Amor desgarrado romance Capítulo 58

Busqué el conjunto de dibujos de Jimena con la tableta a mano.

Ya se habían publicado en Internet.

Tuve que decir que se trataba de un diseño muy maduro, y se hizo perfectamente.

Pero conocía más que nadie la situación de Jimena en la universidad.

La mayoría de las clases en el Departamento de Diseño se calificaban según las tareas. Sin embargo, ella apenas iba a clase, y cuando lo hacía de vez en cuando, se limitaba a dormir. Cuando necesitaba entregar las tareas, pedía a los demás que las hicieran con un pago alto.

Le habían suspendido muchas veces los exámenes de otras asignaturas, y, finalmente, los casi aprobó cuando Marina intervino para dar dinero al profesor.

En cuanto al diseño de la graduación, era aún menos de su propio trabajo.

No era que dudara de su capacidad.

Pero para una persona así, a menos que renaciera, ¡era imposible completar un conjunto de tales diseños!

Además, a simple vista, se veía que los detalles del diseño salieron de las manos de un diseñador experimentado.

En realidad, esto era asunto de Jimena, así que no quería meterme.

Aunque fuera descubierto su plagio, el Grupo Gran Navarro sería dañado, y no tenía nada que ver conmigo.

Sin embargo, cuando quería apagar la tableta, vi una marca muy poco visible en la esquina de un dibujo de Jimena.

Me recordó a alguien de inmediato.

-Profesora Felisa...-

Murmuré.

Cuando estaba en la universidad, había una profesora distinguida en la Facultad de Diseño llamada Felisa Alves, una diseñadora muy buena que tenía su propio estudio y había ganado premios a nivel internacional.

La razón por la que vino a dar clases en nuestra facultad fue porque ella y nuestro decano eran viejos amigos.

Pero en mi último año en la universidad, Felisa murió inesperadamente por sufrir de depresión.

En aquel entonces, me interesaba un poco el diseño de moda por la razón de Jimena. Una vez, sin querer, le hablé a la profesora cuando estaba haciendo mi diseño de graduación, y me invitó a ver su última obra.

Era muy similar a la obra de Jimena.

Recordé que, en aquel momento, Felisa dijo que este conjunto de diseños quedaba por terminar, por lo que no se hizo público.

Pero me permitió hacer fotos para que lo estudiara en casa.

No obstante, antes de que pudiera darle mi opinión, falleció.

Si encontrara esas fotos, pescaría a Jimena.

-Las fotos...- miré fijamente mi tableta y pensé durante mucho tiempo antes de recordar.

Estaban en el ordenador que había utilizado en la escuela.

Pero este ordenador estaba ahora en la casa de Sandoval.

Aunque no estaba segura de que si habían tirado mis cosas, tenía que volver a allí para sacar el ordenador.

Ahora yo era como una rata de la calle en la familia Sandoval.

Dudé durante mucho tiempo antes de levantarme del sofá. Me cambié de ropa, luego llevé la peluca de Jimena, y me maquillé.

Cuando llegué a la puerta de la casa Sandoval, llamé a la puerta.

En ese momento, pensé que si Jimena estaba allí, le diría que echaba de menos a mis padres y que quería ir a casa a visitarlos.

Pero tuve suerte.

No había ni una sola persona en la casa excepto la criada.

La criada me abrió la puerta y me preguntó, -Señorita, ¿Salió con la señora, no? Y por qué volvió sola?

Me puse un poco nerviosa, temiendo que me reconocieran, y levanté mi voz, -He vuelto para coger algo.

Después de decir eso, me apresuré a subir las escaleras.

Parecía que la criada no me sospechaba.

Al llegar al segundo piso, no entré en el dormitorio de Jimena, sino que fui al dormitorio en el que vivía yo.

Solo había unas cuantas tarjetas y un poco de dinero en efectivo, nada más.

-¿Ya es suficiente? Sólo quiero coger mi ordenador que lo usé en la universidad, hay unas fotos que necesito para el trabajo-.

Se lo dije.

Ahora no tenía las fotos, si quiero tenerlas, tendré que dejarles “ayudarme’’.

Pero Marina pareció encontrar a la razón, -¿Podemos confiar en ti solo según tus palabras? Estabas ahí solo, ¡quién sabe lo que hiciste! ¡Llamaré a Mauro ahora mismo!

Me tomaba de la mano y usaba el teléfono con la otra.

Jimena estaba de pie detrás con los brazos cruzados, sonrió satisfecha, -Julieta, ¿crees que si te metemos en la cárcel de nuevo esta vez, habrá alguien que te salve?

Sus palabras me hicieron sentir un escalofrío en la espalda.

Pero seguí insistiendo, -Sólo he venido a por el ordenador. Hice eso porque temía que no me lo dieran.

-¿Qué sentido tiene hablar tanto? Te colaste en nuestra casa, la vigilancia del barrio lo captó todo, ¿y dices que no has tomado nada?-

Las palabras de Jimena ya me hicieron saber a qué estaba jugando.

En ese momento, Mauro ya contestó la llamada de Marina. Según lo que dijo ella, supe que Mauro estaba con Candela.

No era de extrañar que le llamara inmediatamente a Mauro, ¿lo hizo para que Candela también lo supiera?

Después de la llamada, Marina me llevó a la casa de Candela.

En cuanto entramos, Mauro me regañó señalándome, -¡Julieta, no puedes vivir en la sociedad hasta que vienes a mi casa para robar!

-No lo hice, sólo quiero llevar la computadora que usaba en la universidad. Sé que la relación entre nosotros está estancada, definitivamente no me la darán si la pido directamente, por eso...-

Dije suavizando deliberadamente mi voz.

-¡Bah!- Mauro no quería escucharme-, ¡Acaba de decirme Marina que sacaste dos mil euros nuestro dormitorio donde pusimos el dinero!

-¡Eso es, te sorprendí justamente! Aquí está el dinero-

Dijo Marina sacando directamente de su bolso dos pilas de billetes.

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