Amante peligroso romance Capítulo 245

La Junta General de Accionistas del Grupo García era muy importante, no solo para los accionistas y los ejecutivos del Grupo García, sino también era relevante para la gente de otros sectores.

Si el Grupo García fuera un gigante, entonces Joaquín sería el emperador que estaba encima de este gigante y miraba desde arriba a todos los seres vivos.

¿Había algo en este mundo que fuera más lamentable que ver a un emperador en lo alto e inalcanzable que se cayó del cielo y fue aplastado en el suelo?

En el edificio del Grupo García.

En la sala de reuniones.

Era una reunión de mesa redonda, muchos accionistas llegaron temprano y se sentaron a la mesa de reunión.

Había bullicio y los accionistas en la sala de reuniones encabezados por Javier Columba, se pusieron de pie. -Señor Alejandro, ya está usted aquí.- Javier Columba, que era experto en el trato personal, saludó al señor Alejandro sonriendo, y miró por unos segundos al joven a su lado, -Señor Alejandro, este es su nieto, ¿verdad? En su cumpleaños, solo lo vi desde muy lejos, y sentí que su nieto era una persona extraordinaria. Hoy por su honor, puedo ver a su nieto a una distancia tan cercana, para mí ha sido un gran honor.-

Javier era inteligente y diplomático, un hecho que muchas personas en el mundo empresarial lo sabían.

Mario miró la mano extendida de Javier, se sonrió levemente, le estrechó la mano a Javier, pero rápidamente la soltó.

Javier se quedó atónito por un momento, un brillo apareció en sus ojos y parpadeó, la sonrisa amable volvió a aparecer en su rostro y seguía halagando con Mario Soler.

Mario frunció las cejas, intentó ocultar el rastro de asco en sus miradas.

También había oído de hablar de Javier.

Hablando bien de él que era una persona diplomática, pero si lo conocía, él era un hipócrita que jugaba el doble juego.

Tres años antes, el señor Alejandro fue expulsado de la junta directiva por Joaquín, y Javier Columba le había aportado mucha ayuda a Joaquín.

Tres años después, este Javier cambió de bando por su propio beneficio y estar en el bando del señor Alejandro... Javier se incorporó al equipo, porque se había reunido con Alejandro en privado y este le prometió darle una buena condición que Javier no podía rechazar, ya que, una vez cumplida la condición, la carrera de Javier alcanzaría otra altura.

Una persona así era como Judas. ¿Cómo podía Mario tener realmente una buena relación con esta persona?

Solo parecía que entre ellos existía una buena relación en la apariencia.

Después de algunos saludos, el señor Alejandro frunció sus viejas cejas, -¿Qué hora es?- levantó el puño y tosió dos veces, y le preguntó a su mayordomo a su espalda.

-Son las nueve y cincuenta y nueve, señor.-

A las diez era la hora de inicio de la Junta General de Accionistas.

Alejandro resopló con frialdad y dijo, -Si él no llega a la hora señalada, se contará como abstención.-

Javier Columba se sonrió y asintió con la cabeza, -Lo que ha dicho el señor Alejandro es correcto, ¿cómo puede llegar tarde a la Junta General de Accionistas? Es una locura. Además, el señor Alejandro ya está aquí.-

Un súbito resoplido sonó en su oído, -Javier, anúncialo, que Joaquín llega tarde y se cuenta como abstención.-

El señor Alejandro se lo dijo, sin importar que Joaquín era su nieto, ni mostró misericordia.

Javier aún no anunció este mensaje.

La puerta de la sala se abrió de repente.

La voz fría que no era alta ni baja, pero los presentes al oírla, se pusieron nerviosos, -Creo que no llego tarde, ¿verdad?- Aunque era una pregunta, pero no estaba pidiendo la confirmación. El hombre con un traje hecho a mano, caminó hacia la cabeza de la mesa de la reunión como si nadie estuviera allí.

En el asiento del Presidente, el señor Alejandro estaba sentado.

Andrés detrás de Joaquín sin que le dijese nada, ya había traído una silla, la puso al lado del señor Alejandro que estaba sentado en el asiento del Presidente, y abrió la silla para que se sentara su jefe.

Todos en la sala de reunión vieron que el hombre alto e imponente se sentó al lado de Alejandro.

De repente, parecía que él estaba sentado en el asiento del Presidente y su abuelo, que estaba sentado en el centro, era su acompañante.

Mario le miró de una manera sombría, con una sonrisa extraña en la comisura de la boca, “Denis, mira, a la persona que amas y que odias y quien te provocan las emociones, ya le llega su hora de muerte pero no lo sabe.”

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