La habitación estaba muy silenciosa mientras los dos estaban sentados en el sofá. Por su lado, Denis se puso en contacto con la limpiadora.
En ese momento, la limpiadora aún no había llegado. Así que ella y el hombre se sentaron en el sofá para esperar. El hombre no dijo nada sentado allí, pero ya la había estado mirando fijamente con sus ojos durante más de media hora.
Pero no funcionaba.
Que no era que no.
No podía ser misericordiosa.
No pasaría nada mientras no mirara sus ojos suplicantes. Se decía que la gente capaz podía conseguir éxito en cualquier sitio, y Joaquín era un ejemplo de eso.
Independientemente de en qué se había convertido ahora, su frialdad y crueldad en esas décadas ya se había quedado grabada en su mente.
Frente a la misma cara, Denis pensó que no era capaz de hacer como si se le hubiera perdido la memoria y olvidar el pasado.
Ella había tomado la decisión de que se lo llevaran de allí. Solo tenía que esperar a que Lázaro trajera a la gente y se lo llevaran, entonces se quedaría tranquila y no tan molesta.
Tampoco tendría ese sentimiento indescriptible en su interior.
A medida que pasaba el tiempo poco a poco, levantó la muñeca por tercera vez para mirar el reloj. No obstante, la mirada apasionada a su lado le hizo sentirse muy incómoda.
Solo pudo girar la cabeza y dejar que la persona a su lado le siguiera dirigiendo la mirada fijamente sin rendirse.
Lázaro no llegó, en su lugar un tono de llamada interrumpió el extraño ambiente de la habitación.
Denis rápidamente tomó el teléfono de la mesa central y rápidamente presionó el botón de coger la llamada.
-¿Has llegado?-
Había pasos apresurados al otro lado de la línea, parecía haber escuchado el ruido del aeropuerto, se preguntaba si lo había oído mal.
Desde el otro lado llegó la voz profesional de Lázaro acompañado de pasos rápidos.
-No puedo pasarme.-
Denis se quedó asustada, su tez cambió repentinamente, -¿Qué quieres decir con que no te puedes pasar?-
-Te dejo a cargo de Joaquín por el momento.-
Soltó apresuradamente esa frase y estaba a punto de colgar, pero Denis estaba ansiosa, -Espera un minuto.- De repente lo detuvo, -¿Por qué tengo que encargarme de él por el momento? ¿No está Andrés?-
-Andrés no tiene tiempo.-
-¿Y Casto?-
-Tampoco.-
-Entonces Roberto.-
-Roberto, Sergio y todos los otros súbditos de Joaquín están ocupados.-
En ese momento, Denis sonrió enojada, -¡¿Qué es eso de que todos sus súbditos están ocupados?!-
¿Pensaban librarse de la responsabilidad y dejarle esa persona a su cargo?
Al otro lado del teléfono, Lázaro solo se quedó en silencio por tres segundos, luego de repente le preguntó a Denis con una risa fría.
-¿No creerás que fue solo un accidente que le dispararan a Joaquín en Italia?-
-¿Qué quieres decir?-
-Andrés se llevó a los demás a Italia, no solo ellos, Telmo se quedará solo en el Grupo García porque yo también me iré con Andrés y los demás, ahora mismo estoy de camino a Roma. Piénsalo, a Joaquín no le falta gente que le proteja a su lado, pero ¿por qué aun así le dispararon?
También has crecido con Joaquín, ¿alguna vez has visto a Joaquín sufrir de heridas tan graves a lo largo de los años?-
Denis se quedó en silencio. Aunque no quería admitirlo, estaba de acuerdo con las palabras de Lázaro. Vislumbró al hombre a su lado por el rabillo del ojo, todavía la miraba fijamente sin rendirse, sus ojos parecían estar diciendo que no se iba a marchar.
-Tenemos algunas pistas con el caso de Italia, por eso Andrés y yo debemos apresurarnos a ir allí ahora. Si Joaquín estuviera consciente, Andrés y yo no nos preocuparíamos tanto.-
Denis abrió la puerta, pero se dio la vuelta. Su mirada ligera atravesó el pasillo que llegaba a la entrada para posarse en el rostro cauteloso del hombre y dijo sin expresión alguna.
-Los cuencos y palillos están rotos, ¿no necesito ir a comprar nuevos? Solo tienes ese conjunto de ropa, ¿no necesito ir a comprarte algunas prendas de estar en casa? Normalmente, nadie viene a casa, pero ¿quieres estar descalzo todo el tiempo? Se te ha crecido la barba, ¿no necesitas afeitarse?-
-¿Piensas quitarme el cepillo de dientes o qué? ¿En casa tenemos todo eso?-
Después de que terminó de hablar, se volvió para salir y de paso cerró la puerta detrás de ella.
En la casa, el hombre miró la puerta cerrada con su mirada atolondrada, había sorpresa en sus ojos.
Se apresuró a abrir la puerta de la casa y fue a alcanzarla.
En la entrada del ascensor, cuando Denis estaba a punto de bajarse, escuchó los pasos desordenados detrás a su espalda, -¿Por qué sales?-
-¡Quiero ir contigo!- gritó el hombre en voz alta, y sus ojos claros brillaban.
Cuando se encontró con esos ojos claros y simples, Denis sintió que algo estaba conmoviéndola. Luego apretó los dientes y lo miró con indiferencia, -No puedes.-
-¡Quiero ir!-
Ella se molestó un poco. Porque era como un niño que hablaba irracionalmente y no la dejaba en paz.
-¡Que no!- dijo resueltamente.
-Hermanita. Quiero ir.- el hombre parpadeó, y su voz se debilitó, como si suplicara, -Soy muy fuerte y puedo ayudarte a llevar las bolsas.-
Ella seguía siendo indiferente, -No.-
-Quiero ir. Siempre he estado solo, solo el pececito del estanque jugaba conmigo. Andrés me ignoraba. Tengo muchas ganas de ir al supermercado contigo.-
Obviamente eran palabras de un niño, pero sentía una pena en su interior e inconscientemente cambió de opinión, -¿De verdad tienes tantas ganas de ir?-
-Sí, realmente tengo muchas ganas de ir.- Ella bajó la cabeza para mirar la mano que sostenía fuertemente una esquina de su ropa, entonces apretó los dientes y levantó los ojos para echarle un vistazo. “¡Bien! ¡Joaquín! ¡tú me ganas!”
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amante peligroso