Justo en ese momento, Pablo soltó su bastón y se estiró un brazo para alcanzarla. Sin embargo, cayó de espaldas por el impacto de su choque.
Por fortuna, su otro brazo se sujetó a la pared de manera que ninguno de los dos fue al suelo.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan nerviosa?
-Mi... mi abuela...
La voz de Susana estaba llorosa mientras miraba a Pablo.
-¿Puedes dejar que el chófer me lleve al hospital?
-Mi abuela está en urgencias...
Su cara sonrojada y su voz nerviosa, hicieron que el corazón del hombre se parara mientras asentía:
-Te llevaré yo mismo.
Susana apretó los labios, justo cuando quería decir algo, él ya había presionado el timbre antes de que Manuel, el chófer, entrara:
—Sr. Marcos.
—Llévanos al hospital.
Entonces Pablo echó una mirada a Manuel, y Manuel fue enseguida a su habitación a coger el abrigo y un trozo de seda para vendar sus ojos antes de que Pablo se sentara en la silla de ruedas, lo condujo hacia su ascensor personal y bajaron.
En un santiamén, Manuel había sacado a Pablo de la casa.
Al mismo tiempo, la Sra. Lucía le puso a Susana el abrigo.
-Que tenga un buen trayecto Sra. Marcos.
Justo entonces, Susana salió de su trance y corrió con el móvil, antes incluso de que pudiera darle las gracias.
Al principio dudó cuando Pablo le dijo de llevarla al hospital, porque pensaba que sería problemático para un discapacitado salir.
Sin embargo, Manuel se las arregló para preparar a Pablo para salir en dos minutos.
Era súper rápido.
Susana se sentó cerca de Pablo con sentimientos encontrados:
-Me vas a llevar y te vuelves después, o...
Pablo pidió a Manuel que arrancase.
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