Capítulo 20: ¿Señorita, estás embarazada?
Le perseguí, pero vi a la gerente entregándole algo que parecía una tarjeta de compras a la empleada, y amenazándole, -Este asunto fue resuelto por el presidente Hector. Si revelas una palabra, ¡ni siquiera pienses en quedarte en la Ciudad Yiela!-
Ella solo dejó esta frase, y cuando quería sacar el teléfono para guardar la evidencia, la gerente salió.
Le paré para preguntarle sobre esto.
Pero la gerente me dio una mirada desdeñosa, -No sé de qué estás hablando-
Y se fue directamente.
Siempre creía que este asunto fue una trampa de Jimena y su propósito fue rebajar mi importancia en el corazón de Hector.
¡Pero no esperaba que Hector pasara por alto de todo e incluso la ayudara!
¡No podía resignarme!
Corrí hasta abajo del edificio de Grupo Gran Navarro, ¡Quería preguntarle a Hector cómo realmente pensaba!
Grupo Gran Navarro era una empresa grande y se necesitaba una tarjeta de entrada. Pensaba que para mí sería difícil entrar, pero no esperaba que tan pronto como llegué a la puerta, venía la recepcionista y me llamó con entusiasmo, -Señora Julieta-
Me llevó arriba y entré a la oficina de Hector sin ninguna dificultad.
Cuando entré, vio a Pablo Juárez, quien me recogió el otro día, también estaba en la oficina, al verme entrar se marchó.
-¿Qué quieres?- Hector ni siquiera levantó la cabeza.
Le pregunté directamente, -¿Encontraste a alguien que hiciera lo de la cámara de vigilancia del centro comercial?-
-Sí-
Pensaba que Héctor explicaría algo, pero no lo ocultó.
-¿Por qué?-
-Sin razón-
Hector me respondió con indiferencia, -Ya que te encanta vivir lujosamente, te dejaré vivir lo suficiente, pero nunca te amaré en toda mi vida-
Sabía exactamente cómo hacerme daño.
Mis manos estaban fuertemente apretadas, mi espalda estaba muy recta, para que no pareciera demasiada avergonzada, y sonreí tranquilamente, -Bien, Hector, ya lo entiendo. A partir de hoy, también dejaré de amarte-
Terminé de hablar y me di la vuelta.
Tan pronto como entré al ascensor sentí náuseas, fui al primer piso e inmediatamente corrí al baño y vomité, pero no salió nada.
Justo había una limpiadora en el baño. al ver esta situación, me dijo simpáticamente, -Señorita, ¿estás embarazada? Se puede aliviar con un poco de ciruela ácida-
Me quedé sorprendida.
¿Embarazada?
¡Cómo podía ser!
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