Había estado en muchos restaurantes lujosos, pero esto es definitivamente de otro nivel. Candelabros de cristal colgando del techo, piso de mármol, mesas decoradas con una elegancia inigualable; y la mirada de la gente sobre nosotros dos mientras el camarero nos lleva a nuestra mesa. Puedo escuchar como algunos susurran y les entiendo por partes.
—¿Por qué todos nos miran de esa manera? — le pregunto al insoportable de mi esposo.
Una media sonrisa llena de orgullo se refleja en su rostro —Porque el dueño del restaurante ha venido a cenar con su esposa. — explica y esto sí que no me lo esperaba.
Solo puedo mirarlo e intentar disimular mi asombro. No puedo dejarle ver que me impresiona.
—¿En cuántos negocios estas metido? —me atrevo a preguntar y el solo encoje sus hombros como restándole importancia al asunto.
—En muchos. — es lo único que responde.
Nuestra conversación se ve interrumpida cuando uno de los meseros viene a nuestra mesa con una de las más caras botellas de champagne y otro llega con algunos aperitivos.
—Ni hemos mirado la carta. — comento.
—Nos servirán un poco de todo para que pruebes las delicias que tenemos aquí. — me explica y tan solo asiento.
—Sabes, creí que me tratarías mucho peor. —señaló con el único propósito de llevar el juego a mi terreno.
—¿Creías que te encerraría en una torre y no te dejaría salir de allí? — pregunta en forma de broma y creo que es la primera vez que rio de manera sincera con él.
—Básicamente, sí. — respondo y ahora es el quien ríe.
—No soy tan cruel Sienna. — dice firme.
—Tampoco eres tan bueno. —digo de inmediato. —Me has obligado a casarme contigo. Yo entiendo tu dolor, pero lo que me has hecho es injusto. El provocar que Ramiro me enamorara para luego hacer que me engañara y así llevar prácticamente a la quiebra a mi padre... Eso es muy cruel. — reprocho.
—¿Y tu padre qué? Él ha acabado con la vida de mi hermana y la de su hijo — rebate firme y con su mirada clavada en la mía.
— ¿Y esto te regresara a tu hermana? — cuestiono con rabia.
—Aléjate de mí Lucas. — digo firme y niega.
—Soy tu esposo, no tendría por qué hacer eso. — replica mientras avanza hacia mí y antes que consiga atraparme entre su cuerpo, me levanto de la cama.
—Ni se te ocurra hacerme nada. — le advierto.
—Y a ti ni se te ocurra volver a ignorarme como lo has hecho. Sienna, tu no me conoces... yo no dejare que seas la niñita caprichosa que tu padre te dejaba ser. —me advierte y se levanta de la cama para venir hacia mí.
—Lucas, por favor no...—le pido cuando termino acorralada entre su cuerpo y la pared.
Tengo miedo... no sé hasta dónde es capaz de llegar... La distancia desaparece y su mano acaricia la parte superior de mi pierna de manera muy sensual, es como si fuese a colarse por debajo de mi camisón, pero se detiene. —no te preocupes, no me interesa estar contigo. — me dice mirándome fijamente y luego aparta su mano para irse dejando mi corazón latiendo a mil por hora en una mezcla de miedo y ¿deseo?
«No Sienna... No dejes que te gane. Tienes que ser tú quien le vuelva loco hasta que se rinda y deje su estúpida venganza para luego irte de aquí».
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