Amor desgarrado romance Capítulo 87

Estaba mareada y borracha, pero igualmente pude ver a la primera vista la persona más alta y llamativa del grupo.

Héctor.

Él estaba aquí...

Pronto, escuché a Alicia que decía a mi lado,

-Joder, tanto la gente como las cosas se juntan por categorías parecidas.-

Eché un vistazo desde más cerca y, vi que el que estaba a punto de entregarle a Alicia una tarjeta, Rodrigo, estaba de pie junto a Héctor.

Y al lado había más personas, pero esta gente parecía estar rodeada a Héctor y Rodrigo.

Todos les rodeaban y les admiraban, por lo que, evidentemente, no podían vernos.

Yonatán me agarró del hombro.

-No mires, vámonos.-

Después de eso, Yonatán llamó un chófer para llevarnos a casa a Alicia y a mí.

Tan pronto como me subí, el coche arrancó y me sentí un poco mareada. Para no vomitar en el coche, cerré los ojos para dormir.

Esta vez, dormí hasta el siguiente día.

A la mañana siguiente, abrí los ojos y descubrí que no estaba en casa, sino que en un hotel...

Me froté la cabeza, todavía mareada, y pensé un rato. Recordaba que anoche tomé una copa con Alicia y Yonatán.

-Te has despertado.-

Cuando estaba recordando en lo que pasó anoche, escuché la voz de Yonatán.

Miré hacia arriba, el hombre estaba parado en la puerta del dormitorio. Aunque llevaba vestida una camisa y un pantalón, la camisa estaba desparramada afuera, los tres botones superiores estaban desatados, revelando la mayor parte de los fuertes músculos del pecho.

Yonatán también tenía pinta de somnoliento, acababa de despertar.

Cuando le vi, toqué mi ropa inconscientemente.

Lo que llevaba puesto era el jersey largo de ayer y, sentí un alivio en el corazón.

-Lo siento, ayer estuve...-

-Te quedaste dormida ayer, y no sabía dónde está tu casa. No tenía más remedio que traerte al hotel.-

Al ver que estaba tocando mi ropa, Yonatán explicó,

-No te preocupes, sólo te quité el abrigo y no toqué nada más.-

-Gracias…-

Bajé un poco la cabeza.

Como hoy era lunes, él y yo teníamos que ir a trabajar, pero afortunadamente mi trabajo no necesitaba estar sentada en el puesto.

Pero tenía cosas que hacer al mediodía.

Yonatán y yo nos arreglamos rápidamente. Salimos de la habitación y nos quedamos en la puerta del ascensor esperando el ascensor.

Lo que nunca me lo esperaba fue que las puertas del ascensor se abrieran y había dos personas adentro.

Uno era Héctor y la otra era Jimena.

Las cuatro personas se miraron y yo estaba lleno de vergüenza, ¡como si me hubieran pillado con otro!

Cuando me retrocedí inconscientemente, sentí el brazo de Yonatán sosteniéndome, rodeándome, y saludó a Héctor,

-Gerente Héctor, buenos días.-

Levanté la mirada y vi el rostro de Héctor negro y horroroso. Aunque su rostro estaba inexpresivo, sus ojos negros parecían estar gestando una terrible tormenta.

No hablaba y Jimena sonrió triunfante.

-Buenos días, Julieta, ¿cómo es que se te ve tan mal, te has cansado demasiado anoche?-

Sus palabras empeoraron el rostro de Héctor.

Salí del hotel y encima dijo que estaba demasiada cansada por la noche. Estas palabras eran imposibles que la gente no piense mal.

Pero Yonatán no parecía dar explicaciones. Con sus brazos alrededor de mí, estábamos a punto de entrar al ascensor. Héctor bajó y bloqueó la puerta del ascensor. Miró a Yonatán levemente y dijo,

-Ministro Yonatán, a estas horas, ¿estás llegando tarde?-

A esta situación, no hacía falta que diga más, ¡ya sabía lo que quería hacer Héctor!

-Anoche nosotros...-

-Sí, estaba a punto de decirle al gerente Héctor que voy a renunciarme. Hoy iré a recoger las cosas y mañana no iré.-

Yonatán me interrumpió.

Le miré con sorpresa y quise preguntar algo, pero, Yonatán me tenía rodeada, pasó por al lado de las dos personas que tenía frente a él y entró en el ascensor por la parte de atrás.

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