En la puerta del salón.
La joven madre y su hijo se pararon en la puerta cerrada. Era evidente que querían huir.
El niño cogió a su madre, -Mamá, ¿nos vamos?-
Pero eso no dependía de ellos, la puerta abrió desde dentro, el mayordomo era cortés y educado, pero indiferente, y les invitó a entrar amablemente,
-Bienvenidos, el señor les estaba esperando hace mucho tiempo. ¿Queréis algo? ¿Café, zumo?-
-No, nada.-
El mayordomo asintió con la cabeza y se quedó a un lado, los dos tenían que entrar sí o sí.
El mayordomo se agachó un poco y se fue, y les cerró la puerta amablemente.
-No…-
La mujer joven no terminó ni la frase.
-Señora Sandra, siéntate por favor.-
Sandra se sorprendió, ella estaba pensando que hoy no era un buen día.
Se dio la vuelta y vio a ese hombre fuerte sentado en el sofá.
Sandra no podía hacer nada más, llevó a su hijo hacia delante y se sentó.
Joaquín no quería perder el tiempo, fue directo al tema, y puso un archivo delante de Sandra.
Sandra lo abrió con duda, su cara se cambió de repente, enrojeció bruscamente, y golpeó fuertemente a la mesa con el documento que tenía en la mano, -Eso es imposible, Max había hecho la prueba con su hermano ya hace tiempo, ¡y eso también lo sabe Denis!-
Ella destacó a Denis deliberadamente.
Joaquín no le hizo caso, -Falsificar el resultado, ¿eso lo ha hecho Samuel verdad?-
-¡Mentira! Señor Joaquín, ¡estás calumniando!-
-Claro.- Joaquín le dio otra hoja.
Sandra la cogió con prisa, y se quedó pálida de repente, -No es posible…-
En esa hoja ponía la admisión de falsificar los resultados, y la firma era de esa persona que les ayudó en eso.
¡Él había admitido todo!
Sandra empezó a respirar muy rápido.
-Nada es imposible, no solo Samuel puede sobornar.-
Sandra se quedó asustada, y había entendido lo que se refería el hombre.
-Además, ¿Cuál sería peor, ofenderle a Samuel o a mí?-
Sandra se calló… Claro que él.
-Mi hijo aún es pequeño.-
¿No tenían la opción de no donar la médula ósea?
-Incluso si su modelo es adecuado, Max es muy pequeño aún. Señor Joaquín, ¿sabe cómo nos sentimos los padres? Aunque es una falsificación, lo hago por mi hijo.-
Ella le estaba intentando convencer.
El hombre de enfrente le dio otro contrato, -Si lo firmas, podéis ir con el dinero, si no...-
El hombre miró a la mujer, y parecía que estaba mirando a una muerta, -Si se mueren los padres de un hijo ilegítimo, ¿quién tendrá el derecho a la manutención?-
Sandra se quedó atónita de repente, miró fijamente al hombre, y estaba segura de que lo que había dicho el hombre podría ser la verdad, claro que se atrevía.
-Por qué no echas un vistazo a las condiciones que os he dado a ti y a tu hijo.-
Sandra se quedó más relajada, que antes casi se murió, abrió el contrato con su mano temblando. Cuando terminó de leerlo, casi se le salió el corazón… Esta vez, no era de susto, sino… -Señor Joaquín, ¿todo lo que has dicho es verdad? En serio nos vas a dar lo que pone en la hoja?-
Sandra miró el contrato, su corazón saltó muy rápido por las condiciones favorables… Diez millones en efectivo y una agencia de publicidad local.
El punto era que esa agencia de publicidad no era una cualquiera, sino que era muy famosa.
El viejo Samuel se convirtió cada vez más pervertido, y más tacaño con ella.
Samuel se estaba quedando sin dinero, él ya no tenía el Grupo Alonso, y no era capaz de dejar que Max heredara al Grupo Alonso.
Y además, ese hombre ya le había dejado claro, y le había mostrado su actitud de que se iba a ocupar de eso sí o sí… -¿Todo esto lo has hecho por ella verdad?-
Sandra se soltó sin pensar, le sentía un poco raro el corazón.
-No es algo que debería importarte, lo que tienes que pensar ahora es que si vas a firmar o no.-
Sandra vio al maravilloso hombre de enfrente, era tan bueno y brillante… Se puso muy desequilibrada cuando se acordó de ese viejo pervertido, por qué había conocido a ese viejo y no a Joaquín.
El hombre le respondió que sí, pero no quería dejar de pisar el acelerador.
La estaba persiguiendo, pero cuando casi podía alcanzarla, vio que el punto de la ubicación se quedó quieto.
Él empezó a confundirse.
***
En el otro camino.
Un coche pequeño fue atropellado por un SUV en el cinturón verde.
Denis estaba mirando a la persona que le abrió la puerta, y se quedó preocupada… Esta vez no debería ser un accidente.
-Aquí estamos otra vez, Patricio.-
El anciano envejeció mucho más comparando con la última vez que lo vio, ella se acordaba de que Patricio había sido toda la vida el mayordomo de la familia García, y el anciano era muy decente en su memoria. En su cara larga nunca había sonrisa, todo el año con una cara póquer, y aparecía muy agrio.
Pero en ese momento, el viejo no tenía decencia como antes, y era muy delgado.
En esa cara agria, había locura en ese momento.
-¡Te acuerdas de mí! Qué raro que te sigues acordando de mí.-
Patricio tenía una sonrisa frenética, que daba mucho miedo.
-¿No te sorprendes de verme a mí?-
-¿Me has chocado aposta?- se le cayó la sangre desde la frente, pero ella no la limpió, y miró fijamente a esa persona de delante.
En realidad, no hacía falta preguntar, el coche vino a toda velocidad, ella vio al conductor el que estaba herido del brazo, si el conductor no hubiera cambiado de dirección, estaría peor en ese momento.
-Sí, te he chocado yo, ¿qué pasa? ¿Me lo quieres devolver?-
Patricio lo dijo con alegría, pero le odiaba a Denis desde el corazón.
-Qué pena, no estás muerta.- dijo Patricio con mucha pena, pero cambió de repente,
-Bueno, si te mueres tan fácilmente, sería lamentable.-
-¿Por qué?- ella preguntó con tranquilidad.
Este hombre le hizo daño tantas veces.
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