Alfa, El Padre De Mi Ex Me Enamoró romance Capítulo 57

Oscuro, así había iniciado el día para Enola al intentar dar un paso y caer con todo su peso al piso sin poder ponerse en pie nuevamente por su propia cuenta. Los gritos, la desesperación y los insultos no tardaron cuando Tanok la ayudó a ir al baño para hacer sus necesidades.

Una inválida, así se ve ahora, una simple humana enferma, es lo que es, una terrible madre por alejarse de sus hijos desde hace más de dos meses y una fatal esposa por agredir a su esposo cuando la frustración le gana.

Un nuevo día para enfrentar su desdicha, un nuevo día en el que se da cuenta de que su final está más cerca de lo que le gustaría y un nuevo día para ver a su esposo batallar por los dos y tragarse todos sus miedos para siempre mostrarle una sonrisa que oculta cada cosa en él.

―¿Tienes ganas de salir? ―Tanok la dejó sobre la cama. ―Te tengo una sorpresa. ―Verlo tan animado la amargó un poco más. ―Vamos, cachorrita, hazme caso, ¿Cuándo te he mentido? ―Le guiñó sin perder la sonrisa.

―No quiero salir de aquí. ―Se negó. ―No andaré por ahí en una silla de ruedas siendo vista con lástima por mi apariencia. ―Le dio la espalda.

―No hemos salido de esta casa en una semana, ¿Por qué no te animas? Prometo que la sorpresa de hoy te va a fascinar. ―Ella sabía que algo bueno la esperaba, su alfa se esfuerza siempre, pero realmente no quería estar fuera con esa tos y en sillas de ruedas.

―No quiero ir. ―Tanok asintió a pesar de que ella no lo veía y se marchó para el baño, necesita ir con urgencia.

―¡Maldit4 sea! ―Le dio un puñetazo al lavamanos así destrozándolo por completo, deseó destruirlo todo, pero se contuvo, se miró al espejo y una vez más se dejó en claro que no puede perder el control.

Enola había escuchado el estropicio y supo de inmediato que su hombre se estaba quitando la frustración con lo que sea que había golpeado y eso la hizo sentir mal, ella se lo pone muy difícil sin importar cuanto él se esfuerce.

―¿No has medido tu fuerza? ―Preguntó sabiendo que esa es siempre su excusa.

―Lo lamento, es la tercera vez esta semana. ―Sonrió como si nada hubiera pasado. ―Tu hombre es un macho alfa, no puedes culparme por mi superfuerza. ―Le guiñó en complicidad y al verla reír su corazón se saltó un latido, ella ha sonreído. ―Eres tan jodidamente perfecta cuando sonríes.

―¿Por qué siempre me adulas? ―Enola dejó de sonreír. ―Mírame, Tanok, doy lástima más que otra cosa ¿Y tú aún te excitas cuando me ayudas a bañarme o me ves desnuda? ―Tanok no la comprendió. ―Solo detalla en mí, ¿Algo de lo que soy ahora es provocativo?

―Por supuesto que sí. ―Respondió sin entender bien su punto. ―Eres la mujer más sexy que he conocido en toda mi vida y eso no ha cambiado porque ahora luces distinta. ―Se acercó un poco a ella. ―Yo estoy enamorado de tu alma, cachorrita, de lo que eres, no de como te ves… aunque uff. ―Mordió sus labios. ―Te ves realmente increíble, nena, eres todo lo que amé, amo y seguiré amando toda mi vida. ―Besó sus labios. ―Eres la única que me la pone gorda, dura y grande, ¿Dudas de eso? ―Le tomó la mano y la guio a su entrepierna. ―Todo esto lo ocasionas tú y puedo jurarte por la salud de nuestros hijos que ninguna otra en mis mil años, me la ha puesto así, tan jodidamente tiesa y adolorida por la excitación. ―Enola se estremeció, ¿Cómo puede seguir mirándola con los mismos ojos aun cuando es un esqueleto inválido?

―Eres realmente un loco y testarudo lobo. ―Besó sus labios. ―Te amo… te amo tanto que me duele estar haciéndote todo esto.

―No me haces nada, cachorrita, vives para mis hijos y para mí, con eso me lo das todo. ―Besó su frente. ―Por favor, acompáñame, quiero darte esta sorpresa más que nada. ―Enola miró esos ojos celestes y asintió, no puede atarlo a una vida amargada solo porque ella no puede mejorar.

―Está bien, aceptaré montar a esa silla infernal y soportar la mirada de esos humanos. ―Tanok miró preocupación en sus ojos.

―¿Qué sucede, cachorrita? ―Frunció el cejo. ―¿Pasa algo? ―Enola se llevó las manos a la cabeza.

―Es Violette, casi no la siento. ―Tanok dejó de respirar. ―Desde que perdí la capacidad de convertirme ella está desapareciendo lentamente, puedo sentirlo. ―Tanok la abrazó, perder a un lobo es lo más doloroso que puede experimentar un hombre lobo.

―Tranquila, ya nos estamos acercando más a la bruja suprema, ella te ayudará a ser la de antes y no perderás a Violette al igual que tus poderes. ―Enola se soltó la cabeza y asintió, debe confiar en que esa mujer aparecerá pronto.

Enola no dejaba de mirar con cara de pocos amigos a quien no apartaba la mirada de ella, no sabe que hace en un lugar tan lleno de personas, Tanok sabe exactamente lo que piensa al respecto y aun así insistió.

―Quiero irme de aquí. ―Se arrepintió. ―No quiero estar aquí, devuélveme a casa, Tanok, ya mismo. ―Tanok no le prestó atención, estaba mirando a su alrededor, debía ubicarse a tiempo o de lo contrario todo sería un auténtico desastre.

―¡Por supuesto! ―Se emocionaron.

―Vale, pero saldré solamente por una hora, podremos beber en la casa, ¿Cierto Andrés?

―Por supuesto. ―El hombre no se negó, ha viajado gratis a un lugar que no pensó conocer nunca. ―¿Por qué no nos vamos para esa casa que han comprado? Son realmente ricos, ¿Cierto? ―Tanok no respondió, es más rico de lo que cualquiera se pueda imaginar, pero siempre ha hecho todo bajo perfil.

La casa pareció llenarse de luz, tener a los niños cerca era siempre escuchar ruidos y peleas, para Enola no había nada mejor que estar rodeada de sus bebés, su vida realmente había dado un giro con la presencia de sus hijos.

Tanok y Andrés decidieron cocinar con ayuda de los niños y cenar en casa antes de salir a dar una vuelta, Enola estaba también feliz porque su esposo finalmente podía tener un respiro. Él la había sorprendido nuevamente, su alfa le dio una alegría que no se esperaba y eso la enamoró mucho más.

―Se siente extraño. ―Tanok dejó la copa sobre la barra. ―Desde que nos mudamos a este vecindario dos meses atrás, jamás había asistido a este bar ni a ninguno otro. ―Miró a su alrededor. ―Es una locura lo tanto que temo dejar a mi mujer sola. ―Andrés sonrió.

―Te entiendo. ―Suspiró. ―Cuando la madre de Valentina enfermó, yo no podía estar lejos de ella, sentía la necesidad de siempre cuidar de ella sin importarme los ataques de ira que le daba la frustración. ―Jugó con el contenido de su copa. ―Sin importarme lo mal que ella se ponía, yo disfrutaba su compañía hasta el último momento… hasta que ese cáncer me la quitó. ―Respiró hondo. ―Por eso tendrás mi apoyo siempre, si hay alguna manera de que tu esposa se sane, yo cuidaré de tus hijos como si fueran míos y no deberás preocuparte por nada.

―Eres un verdadero amigo, Andrés. ―Le sonrió. ―Es una pena que nos hayamos conocido de esta manera.

―¿Pena? ―Enarcó la ceja. ―Amigo, fue afortunado, estaba solo con mi hija y la llegada de tus hijos fue como aire fresco, mi hija consiguió dos amigas y yo tres. ―Ambos chocaron puños, nunca un humano le había caído tan bien a Tanok.

―Buenas noches. ―Ambos giraron para ver a la dueña de aquella voz sugerente y perfecta al oído.

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