En el Mar Fresco, de la Provincia Y.
En la Casa de Memoria
El día en el que Denis fue dada de alta del hospital, Telmo siguió descaradamente a Denis hasta el la Casa de Memoria. Incluso sedujo a Emilia para que le registrase la entrada.
Denis casi la mandaba a tomar por culo, si no lo veía, no se enfadaría por ella.
Pero no se dio cuenta hasta después del registro de Telmo.
En los últimos días, Denis ignoraba por completo a Emilia, ni siquiera la hablaba.
Emilia tampoco estaba muy contenta cada vez que veía la cara de Telmo.
-Posadera, esa vieja está aquí de nuevo.-
Emilia estaba en el bar cuando vio a la figura molesta.
Denis la miró por el rabillo del ojo, cerró los ojos y la ignoró.
Emilia odiaba a la señora Yanet, obviamente esta no era tan mayor. A la señora Yanet tampoco le gustaba mucho Emilia por la forma en la que la llamaba. Sin embargo, solo podía echarla miradas amenazantes.
La señora Yanet no se olvidó del objetivo de su visita.
Cuando Denis ingresó en el hospital, la señora Yanet también fue allí, pero a pesar de sus esfuerzos, no pudo acercarse a la habitación bajo la guardia de Telmo.
Cuando Denis salió del hospital, llegó a venir varios días seguidos a la Casa de Memoria.
La señora Yanet vio la cara de indiferente de su hija, se le rompió el corazón.
Sabía que se lo debía a su hija. La había tratado mal.
Sabía que se lo merecía.
Sin embargo, Valentín todavía la estaba esperando en la camilla del hospital, ¡Esperando a que le salvasen la vida!
¡Y ese cabrón de Samuel!
Ese viejo maldito no se preocupaba en absoluto por su hijo, ¡Solo se importaba ese bastardo que le dio esa zorra!
La señora Yanet había sido muy mimada y consentida durante esos años, a pesar de lo muy insatisfecha que pudiera estar, sabía en el fondo que sin su hijo, ¡no la quedaría nada!
Samuel, ese bastardo ingrato, ¿Cómo le iba a importar una mujer vieja y sin hijos como ella?
-Denis.- caminó hacia la mujer que estaba descansando, sus labios estaban temblando, sabía que no debería decir tal palabras, pero, ¿qué otras opciones tenía?
Ella también estaba muy desesperada, si hubiera alguna otra forma, no acorralaría de esta forma a su hija.
-Sé a qué vino, señora Yanet. No digas más.- Denis no abrió en ningún momento los ojos para mirar a la mujer que mostraba suplicación en su rostro.
-No...- replicó de forma refleja la señora Yanet, dijo al final torpemente, -No he venido hoy por el asunto de la médula.-
Denis seguía sin reaccionar.
La señora Yanet suspiró y dijo lo que el hombre del teléfono de esta mañana le ordenó decir, -Yo, yo solo quería...- Hizo una pausa, su instinto la advertía de que no siguiese, pero se acordó de la orden, por lo que apretó los dientes con fuerza y dijo,
-Denis, ¿Puedes suplicarle al presidente Joaquín?-
Denis abrió por fin los ojos y la miró con una sonrisa forzosa, -¿Qué presidente Joaquín?-
Al ver que abrió los ojos, se le iluminó los ojos de la señora Yanet donde ya se apreciaban patas de gallo alrededor, agarró con entusiasmo las manos de Denis que estaban metidas en las mangas y dijo apresuradamente, -Joaquín García del Grupo García, el hombre que amas, ese presidente Joaquín.-
La señora Yanet que estaba ansiosa por expresar sus intenciones, no vio la expresión de asco de Denis.
Solo estaba pensando en cómo conseguir lo que quería.
¡Su rostro se quedó pálido!
Dijo fríamente, -Se lo has pedido a la persona equivocada, señora Yanet.-
¡El latido de la señora Yanet se paró en un instante!
“¿Quiere decir con eso para negarse?”
¡No, de ninguna manera!
-¡Denis! Por tu padre, por...- ¿Por qué tendría que aceptar? La señora Yanet pensó una y otra vez, y se dio cuenta de que ninguno de su familia era digno de Denis... Si le hubieran tratado mejor… ahora ya no había nada que le pudiera afectar.
-Por... por tu difunto abuelo.- la señora Yanet se sentía incómoda. Eran su familia, sus padres, su hermano. Pero no tenían ni grado de comparación los vivos respecto al muerto en cuanto a importancia para Denis.
A pesar de que ella misma sentía una gran ironía, no pudo encontrar a nadie más que pudiera ocupar alguna posición en el corazón de Denis.
-El Grupo Alonso, era lo que más le importaba a tu abuelo cuando estaba vivo. Fue tu abuelo quien lo desarrolló hasta su estado actual.
Denis, ¿acaso quieres ver todo el esfuerzo de la vida de tu abuelo arruinado?
Si tu abuelo supiera que todo el trabajo de toda su vida se arruinaría, no podría descansar en paz en el más allá.-
Denis, aunque tenía los ojos cerrados y parecía indiferente, sus labios cerrados y su cuerpo levemente temblante revelaban su ira.
Telmo no podía aguantarlo y antes de que pudiera replicarle a la señora Yanet.
¡En el segundo siguiente!
Denis abrió repentinamente los ojos, y se quitó de encima las manos de la señora Yanet, sus ojos ardieron en llamas, y miró fijamente a la señora Yanet. Palabra a palabra y entre dientes dijo,
-¡Eres una sinvergüenzas!-
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