Levantó la cabeza y miró al hombre que estaba a su lado. En ese momento, el auto se había detenido.
—Los comentarios en Internet no tienen sentido. Si no te sientes bien, puedo llevarte a un lugar determinado —dijo Guillermo sonriendo.
—No estoy triste, solo controlo la situación para ver si el público me lanza comentarios despectivos. —Ella lo miró con ternura.
Él la miró fijo sin decir nada mientras ella le quitaba el teléfono de las manos.
—Gracias por traerme, Guillermo. Avísame cuando empiece el próximo juicio. Adiós.
Acto seguido, se bajó del auto; sin embargo, él se limitó a mirarla mientras ella cerraba la puerta y entraba a su departamento sin moverse. De repente, sonó su teléfono y atendió.
—Señor Domínguez, se divorciaron.
—Sí.
—Entonces, ¿podemos empezar el plan ahora?
—Esperemos un poco más —dijo luego de dejar de mirarla.
—¿Tenemos que seguir esperando? —Su asistente se quedó perplejo al escucharlo—. Señor, en Moranta, Grupo Ace iniciará la colaboración y por supuesto que no consideran a Gabriel en lo absoluto. Si no aprovechamos la oportunidad, la aprovecharán sus propios compatriotas.
—Si es tan débil, no es digno de ser mi oponente —respondió Guillermo con tranquilidad.
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