Linda se levantó de inmediato y tomó el teléfono. Antes de que pudiera hablar, la persona al otro lado ya le había informado todo, ante lo cual, esbozó una sonrisa aún más amplia y dijo:
—Entendido. —Cortó la llamada y miró a sus padres sonriendo.
—¿Está hecho? —le preguntó Rosa sorprendida.
La joven asintió con la cabeza.
—Sí, ya están divorciados.
Norberto se quedó estupefacto al escucharla.
—¿Qué tan adinerados son para rechazar un contrato de miles de millones por antojo?
Linda no podía dejar de sonreír.
—No importa. Lo más importante es que pronto podré casarme con él. Gabriel me ha estado tratando bastante bien y les agrado tanto a su abuelo como a su madre.
Rosa asintió mientras sonreía.
—Por supuesto que sí. Crie a Linda para que fuera una joven encantadora. Es elegante, generosa y amable, además, también es inteligente. ¿A quién no podría agradarle?
Norberto se rio a carcajadas.
—¡Así es! Fui yo el que no trabajó lo bastante duro e hizo que esperaran tanto tiempo. De lo contrario, la persona que contrajo matrimonio con un Weller no sería Elisa.
Linda negó con la cabeza.
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