Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 37

Los últimos dos días han sido demasiados ocupados y con muchísima adrenalina al intentar disimular lo que Lucas y yo nos traemos. Nuestros besos a escondidas en la oficina, nuestras salidas a almorzar entre comillas, y algún que otro mensaje entre los dos; ha hecho que el día viernes se vea demasiado lejano.

Hoy tengo que dejar de pensar en eso, o al menos por la siguiente hora. Necesito estar concentrada, necesito que me den ese puesto de trabajo; sobre todo porque de obtenerlo, me convertiré en su asistente ejecutiva.

Miro a mi alrededor, y no puedo creer que esté en la recepción de la empresa de uno de los empresarios más sucios de Miami. Tengo muy claro que meterme aquí es meterme en la boca del lobo, pero es necesario. Preciso limpiar el nombre de mi padre y hacer que la familia de Lucas pueda por fin encontrar justicia de alguna manera u otra.

— ¿Sienna Damianni? — pregunta una voz femenina y me cuesta mucho identificarme, hacía demasiado tiempo que nadie me llamaba por el apellido de mi madre.

Me levanto de la silla, acomodo la falda, y asiento —soy yo. — digo mirando a la mujer.

— El señor Sandoval está listo para recibirla — me indica y esto sí que no lo esperaba.

«¿La entrevista será directamente con él?»

Ella se da la vuelta y comienza a emprender camino hacia una de las oficinas, y yo solamente le sigo hasta llegar a una oficina localizada al final del pasillo. Abre la puerta, le informa a su jefe que estoy aquí, y luego me deja entrar.

El hombre, si es que se le puede llamar así... alto, cuerpo esbelto, de pelo grisáceo, y ojos verdes, se pone de pie y camina hacia mí. Su inquietante mirada se clava en mi persona y prácticamente hace un paneo general— ¿Sienna Damianni? — pregunta y asiento –un gusto, soy Raúl Sandoval; presidente de Sandoval Enterprises — me dice y tengo ganas de responderle que sé muy bien quien es, pero no es correcto.

— Un placer conocerle — eso es lo que sale de mi boca, pero por dentro le odio.

— Toma asiento por favor — me pide y sigo sus instrucciones.

Le veo sentarse al otro lado del escritorio y ojear mi currículum. Parece estar muy concentrado en su tarea y yo sólo puedo esperar a que haga sus preguntas.

— ¿Si sabes que el trabajo para el que has aplicado no es uno con horarios de oficina normal, no? — me pregunta y asiento.

— Si, claro que lo sé. —

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