Alaia
Abro mi Laptop para seguir buscando casas en Chicago, ya contacté una compañía de Real estate para vender esta casa, está registrada a mi nombre y al de mi madre, ella me ha apoyado incondicionalmente en las decisiones que he tomado, resolveremos lo de su trabajo y mis estudios cuando estemos allá.
Sentimientos que no me agradan se abren paso en mi interior cuando veo las fotos de la boda de Nick con Bárbara, como la gran noticia del año, respiro sin dejarme llevar por esos sentimientos.
Cierro la ventana que se abrió sin que yo lo pida y continuo con la búsqueda de las casas, de pronto escucho un auto estacionarse afuera, me pongo de pie y veo la camioneta, sonrío, siempre soy feliz cuando lo veo, aunque no puedo evitar sentirme aprensiva por su reacción ante la noticia que debo darle, siento un nudo en la boca del estómago, salgo de mi habitación, bajo y cuando estoy llegando abajo mi padre ya está abriendo la puerta.
—¡Papa! —digo y él sonríe al verme.
—¿Cómo está mi niña? —cuestiona en tono alegre, siempre he sido su niña, aunque ya no lo sea.
—Estoy bien —digo no muy convencida.
—Patrick —mi madre saluda.
—Paula —él asiente, su relación es cordial, digamos que se llevan bien.
—¿Qué tal tu viaje? —cuestiono.
—Agotador, estos viajes me restan años —musita y rio negando con la cabeza, mi madre y padre son jóvenes y bonitos.
—Pasemos a la mesa, ya tengo todo listo, ayúdame linda —mi madre pide y juntos vamos al comedor, hablamos de su trabajo, una compañía de comunicaciones en la cual le va muy bien.
Una vez terminamos el almuerzo, decido que es momento de decirle la verdad.
—Cómo siempre, exquisito, Paula —mi padre pasa la servilleta por sus labios y la deja a un lado cuando un silencio se hace en la mesa, mi madre me mira y sabe lo que voy a hacer.
—Papá —digo y él levanta la mirada.
—Hay algo que debo decirte —digo y él espera en silencio.
—Estoy embarazada —digo y sus gestos demuestran varias emociones, su rostro enrojece hasta el cuello y asiente, se ve muy molesto.
—Paula, ¿podemos hablar? —se pone de pie de forma brusca.
—Papá —me pongo de pie.
—Está bien, cariño —mi madre camina junto a mi padre al estudio, no entiendo la reacción de mi padre, es conmigo con quien debería hablar.
No pasa mucho tiempo cuando escucho que ambos hablan en tono más alto, y no logro entender, me acerco a la puerta, están hablando de mí después de todo.
—¡Debías cuidarla! Esto cambia todo—escucho a mi padre, reclamarle a mi madre.
—Y lo hice, Patrick, la cuidé, pero no podía evitar lo inevitable, Alaia se ha convertido en una mujer aunque no lo queramos, el amor llegaría a su vida en algún momento, se enamoró, no puedes culparla por ello.
—¿Y dónde está el imbécil? El hombre de quien se enamoró ¿Por qué no está aquí mostrando su cara? —habla mi padre.
—Es un tema complicado, ella te hablará de ello —mi madre explica con calma, puedo sentir los pasos de mi padre mientras camina de un lado a otro.
—Papá —digo abriendo la puerta—, no quiero que discutan por mi culpa, esto es mi responsabilidad, mi madre no tiene la culpa, yo ya tengo 20 años y tome mis propias elecciones para bien o para mal, ahora voy a asumirlo.
—¿Quién pienso? —miro a mi madre quien tiene cara de acontecimiento, mientras mi padre no es capaz de mirarme.
—Mi familia —se aclara la voz —, es dueña de una enorme compañía… llamada T-World, tenemos algunas oficinas aquí en Estados Unidos, pero la sede principal es en España, donde resido actualmente, no vivo en Chicago, hija.
Balbuceo mirando entre ambos sin poder creer lo que estoy escuchando.
—Me han mentido durante toda mi vida —digo poniéndome de pie.
—Es mi culpa, hija —mi madre se acerca a donde estoy y toca mi brazo —. Decidí que lo mejor era ocultar la verdad ante Darius el padre de Patrick, él hubiese hecho lo mismo que Killian si conocía tu existencia, quería una vida normal para ti.
—Lo acepté, en ese momento; sin embargo, Cuando decidí que era momento de llevarte a mi mundo, tu madre se negó rotundamente a que cambiara tu vida.
—Perdóname, hija —mi madre se acerca y toma mi rostro mientras estoy consternada con toda esta verdad—, pero no quería que pertenezcas a un mundo en el que las personas creen, pueden manejar tu vida a su antojo.
—Paula…—mi padre la mira.
—Sabes que es así, Patrick —responde mi madre con molestia y los dos se miran en silencio.
Pienso en todos estos años, las compras ilimitadas de ropa, que nunca, nunca me falto nada, siempre que quería algo aparecía en mis manos, los colegios privados, la universidad fue pagada por la compañía que pertenece a mi padre, donde mi madre trabaja.
Me siento un poco mareada, así que caigo pesadamente en el mueble, mientras mis padres se miran y me miran con preocupación.
—La inesperada noticia de tu embarazo solo anticipó un poco la revelación de esta verdad, hija, justo vine a hablar contigo, con ustedes —papá nos mira a ambas—, considero que es el momento de que tomes todo lo que te pertenece Ali…
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