Amante peligroso romance Capítulo 326

-¿Tan difícil que es?- él se rio fríamente con una actitud dura, pero tenían súplicas escondidas.

La mujer no entendía, esas dos palabras, antes le podía decir desde el corazón fácilmente, con tanto seguro, y le podía decir cien veces o incluso mil veces, pero ahora ya era muy difícil de decírselo.

Le dolía cada vez más el corazón, y se desesperaba cada vez más.

Él la miró con mucho dolor del corazón y desesperación… Después de la furiosa desesperación le vino una locura desesperada.

¡Él no se lo creía!

No se creía que él ya no estaba en el corazón de la mujer.

El hombre se agachó de repente, la abrazó fuertemente y la besó.

A ella solo le pareció que estaba en una tormenta.

Sonó una bofetada.

-¡Gilipollas!-

La cabeza del hombre se quedó en los hombros de la mujer, él y ella estaban tan cerca, y casi tenían las cabezas pegadas.

Con su cara maravillosa escondida en la manta, el hombre sacó una sonrisa lentamente, -Sí, soy un gilipollas. Entonces Denis… No hagas resistencias innecesarias… No sirven para nada.-

Él se pegó a ella. Salieron lágrimas por los ojos de la mujer, quien habló en voz grave, -Te odio…-

Un beso le tapó la boca, y no la dejó terminar lo que quería decir.

Sintió un dolor sin ningún aviso.

La mujer no podía hablar, pero se le veía odio y miedo en sus ojos.

El hombre le dolió el corazón en ver su mirada, tapó esos ojos, no los quería ver, ¡no quería que ella lo mirara con esta mirada!

De todas maneras… ¡Ella era suya!

Era él, el que estaba cometiendo atrocidades y era él al que le dolía el corazón… ¿No podría tener un futuro, aunque perdió todas esas oportunidades?

“Denis, Denis, eres demasiado cruel.”

El ambiente de la habitación era erótico, los dos estaban haciendo cosas eróticas pero cada uno estaba pensando en otra cosa, dejando que sus corazones se hundieran…

Estaba haciendo lo que más había querido hacer durante tres años, pero él sentía muy mal, le dolía tanto el corazón que no podía ni respirar.

Su cuerpo estaba disfrutando, pero su corazón estaba roto.

Ella se estaba aguantando el gemido, pero aun así se le escapó algún gemido y él lo captó, cada vez que sonaba, a él le dolía más el corazón.

“Lo siento mucho Denis, no quería dañarte, no te escapes, quédate a mi lado, voy a ser muy amable contigo, te puedo dar el mundo entero, no… te escapes más.”

Él sabía que lo que estaba haciendo era muy vergonzoso, sabía que él le hizo la cosa más vergonzosa de su vida.

El cuerpo se sentía tan bien, pero le dolía mucho el corazón.

Entre el cielo y el infierno, finalmente, se volvió loco.

Todo terminó, el hombre se levantó, la mujer que estaba en la cama como si se hubiera muerto, le estaba mirando sus pechos bien entrenados insensiblemente, mirándole cómo se vestía con elegancia, como si hubiera sido un absurdo todo lo que habían hecho y él lo hubiera hecho porque se aburría.

Como si fuese un cliente que acababa de follar a una prostituta.

Ella quería levantar la mano, pero se dio cuenta de que no tenía ni fuerza.

-Eres un gilipollas.- Sus ojos entumecidos giraban lentamente como si fuese un robot, y le miró fijamente al hombre.

El hombre se estaba abrochando el cuello, se quedó parado, giró la cabeza hacia la mujer lentamente, la miró, y dijo,

-¿No lo sabías antes ya? Soy un gilipollas.-

Se abrochó el último botón lentamente y se agachó, le tocó la cara y se puso la cara cerca de ella, sacó una sonrisa, habló lentamente con su voz grave,

-Así que no huyas de nuevo, no pienses en resistirte. Soy un bastardo, no trates de provocar a un bastardo.-

En ese momento él era como Satán del infierno, peligroso y cruel, pero su corazón tenía demasiado dolor hasta sin poder respirar.

No se le ocurrió otra forma de retenerla, si ella pudiera quedarse con él, no le importaría ser una mala persona, y aunque le bajase al infierno, también lo aceptaría.

Pero si quería que le dejase donar su médula ósea con su vida, con un riesgo inconmensurable, e incluso hasta la muerte.

De repente se puso la espalda recta, se apretó fuertemente la mano… ¡Él no podía hacerlo!

-Vale, jefe.-

-Cómo está la cosa que te pidió.-

Andrés le entendió, -Roberto ya había hablado con ellos.-

No dijo nada más.

Lo que quería decir era claro: la otra persona debería estar retrasando y rechazando.

-Dile a Roberto que la “invita” a la mansión García.-

Andrés se sorprendió, -Jefe, ¿usted la quiere ver personalmente?-

El hombre que está en el asiento de detrás giró la mano cansadamente, -Adelante.-

Andrés ya no dijo nada más, puso sus auriculares, llamó a Roberto y le explicó brevemente lo que dijo el hombre.

Cuando terminó la llamada, Andrés conducía directamente hacia la mansión García.

La enorme mansión García fue donde Joaquín se mudó después de los dieciocho años.

La puerta se abrió automáticamente, el coche pasó por el portero y condujo hasta el edificio principal.

El mayordomo le estaba esperando, -Bienvenido a casa, señor.-

Le pasó una toalla caliente y limpia con un olor a limonada todavía en ella.

El hombre limpió sus manos con la toalla, y el olor del limón le hizo más relajado.

En poco tiempo, aparcó un coche negro delante de la puerta de la mansión García.

La puerta abrió, una madre joven con su hijo fueron invitados a bajar del coche.

-No voy a ir, quiero volver, ¡vosotros no tenéis derecho de hacer esto!- dijo la mujer joven con mucha ansiedad.

Ella no era tonta, eso no era una invitación, y no la estaba invitando.

-Mi jefe está esperándote, ven conmigo por favor, si usted deja que mi jefe espere por mucho tiempo, no estaría contento. Como resultado, nadie lo podría aguantar.- Roberto había aprendido un poco de Andrés, y la llevó hasta la mansión García medio obligando con una cara de póquer.

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