Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 64

Lucas ha estado intentando descifrar qué sucede durante todo el día, pero darle la información por teléfono era muy arriesgado. Esto es una completa locura y lo peor de todo es que ni siquiera sé si es algo bueno o malo... Estoy tan confundida.

El taxi me deja a dos calles del restaurante donde he quedado de encontrarme con Lucas y apenas bajo del vehículo, ahí lo veo dentro de su auto deportivo. Mientras me acerco, él baja del auto y me espera del lado del pasajero –hola amor — digo y me abrazo a él como si mi vida dependiera de ello; no sé porque me siento así de nerviosa.

—Bella, ¿qué sucede? — me pregunta sin soltarme –me has dicho que Alejandro quería cenar con nosotros, pero no has respondido a ninguna de mis preguntas... ¿Qué ocurre? ¿Qué quiere? — insiste y ahora si debo separarme de él para darle la información.

Sus ojos azules me miran con preocupación y no me dan tregua obligándome a decirle lo que sucede –Alejandro es agente de la DEA y está detrás de su padre — digo sin rodeos y tal como era de esperarse su cara cambia por completo.

Esta igual o más sorprendido que yo, puedo intuir que ni siquiera sabe cómo reaccionar —¿qué?— pregunta con un hilo de voz.

—Sabe perfectamente quien soy y supongo que sabe que estuvimos casados y por eso nos ha pedido que lo viéramos aquí, esa es toda la información que tengo hasta el momento— le explico, pero esquiva mi mirada.

Está completamente confundido e intenta encontrar respuestas en algún sitio, pero creo que no lo consigue –es una locura. — comenta finalmente cuando vuelve a mirarme.

—Lo sé, pero debe haber alguna explicación detrás de todo esto... vayamos y salgamos de dudas — le pido y después de algunos segundos él finalmente asiente y me abre la puerta.

—Sube con cuidado — me pide haciéndome sonreír al notar como observa detenidamente que no me golpee la cabeza.

Cierra la puerta para después dar la vuelta al coche y subir del lado del pasajero —¿en qué piensas?— Me atrevo a preguntarle cuando noto que permanece en absoluto silencio mientras conduce hacia el restaurante.

—Intento deducir cómo encaja mi hermana en todo esto...— dice firme y sin apartar tu mirada de la carretera.

Puedo entender a la perfección lo confundido que está porque yo estoy igual o peor que él –quiero suponer que Alejandro nos explicará eso. — digo con la clara intención de calmarlo.

—Eso espero, estoy harto de todo este misterio. No puedo más amor; quiero que salgas de allí, que no corras más riesgos e intentar ser felices de una maldita vez. — expresa y es la primera vez que lo escucho así de frustrado con todo esto.

Verle así me pone mal y lo único que se me ocurre hacer para intentar calmarlo es acercarme y depositar un beso en su mejilla. Sonrie finalmente y me contagia –te amo, ya verás que todo saldrá bien — le digo sonriente.

—Yo también te amo.— rebate mientras que una de sus manos sujeta la mía sobre mi pierna.

[...]

Estamos esperando a Alejandro en una de las mesas más apartadas del restaurante, ya llevamos unos quince minutos esperándolo hasta que finalmente lo vemos caminar hacia nosotros y como arte de magia nos relajamos un poco.

—Buenas noches, disculpen la demora — nos dice mientras toma asiento en la silla que está frente a nosotros.

—Buenas noches, ¿me explicarás que juego es ese que le has dicho a Sienna?— pregunta Lucas sin rodeos.

La tensión es notable entre los dos, pero al mismo tiempo, Alejandro parece no inmutarse ante el cuestionamiento de Lucas. –ordenamos y les explico, no quiero que nos interrumpan — propone y rápidamente llama al camarero.

Ordenamos nuestros platillos, como si, prácticamente, el reloj estuviera en nuestra contra; el camarero se retira.

—Ahora sí, habla. — exige Lucas.

—Esa era Lucía, hasta que mi padre la conoció y se volvió loco. Un agente de la DEA, se dió cuenta de ella, y le ofreció infiltrase. Le mostraron pruebas de que mi padre, Raúl, pretendía hacer con el tuyo lo que hacía con Mauricio y no lo dudó, ya que no quería que tu padre se viera involucrado en eso.—

—No tiene sentido... ¿y tú y ella? ¿Se conocieron antes? ¿Después? Es que no comprendo. –

—Ella y yo nos conocimos sin saber quiénes éramos. No sabía que yo era un agente de la DEA, y yo no sabía que mi padre estaba vuelto loco por ella que por eso se había infiltrado. Nos dimos cuenta de todo después y ahí fue cuando quise que se saliera de allí y convencí a todos de que yo encontraría las pruebas en contra de mi padre si la dejaban irse. Lucía no quería abandonar el caso y todo se volvió muy confuso... llegué a pensar que realmente se había enamorado de mi padre, porque esa era su misión, seducirlo y sacarle información. Nos separamos, discutimos, e incluso le llegué a llamarla traidora, pero cuando supe que falleció, junto con nuestro hijo todo cobró sentido. –

—Todo esto es una locura...— comenta Lucas y me mira.

« No sé qué decirle ni qué hacer... »

—¿Y ahora?— le pregunto a Alejandro .

—Estoy investigando la muerte de Lucía y terminando de recolectar las últimas pruebas en contra de mi padre, estoy muy cerca para ponerle tras las rejas, pero necesito que no intervengan. Si él se da cuenta, todo puede irse a la basura. — nos explica.

—¿Y cómo sabemos que debemos confiar en ti?— cuestiona Lucas.

—Él es mi superior, hablen con él y tomen su decisión.— nos dice entregándonos una tarjeta de presentación.

—Hablaremos con él. — Intercedo al notar que ninguno de los dos dice nada.

«Puedo entender lo sorprendido y frustrado que se encuentra Lucas, pero también entiendo que la justicia que tanto buscamos, está cerca».

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