pero tiéntame un poco más y verás que desapareceré con mis bebés y no podrás encontrarme nunca porque una criatura tan nefasta como tú no es digna de visitar el reino de los Dioses. ―Tanok cayó de rodillas al verla darle la espalda.
Jamás había sentido tanta furia como ahora, para ella experimentar una vez más una traición como esa fue demasiado, ¿Por qué tiene que doler tanto ser traicionada? ¿Ya no debería estar acostumbrada ella a las decepciones que le dan las supuestas personas que la aman? ¿No debería tomarlo con más calma al no ser la primera vez? No es un pecado que el padre de su ex la haya enamorado, ¿Entonces que está pagando ella? Sonrió, la traición a sus hermanos, es por eso que cada persona que ella ama la traiciona. Esa m4ldición es su carga.
Agonizante, es así como Tanok considera el último mes, su cachorrita, esa mujer que no fue capaz de traicionar a pesar de estar dolido y decepcionado, ahora lo detesta de una manera intolerante para él. ¿Qué culpa tiene de recordar las cosas malas? ¿Por qué no puede entender que es su memoria y confió en ella?
¿Acaso es así como se terminarán las cosas entre ellos? ¿Acaso Elizabeth, en su desesperación por desear acercarse a él, lastimó a su mujer? Las preguntas lo enloquecieron como siempre y fue inevitable mantener el control de su lobo. Tanok le cedió el control total a su bestia y sin darse cuenta destruyó cada rincón de la mansión hasta que un candelabro le cayó en la cabeza y pudo retomar el control nuevamente.
―Luna. ―Nahil entró a la oficina. ―Es una reverenda mierd4 que te hayas cambiado al piso de Recursos Humanos. Aquí no puedo fastidiarte cuando quiero. ―Resopló. ―¿Cómo estás? ―Se sentó en el escritorio y la miró a los ojos.
―¿Cómo podría estar, Nahil? ―Resopló molesta. ―Debo soportar al hombre que me ha lastimado más de una vez solo por mis hijos. ―Apretó los puños. ―Tengo que trabajar en el mismo lugar que él porque sé que no me dejaría en paz y haría que me despidieran de donde fuera. ¿Qué ventaja tiene ser una Diosa? ―Negó frustrada.
―Ya estoy cansada de tu jueguito de moralidad. ―Tanok se alarmó al sentir tal poder en ella. ―Serás mío, aunque no quieras y no podrás evitarlo. ―Los ojos dorados de Elizabeth iniciaron brillar. ―Esa mujer no hace más que jugar contigo, ¿No lo ves? ¡Siempre ha jugado contigo! ―La puerta abriéndose la sobresaltó e inmediatamente volvió a su forma humana.
―Mmmm, veo que tienes compañía. ―Enola miró a Elizabeth con desprecio. ―De todas maneras, no tardaré, he traído los documentos que…
―No es lo que parece, ella…
―No me interesa. ―Lo cortó mirándolo con severidad. ―He venido por trabajo y a eso nos vamos a limitar. ―No lo dejó hablar. ―Estos son los documentos que solicitó al departamento de RR.HH, está todo detallado, lo hice yo misma. ―Dejó la carpeta. ―Hoy me retiraré temprano, la niña se marchará antes, jefe. ―Sin más salió del lugar con la punzada de dolor, matándola como el último mes.
―Lárgate de aquí. ―Tanok señaló la puerta. ―Si vuelvas a acercarte a mí, juro que te arrancaré la cabeza. ―Su lobo luchó por salir, estaba perdiendo el control. ―¡Largo! ―Elizabeth lo miró a los ojos, ambos estaban sufriendo, estaban camino a la muerte, pero aun así se mantienen fuertes e inquebrantables, ¿Cuándo su dulce hermano se volvió tan dura? Sabedora de que ya no podrá hacer las cosas como las planeó al inicio, decidió actuar directamente. Acabará con la vida de su hermana de una vez por todas, o bueno, después de lastimarla hasta la agonía.
Enola llegó a casa y sus cuatro niños la recibieron junto a Ikal, eso realmente la impresionó, él siempre evita estar cerca cuando ella anda por ahí. Tras saludar a los niños y darles permiso para jugar, enfrentó a Ikal.
―La niñera tenía que irse y yo me quedé con ellos. ―La miró a los ojos. ―Yo… ―No supo que hacer, su corazón no deja de latir con fuerza, recordar todo lo que vivió con ella incrementó el odi0 que le tiene a la madre de su hijo por los hechizos que utilizó en él.
―No tienes que decir nada, eso solo lo volvería más incómodo. ―El timbre los interrumpió.
―Yo iré. ―Enola asintió y se sentó, la sala es mucho más grande cuando está vacía, pensó en que ahora solo ella y los niños viven ahí.
―¡Ikal! ―Se puso en pie al verlo caer frente a ella con una gran herida en su pecho.
―Hola, hermana... ¿Sorprendida de verme?
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