Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 38

Un asunto menos por resolver. A pesar de las quejas de mi padre y de los muy válidos argumentos de Lucas a partir de hoy he dejado de trabajar para la empresa de mi padre. Sé que me espera una charla muy intensa con él, pero no es momento de pensar en ello ahora. Esta noche es una muy importante para mí; hoy es mi tan ansiada cita con ese hombre de ojos azules que ha conseguido volverme loca desde la primera noche que lo he visto.

No quiero pensar en Raúl y su evidente cara de degenerado. No quiero pensar ni en mi padre y su interrogatorio de donde iré a trabajar. Sólo quiero pensar en Lucas, en mí, y en esta noche que nos espera. Al pensar en sus besos mis mejillas toman un color aún más rojo que el del vestido que llevo puesto. No sé qué es lo que él ha preparado para nosotros hoy, pero si me ha dicho que sería especial.

Termino de cambiar las cosas de un bolso al otro, reviso mi labial una vez más, y finalmente salgo de mi habitación. Parezco una adolescente que se está fugando de su casa para ir a verse con ese chico al que sus padres no soportan, pero no creo que mi padre deba saber que iré a un encuentro romántico con mi exesposo. Suena muy extraño, pero eso es exactamente lo que Lucas es.

Cumpliendo con la misión de no ser vista por nadie, me subo a mi Audi R8 rojo que combina perfectamente con mi vestido, y emprendo camino hacia la dirección que él me ha enviado por mensaje de texto.

[...]

Estaciono el auto en la amplia entrada de coches de la vivienda, y me quedo mirando el lugar con admiración, ¿aquí es donde vive en Miami? Me pregunto casi sin poder creérmelo.

La casa... mejor dicho, la mansión es blanca. Su arquitectura es moderna e impresionante, el trabajo de paisajismo es exquisito, pero todo eso deja de tener sentido cuando el sale de allí con un pantalón negro de traje y una camisa blanca con sus primeros botones desabrochados.

Una amplia sonrisa se dibuja en su rostro y camina hacia mi auto. Abre la puerta, me ofrece su mano, y me ayuda a bajar del auto —Bienvenida — me dice con ese acento que puede hacerme perder la razón.

— Buenas noches — digo mirándolo fijamente, pero sus ojos no se encuentran con los míos; ellos están recorriéndome completa haciéndome sentir la mujer más bella del mundo.

— Te ves increíble — me halaga.

Besa el dorso de mi mano y sonrió —tú también te ves muy guapo. — confieso y luego vuelvo mi mirada a la casa — ¿Vives aquí? — pregunto algo confundida.

— Sí, es la casa de vacaciones de mi familia, pero como sabes mi estadía aquí se ha extendido. — me explica —pero ven... pasa. — me pide y emprendemos camino hacia la casa.

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