Esta pregunta, me hizo sentir muy nerviosa.
Miré a Yonatán por miedo por si iba a decir algo.
Yonatán me conocía muy bien, y por supuesto que sabía lo que pensaba, se quedó callado un rato y dijo,
-No estoy casado y tampoco tengo novia.-
Después de decir, ¡los diseñadores saltaron de alegría!
Todo el mundo estaba susurrando.
Algunas personas abuchearon y otros incluso dijeron,
-Subgerente Yonatán, yo tampoco tengo novio.-
-¡No me lo quites, yo tampoco tengo novio!-
-¡Y yo, y yo!-
Cuando todos estaban discutiendo, Yonatán volvió a hablar,
-Pero tengo alguien que me gusta. ¿No me habíais preguntado por qué vine a esta empresa? ¡Porque la chica que me gusta está aquí y vine para perseguirla!-
¡Todo el mundo se alborotó!
Todos los diseñadores miraban a su alrededor.
-¡¿Quién es?!-
Alguien preguntó.
-Creo que pronto lo sabréis.-
La mirada de Yonatán se puso en mi dirección.
-Antes no tenía el valor de confesar y perdí una oportunidad, pero esta vez, no quiero perderla.-
-Wow... ¿así de romántico?-
Entre la envidia y el odio de los diseñadores, Diana anunció el final de la reunión y salió del trabajo.
En cuanto terminó de hablar, todos los diseñadores se pusieron de pie, siete u ocho rodearon a Yonatán.
Tenía miedo de convertirme en un objetivo, así que me levanté rápidamente y me fui.
Al regresar a la oficina, cogí apresuradamente mis cosas y, lista para irme.
Tan pronto como llegué a la puerta, vi a Yonatán ya bloqueado en la entrada y dijo con agravio, -¿Soy un monstruo?-
-No, yo…-
Antes de terminar de hablar, ¡se reunieron algunos diseñadores!
-¡Vaya, subgerente Yonatán, será Julieta quien perseguías!-
-Dios mío, debería haber adivinado que la única persona que la empresa contrató recientemente era ella.-
-Envidia, celos, odio.-
Quizás era porque Yonatán había advertido antes, los compañeros solo expresaban envidia y odio, y no actuaron en exceso.
Esto hizo que mi corazón sintiera relajado.
Yonatán me entendió.
Me acompañó a la planta baja, se subió al coche y dijo,
-Mira lo popular que soy. Si no te apuras, tal vez alguien te lo quitará.-
-Yonatán, yo...-
-Bueno, era broma, no te sientas estresada.-
Yonatán me interrumpió, levantó la mano y me tocó el pelo.
Pero aun así le dije,
-Yonatán, eres tan bueno conmigo y has pagado tanto por mí. Me temo que no podré devolverlo en toda mi vida.-
-Te trato bien, es asunto mío, no tiene nada que ver contigo.-
Yonatán encendió el coche y me preguntó,
-¿Piensa en qué comer?-
Yonatán me llevó a cenar.
En los días siguientes, mis colegas supieron que Yonatán vino aquí para ayudarme y mucha gente vinieron a preguntarme por él.
Algunos compañeros incluso me dijeron,
-Julieta, si no vas a aceptar al subgerente Yonatán, no le atrapes. Deja las cosas claras y danos una oportunidad.-
Mientras el colega decía esto, pasó Yonatán, entró y dijo,
-Soy yo el que siempre la persigue y, estoy muy agradecido de que ella no se siente molestada.-
Cuando el colega miró a Yonatán, su arrogancia desapareció de inmediato y sin decir una palabra más, salió.
Me relajé un poco.
Yonatán preguntó si cené esta noche y qué había cenado.
Hablé con él un rato antes de ir a cocinar y comer.
De hecho, desde que volví a casa, mi cabeza estaba llena de Héctor.
Pensando en por qué su coche estaba aparcado allí, ¿a quién estaba esperando? ¿Me estaba esperando?
Para no pensar demasiado, comencé a limpiar de nuevo y después de la limpieza, me di una ducha. Miré el montón de basura en la puerta, hesité un rato y decidí tirarlo.
Cogí la basura y bajé.
Volví a subir por el ascensor y cuando la puerta se abrió, en el momento en que salí, ¡olí un fuerte olor a tabaco!
Me recordaba la última vez...
Estaba a punto de retirarme al ascensor y, Héctor que no se sabía de dónde salió, me tiró, me abrazó fuerte y me dijo,
-Julieta, te extraño.-
-¡Que estas haciendo!-
Estaba aterrorizada y quise forcejear, pero la fuerza del hombre era demasiado fuerte y me cogía muy firme.
Podía oler el fuerte olor de tabaco mezclado con el olor del alcohol.
-Julieta, te extraño.-
Repitió Héctor.
-Gerente Héctor, ¡qué sentimental eres!-
Le regañé en voz alta mientras forcejeaba.
De hecho, estas palabras no eran solo para regañarlo, sino también para despertarme.
Aunque construí una pared en mi corazón, seguía siendo frágil. Frente a estas palabras de Héctor, mi corazón dolió.
Quería confiar, pero no me atrevía.
-¿Me has hecho un hechizo de magia? No importaba donde esté o qué hacía, no podía parar de pensar en ti. Te vi siempre con Yonatán, ¡me volvía loco!-
-Gerente Héctor, ¡estás borracho!-
-No estoy borracho, estoy más despierto que nunca. Te extraño, no puedo soportar que estés al lado de otros hombres. Quiero encerrarte en un lugar donde solo yo pueda verte!-
Cuando hablaba, me abrazó con más fuerza.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor desgarrado