Rita se estremeció ligeramente al verlo, pensando que se había enfadado, y rápidamente le hizo señas: "¿No te gustó la sopa?".
Osmar se ajustó el cuello de la camisa, visiblemente impaciente: "No, tú come".
Si él no comía, Rita tampoco lo hacía. Entonces, ella se levantó y empezó a recoger los cubiertos. Osmar la observaba fríamente, sin decir palabra.
Cuando ella terminó de recoger y subió a cambiarse de ropa, él ya la estaba esperando en el carro. Mientras el carro avanzaba, los paisajes a ambos lados pasaban rápidamente, Rita giró su cabeza para mirar las vistas que se deslizaban.
Ella había llegado a la familia Hidalgo siendo muy pequeña, fue el abuelo de Osmar, Ezequiel, quien la llevó allí, el anciano la quería mucho, como a una nieta de verdad, siempre decía que no podía dejar de preocuparse por ella.
Hacía tres años, cuando el anciano estaba en su lecho de muerte, obligó a Osmar a casarse con ella para poder morir en paz. Ezequiel decía que, dada la situación de ella, no confiaba en dejarla en manos de otro, solo si se casaba con Osmar él podría descansar tranquilo.
En ese entonces, Osmar tenía novia, ella era Kiara.
Quizás por haber crecido juntos, o quizás por la promesa a Ezequiel, él se vio obligado a casarse con ella. No fue frío ni hostil, tampoco la trataba mal intencionadamente. Pero eso era todo, él no la amaba, nunca más volvería a llamarla Rita con dulzura. Después de su matrimonio se convirtieron en los extraños más conocidos el uno del otro.
La familia Hidalgo estaba muy animada ese día, porque la hermana de Osmar, Dalila acababa de tener un hijo, y ese día era la fiesta de los cien días del bebé.
Rita seguía a Osmar, pasando por entre la multitud del patio, hasta llegar al salón principal. Allí, Yesenia, la madre de Osmar, jugaba con su nieto, toda sonrisas, pero su expresión se endureció al ver a Rita.
Ésta la saludó, pero ella actuó como si no la hubiera visto, siguiendo en lo suyo.
"Dicen que el sobrino se parece al tío, y la verdad, mira, este chiquillo y Osmar de pequeño son como dos gotas de agua", Dalila Hidalgo acarició la mejilla del bebé, sonriendo. "Todos dicen que se parece a mi hermano, pero yo no lo veo así".
Todos sabían que el año anterior Rita había quedado embarazada, y Yesenia, temiendo que el niño naciera mudo, la forzó a abortar. Cuando Osmar se enteró, tampoco dijo nada, lo que hizo que ella, ya de por sí con poca presencia, perdiera aún más su lugar en la familia Hidalgo. Si el bebé hubiera nacido, en ese momento tendría casi medio año.
Aparte de Ezequiel, nadie en la familia Hidalgo la quería ni le mostró afecto. Dalila la odiaba, incluso más que Yesenia, desde que eran muy pequeñas.
Rita tenía cinco años cuando llegó a la familia Hidalgo, y Dalila se burlaba de que ella no podía hablar, la encerraba en el trastero, le quemaba el cabello con encendedores, una vez la empujó por las escaleras, pero Osmar la vio. Él regañó a Dalila, quien ya estaba molesta porque el abuelo prefería a Rita. Incluso su propio hermano mayor, que siempre la había querido, la regañaba por esa muda, ¿cómo no iba a odiarla?
En ese entonces, Rita no sabía lenguaje de señas, ni escribir, ni mucho menos comunicarse con los demás. Sabiendo eso, Dalila la molestaba más, descargando su ira en ella por cualquier pequeñez.
En ese momento que ya ambas habían crecido, Dalila ya no recurría a esos métodos infantiles. Su táctica favorita en ese momento era herirla donde más le dolía, entonces dijo: "Lo de ser mudo es hereditario, pero si te haces chequeos regularmente, el riesgo de transmitirlo no es tan alto".
Yesenia se masajeó las sienes, sintiéndose un poco cansada, y dijo: "Ya, ¿para qué hablar de esto? Lo hago por el bien de Rita. Si al final el niño tiene algún problema, ¿quién va a sufrir? ¿No es ella misma? Osmar, dime si no tiene sentido lo que digo".
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor enmudecido: La esposa muda del CEO
Deseo que se apresures von los nuevos capítulos....