Amor desgarrado romance Capítulo 75

Hector repitió las palabras de nuevo.

Yo sentía un gozo inefable, mirándole y preguntándole una y otra vez, -¿Sí? ¿Es verdad lo que has dicho?-

Me temía mucho que volvería a estar decepcionada después de la esperanza.

Pero esta vez, Hector asintió firmemente.

En ese momento no rechacé, dejando que su gran palma me envolviera las manos, lo que hacía que me calentasen lentamente las manos frías.

Al día siguiente, fui a trabajar.

Hector propuso llevarme, esta vez lo acepté.

Me dejó bajar del coche, y luego se fue. Sin embargo, a un colega que tenía buena vista le encontró el coche, por eso se acercó a curiosearlo, -Julieta, ¿en serio tu novio es tan rico? ¿Usa un auto tan bueno? -

Miré el coche de Hector y no sabía cómo explicarlo por un momento.

¿A decir que él era mi marido? Definitivamente, Los colegas no podían aceptar la realidad de que vine a trabajar a pesar de tener un marido tan adinerado.

Además, las cosas que Yonatán había hecho antes me hacían mucho más difícil de contarlo.

-Ese es el auto de su jefe- mascullé.

Efectivamente, al escucharlo, mi colega parecía sentirse mentalmente un poco equilibrado. -Vale, si tu novio tiene un coche tan bueno, ¿cómo querría que vinieras aquí a trabajar?- dijo.

Por la mañana, la cafetería recibió un gran pedido de veinte tazas de café para llevar.

Tomé el pedido y revisé la dirección, la cual era un lugar cercano de conferencia.

Sin embargo, yo no sabía haberme equivocada hasta que llegara a la entrada viendo erigido un gran letrero.

La gran señal decía claramente que este día era el lanzamiento de un nuevo libro de la talentosa diseñadora Jimena.

Durante menos de un mes, Jimena no sólo hizo un diseño sino que publicó un libro.

No me extrañó que le importara tanto mi manuscrito.

¡Después de todo, cuando eso fuera descubierto, todos sus "esfuerzos" se arruinarían en una vez!

Pero ya que llegué a la entrada, era mejor entregar el pedido.

Cuando entré, un miembro del personal me atendió y me pidió que bajara el café y me fuera.

Jimena estaba cerca, rodeada por una multitud con la intención de entrevistarla.

Yo no quería tener nada que ver con ella, pues acerqué y dejé el café. Al estar listo para irme, oí a una persona a mi lado decir, -Oye, esta repartidora se parece mucho a la señorita Jimena.-

En una palabra, todas las miradas estaban puestas en mí.

Yo incliné la cabeza desesperadamente.

Querría huir, pero estaba bloqueada por la gente rodeada.

Inmediatamente después, oí a Jimena llamarme por la espalda, -Julieta, ¿eres tú?-

Sin elección, tuve que levantar la cabeza y darme vuelta para mirar a Jimena, y luego generosamente dije, -Pues, sí, mi hermana, ¿usted es para darme propina?-

Todo el mundo ya veía que Jimena era una gran diseñadora, pero al mismo tiempo, yo, su hermana menor, era realmente una repartidora.

Aparecían diversos comentarios alrededor.

Alguno de ellos chismeó, -Uy, las vidas son muy diferentes con la similar cara. Mira, una es diseñadora, una es repartidora. La diferencia es tan grande que no se puede comparar.-

También alguien murmuró, -Jimena, con tanto dinero, es tan inhumana que no da un trabajo para su hermana, que un asistente a su lado es mejor que enviar comida.-

La gente dijo todo lo que quiera.

Sin duda, Jimena también lo escuchó. Me miró ceñuda sin decir nada. Yo sabía que iba a actuar.

Y luego, ella efectivamente se puso una mirada comprensiva y dijo, -Vale, vale, cuánto dinero quieres, te lo daré.-

Al mismo tiempo ella dejó que su asistente lo sacara.

Alguien le preguntó a Jimena por qué yo era sólo una repartidora de comida.

Mirándome con los ojos rojos, Jimena empezó a relatarle a la gente que en ese momento yo estaba confundida para hacer algo mal así que yo había estado en la cárcel, sin embargo, me había negado a recibir todo lo que ella intentaba compensarme.

En este momento, la gente que creía que Jimena era una persona inhumana cambió sus opiniones.

Después de enterarse de que yo había estado en la cárcel, les cambiaron las expresiones, manteniendo una larga distancia de mí.

Al escuchar las palabras sin vergüenza de Jimena , le pregunté en tono de burla con una mirada de frente, -¿Estás segura de que vas a tratar de compensarme? ¿Qué hiciste por mí?-

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