Amor enmudecido: La esposa muda del CEO romance Capítulo 3

Osmar se puso de pie: "Dalila, aquí te dejo esto, nosotros ya nos vamos".

Dalila se mostró ansiosa, se levantó siguiéndolo: "¿Por qué tanta prisa, hermano? Aún falta gente por llegar, al menos podrían quedarse a comer".-

"No, tengo asuntos pendientes en la empresa", Osmar, sin mirar atrás, se fue con Rita, dejando atrás a la familia Hidalgo.

Dalila se sintió aún más molesta, ni siquiera entendía qué pretendía Osmar, quien antes protegía a la muda y eso ya era mucho decir. Después de todo, aunque tenía novia, tras ser obligado a casarse con la muda, no solo evitó hacerle la vida imposible, sino que también se mudó por ella.

Si decía que le gustaba Rita, cuando el niño fue tomado no tomó partido, y sus enredos con otra mujer tampoco eran claros. Si decía que no le gustaba Rita, aun así la protegía en todo y de todos, sin buscar el divorcio.

Osmar volvió al coche y encendió un cigarrillo, mostrando su irritación. Mientras que Rita estaba sentada tranquilamente, esperando a que él terminara de fumar. Después de fumar, se giró a mirarla.

Ella seguía con su misma actitud obediente, una sonrisa suave en sus labios, como una sirvienta esperando órdenes de su amo, él se sintió aún más frustrado. No podía explicar por qué, ella no parecía haber cambiado en nada, le preguntó: "¿Qué piensas sobre lo que dijo Dalila?".

Rita: "¿Qué?".

Osmar, agarrando el volante, la miró fijamente: "Tener un hijo".

Vio cómo la sonrisa en los labios de Rita se congelaba, tardó un momento en volver a sonreír. Ella hizo señas: "Yesenia tiene razón, mejor no tenerlo".

Él le había pedido que no lo amara, pero él no sabía que cada vez que le tendía la mano, plantaba una semilla de amor en su corazón. A veces ella pensaba, si él la hubiera maltratado como los demás, solo le dolería el cuerpo, y su corazón no sufriría.

Osmar la dejó en la cafetería donde trabajaba, apenas se detuvo frente a la puerta, vio a Kiara esperando ahí.

Kiara siempre encontraba la manera de localizarlo, ella era muy bonita, alta, con piernas largas y una cabellera rizada que caía por su espalda, capaz de atraer miradas dondequiera que fuera.

Al ver a Osmar y Rita bajar del coche, su furia alcanzó el límite, sus ojos ardían de ira. Quien no supiera, pensaría que esa mujer muda era la esposa legítima.

"¿Qué haces aquí?", Osmar, al verla, ni se sorprendió ni se sintió culpable. Claramente, no era la primera vez que se encontraban en ese tipo de situación.

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