Yo estaba muy asombrada.
En ese momento, el teléfono se sonó.
Baje la cabeza, mirando el nombre de Yonatán.
Ví al tiempo, era mediodía, si estaba en la empresa, me invitaba a almorzar en este momento.
Me levantó a la cabeza, pensó en el orfanato, no sabía cómo contestar al teléfono, así que silencié la llamada.
Hector no dijo nada.
Esperaba que el teléfono no volviera a sonar. Le pregunté, -¿qué quieres hacer?-
-No quiero hacer nada, pero el abuelo te echó de menos,- Hector dijo.
No creía en sus palabras en absoluto, refuté, -¡Cómo es posible! Acaso no dijiste al abuelo, accidentalmente que maté al hijo de Jimena,y quieres divorciar de mí?
Él la amaba tanto y creía que la había lastimado yo.
¿Cómo no aprovechó tan buena oportunidad?
¡No lo creía!
Pero, Hector miró y dijo, -el abuelo sabe que estudias en el extranjero, y acabas de regresar anteayer, por eso te recibirá esta noche.-
Sus palabras me hicieron asombrar unos medios minutos.
¿Qué era la significación de sus palabras?
En otras palabras, ¿Rayan Navarro no supo que yo había estado en la cárcel?
-¿Por qué?¡-lo miré y no supe qué iba a hacer!
Descubrí que no podía entenderlo más y más.
Hector levantó su mano y puso en mi mano con su palma, dijo, -como un empresario, lo más importante es cumplir las promesas, desde que te dejé ser mi esposa, no perderé la fe.-
Obviamente era pleno verano, pero cuando su mano me tocó, ¡me sentí fría y amarga!
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