Todas las cosas buenas que había hecho eran falsas, que eran técnicas que utilizaba para lograr sus objetivos.
Él nunca cambió, todo era un juego para él, pero la persona quien podía parar el juego solo podía ser él.
Él estaba montando una escena, ¡burlándose de ella en su actuación!
Ella había terminado todas las cosas que tenía que hacer, ya lo podía dejar todo. Era tiempo de echarse una siesta.
En la oscuridad apareció desesperación y agotamiento en los ojos de la mujer.
Ella ya estaba cansada y agotada.
Vivian fue a su casa como habían quedado, Denis le dio un vaso de agua,
-La situación del Grupo Alonso está mejorando últimamente y tú has estado trabajando conmigo durante todo este tiempo -Denis sacó el contrato que tenía preparado antes en el que le regalaría las acciones y se lo dio a Vivian,
-Firma esto.
Vivian echó un vistazo dudoso al contrato, puso el cuerpo rígido de repente, leyó el contrato con rapidez, después de un rato, puso una cara seria, -¿Me vas a dar el cinco por ciento de las acciones del Grupo Alonso?
-Venga fírmalo, te mereces tenerlas -dijo Denis-. Sabes cómo soy, es muy difícil de cambiar mi opinión cuando tengo una decisión ya hecha. Si tú no las quieres, venderé esta parte de las acciones y donaré el dinero a los países en desarrollo en tu nombre.
-Pero tú qué estás haciendo…
Denis interrumpió a Vivian con una sonrisa, -Cómo puede ser posible que trabajes tan duramente conmigo y no te dé nada. Esa parte de las acciones no te la doy gratis, quiero que sigas trabajando por mí. Lo tomas como si te estuviera sobornando.
Ella entendía a Vivian, y esta última se quedó más relajada y eliminó las dudas que tenía, cogió un boli y lo firmó con una sonrisa, -Ya lo he firmado, no te puedes arrepentir.
Denis negó con la cabeza y con una sonrisa, -No me arrepiento.
-Ah sí, mañana por la mañana no voy a trabajar.
-¿Tienes cosas que hacer?
-Estoy un poco cansada, necesito descansar -dijo Denis con cansancio-. Vivian, te he dado la mitad del Grupo Alonso, no me puedes fallar.
Ella le dijo medio bromeando y se levantó, -Ya no te molesto más. Me voy a dormir un ratito, no sé qué me pasa últimamente, siempre estoy cansada.
Vivian la escuchó con preocupación, -Ya tú, siempre estás así, me voy, no te preocupes por el trabajo, yo me encargo de todo, y encima me has dado las acciones del Grupo Alonso. ¿Enserio que no te arrepientes?
Ella seguía sospechando, en realidad a Denis no le hacía falta darle las acciones del Grupo Alonso a Vivian, de todas maneras, Vivian le escucharía a Denis sin necesidad de sobornarla.
Denis le paró cuando Vivian estaba en la puerta, -Espera.
-¿Qué pasa?
-Ya no somos niñas de veinte años, el tiempo pasa y nunca vuelve atrás, nos han salido arrugas en la cara.
-Ya ves, recuerdo que cuando éramos jóvenes, nos reíamos sin tener miedo de nada, ahora ni nos atrevemos a reírnos de esa manera…-las dos se rieron, el ambiente era muy relajado-. Vale me voy, que descanses bien.
-Te acompaño hasta el ascensor.
-No hace falta, tampoco es que ya no podamos volver a vernos nunca.
Las dos salieron de la casa riéndose, llegó el ascensor, pero cuando cerró la puerta Vivian se sintió rara viendo a Denis mirándola con una sonrisa.
Ella movió la cabeza, no entendía por qué había tenido este sentimiento extraño.
Salió del edificio, durante el camino de vuelta a casa, Vivian se sentía muy insegura pero no sabía la razón.
Al día siguiente, una mujer vino al hospital en secreto.
-Señora Denis, ¿seguimos como ayer?
Fue la enfermera quien le inyectó ayer los factores de crecimiento.
-¿Qué tal está su situación de hoy?
La mujer preguntó.
-Espere un momento, el hospital le diagnostica todos los días -dijo la enfermera y miró el reloj-. Espere un rato más, el informe saldrá enseguida.
Mientras estaban hablando vino un doctor con mucha prisa con un montón de informes médicos en los brazos, -Llega usted justo a tiempo, señora Denis, este es el último informe que han sacado del señor Valentín, mírelo, este dato de aquí es erróneo.
El doctor se acercó apresuradamente hasta Denis, abrió el informe y le señaló los resultados finales del diagnóstico,
-En realidad la situación del señor Valentín está yendo cada vez peor. Pero el resultado de hoy… Si la situación siga así, el señor Valentín no solo necesitará un trasplante de médula ósea.
Qué rídicula que era Dios también.
Pero Denis parecía como si no tuviera miedo a la muerte, como si no le importara nada, como si lo tirara todo por la borda, como si se abandonara a sí misma.
Junto con la esperanza que nunca había dicho, lo que ella de verdad quería, lo abandonaría todo.
La fría aguja atravesó por su piel, parecía como si fuera un cuerpo muerto dejando a las enfermeras que la inyectaran.
De repente se escuchó un sonido muy fuerte, resultó que la puerta había chocado contra la pared, la puerta había sido empujada fuertemente por alguien.
La mano de la enfermera tembló del susto y estaba a punto de regañarle, se dio la vuelta y vio que era alguien grande y alto. Y fue asustada por la mirada del hombre ese, -Cómo puedes entrar sin permiso…
La mirada del hombre asustó a la enfermera que casi se mordió la lengua. ¡Qué miedo daba el hombre!
Denis miró al hombre desconfiadamente, se le paró hasta el corazón durante un segundo, y tenía las manos temblando, quería controlarse pero el cuerpo no reaccionaba como ella quería.
Ese hombre se acercó terroríficamente como una tormenta, daba tanto miedo que parecía que iba a arrancarla en dos.
Ella se mordió el labio e intentaba parar el brazo que estaba temblando con mucha fuerza, y estaba esforzándose en poner recta la espalda, y con todo esto quería enfrentarle y decirle que no le tenía miedo.
Pero todas esas acciones que había hecho la mujer con tanto esfuerzo, no era nada para el hombre y que le parecía ridículo e infantil.
Las zapatillas pisaron el suelo y el sonido parecía que venía del infierno, ella se puso de pie y quería irse corriendo con todo el pánico.
Sonó fuertemente un ruido otra vez.
Él la presionó a ella de nuevo en la silla, puso tanta fuerza pero solo llegó hasta el cabecero, no quería poner ningún poquito de fuerza en el cuerpo de la mujer.
-¿Eso es lo que quieres? ¿Dejarte sola? -el hombre preguntó apretando los dientes, aunque así, el hombre se estaba aguantando mucho.
Las frías palabras entraron al oído de la mujer, y su cara se volvió pálida en un instante.
-¿Vas a escaparte otra vez?
El hombre preguntó a la mujer e intentó controlar su ira.
-¡Vas a escaparte otra vez! -él lo afirmó.
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