Hace una semana, Florinda era la niña mimada de sus padres, la hermanita que su hermano mayor adoraba y cuidaba con todo su corazón. Su vida era tranquila y llena de felicidad, ajena a los sufrimientos del mundo.
Pero esa tarde ocurrió un accidente de auto que ella nunca olvidaría, no solo se llevó a sus padres, sino que también dejó a su hermano en el hospital, sin saber cuándo despertaría...
De repente, su bolso comenzó a vibrar y el melodioso tono de su celular entró en sus oídos. Sus pensamientos tristes se desvanecieron, guardó su certificado de matrimonio y las llaves y sacó el móvil.
La llamada era de un número desconocido. Florinda apretó los labios y pulsó el botón de respuesta, con su voz suave y amable dijo: "¡Hola, soy Florinda!".
"Sra. Vargas, soy Norberto, necesito que venga a la fábrica ahora mismo".
Con un tono frío y arrogante, la persona al otro lado de la línea colgó sin esperar a que ella respondiera. Florinda frunció ligeramente las cejas al escuchar los pitidos del celular.
Hugo bajó de su coche, sus ojos normalmente llenos de calidez estaban en ese momento rojos de cansancio. La miró a través del aire, la emoción en sus ojos era difícil de descifrar, ¿Era más de culpa o de reproche?
A Florinda se le apretó el corazón al recordar en la escena que había visto esa mañana. Su corazón parecía estar siendo apretado por una mano invisible, el dolor se extendió por todo su cuerpo.
Bajó las escaleras con indiferencia. Había venido en el coche de Gustavo por la mañana. Él la había dejado allí y se había ido. Ahora, tendría que coger un taxi para ir a la fábrica.
Hugo la detuvo en la calle, sus ojos rojos mostraban dolor y su voz estaba ronca.
"Florinda, necesitamos hablar".
Florinda lo miró con indiferencia. Ese hombre, que decía amarla, estuvo con otra mujer en un hotel cuando ella más lo necesitaba. Cuando le pidió una explicación esa mañana, no dijo nada, Y ahora quería hablar con ella:
"No tengo tiempo, por favor, hazte a un lado".
En el coche de negocios que iba hacia el aeropuerto, Jaime no pudo evitar interrumpir al hombre que estaba revisando algunos documentos. "Sr. Gustavo, ¿no le preocupa que Hugo acose a la Sra. Florinda?"
Al escuchar eso, Gustavo retiró la vista de los documentos y un destello de emoción indescifrable cruzó por sus ojos. Respondió con desdén: "Incluso si Hugo la molesta, no servirá de nada".
Jaime frunció el ceño, sintiéndose preocupado. "Después de todo, la Sra. Florinda y Sr. Hugo estuvieron juntos...".
Si la Sra. Florinda volviera con Hugo, ¿no estaría el Sr. Gustavo destinado a ser el hazmerreír?
Gustavo miró hacia la ventana y respondió fríamente: "Eso fue antes. En el futuro, ellos no tendrán ninguna relación".
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