La oficina estaba en silencio durante mucho tiempo.
Escuché a Yonatán, -Si realmente piensas así, respeto tu decisión, pero…- hizo una pausa y continuó, -Si algún día no quieres llevar más la máscara y me crees que yo pueda realmente sobrevivir bajo la mano de Hector y pueda proteger mi empresa y a ti, recuerdas de volver.-
Sus palabras me hicieron muy culpable.
Ya no recordé cómo salir de la oficina en ese día.
Sin embargo, una vez llegué a la villa, me cambié la ropa que llevaba y me puse mi vestido barato.
Este era verdadero yo.
Durante el mes siguiente, no sabía cómo me pasó el tiempo.
Ni siguiera encontré el objetivo de continuar mi vida.
A veces Yonatán me llamó y no le contesté, y me envió mensaje.
Pero tampoco le respondí.
Hasta un día, recibí una llamada de Angélica.
Cuando contesté su teléfono, me regañó.
Después de eso, me enteré de que algo había sucedido en la empresa AG Diseño.
Aunque había escuchado a lo dicho de Hector, que renuncié de AG Diseño, y me quedé en casa sin hacer nada.
Pero todavía no estaba satisfecho, y siguió disparando a AG Diseño.
Se difundieron maliciosamente los escándalos sobre AG Diseño por Internet, lo que hizo que AG Diseño perdiera muchos clientes.
Se encontraba en una situación precaria.
No lo creía.
Angélica me pidió ir a AG Diseño para ver la verdad.
Fui, cuando vi a todos los diseñadores sentados en la oficina, entendí que lo que dijo Angélica era cierto.
Todos me miraban con antipatía.
Alguien echó una taza de café sobre mí al pasar, y se me disculpó con retintín, -Ay, es Sra. Julieta, no le veo.-
Trabajé de día a noche sin descansar en fin de semana.
Por fin la empresa consiguió unos trabajos de diseño para vivienda, todos los compañeros se sintieron bien y fueron a ayudar.
La empresa estaba finalmente mejorando.
Pasó un mes, recibieron un diseño de estudio de ropa independiente, y el cliente era generoso que ninguno de nosotros lo descuidaríamos.
Al final, se le dio este trabajo a Angélica.
Angélicame pidió hacer como su asistente, y lo acepté contenta.
Cuando fuimos a ese estudio por primera vez, ya entendí por qué este cliente era tan generoso.
Este estudio se ubicaba un área en el centro de la ciudad, donde se podía construir para un restaurante, una tienda o una cafetería, que se pudiera generar mucho dinero, pero se utilizaría para un estudio de ropa.
Sólo pude decir que con el dinero se podría hacer lo todo.
El cliente que nos pagó y comunicó en ese momento fue un hombre llamado Bruno Tamayo.
Sin embargo, cuando llegamos al estudio, Bruno dijo que este diseño era de su jefe y sólo hizo como contacto, y que los programas específicos e ideas deberían esperar a su jefe que nos explicaría personalmente.
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