Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 74

Han pasado horas desde que he llegado a casa, y Lucas ni responde a mis llamadas ni ha regresado conmigo. Quiero poder contarle todo lo sucedido y que no haya malos entendidos entre los dos, pero ¿cómo hacerlo si no me puedo comunicar con él? Intento mantenerme despierta, pero mis ojos ganan la batalla obligándome a ir a la cama para descansar...

[..]

Al día siguiente:

« ¡Maldita sea!» grito en mi interior mientras las náuseas me obligan a levantarme de la cama a toda prisa e ir al baño. Apenas consigo llegar frente al escusado y volver mi estómago.

—Bella... ¿te encuentras bien?— Le escucho preguntarme, pero no puedo ni siquiera darme la vuelta para verle porque otra vez vuelvo mi estómago –nuestro hijo te está dando una batalla bastante dura eh...— comenta animado y me sujeta el cabello para ayudarme.

Apenas puedo recomponerme y al hacerlo voy directamente hacia el lavamanos para cepillarme los dientes. Él no repara en seguirme y al quedarse detrás de mí; puedo ver su reflejo en el espejo. Cabello desordenado, ojos algo hinchados, pero verte con tan sólo su bóxer color negro; hace que toda mi atención vaya directamente ante la perfección de su cuerpo. –Anoche quería hablar contigo, pero no me has respondido las llamadas y tampoco has llegado a casa temprano, ¿dónde estabas? — cuestiono intentando concentrarme a pesar de lo difícil que resulta hacerlo.

—Estuve de reunión en reunión con tu padre y luego me ha llamado Alejandro. Nos hemos juntado a hablar en un bar y entre una cosa y la otra se nos ha hecho tarde— me explica.

De inmediato me doy la vuelta para verle a la cara —¿Qué tanto has hablado con él?— Cuestiono acomodando mis caderas en el borde de la encimera del lavamanos.

—Me ha contado todo lo que sucedió ayer. — me explica y repentinamente apoya sus manos sobre la encimera a cada lado de mi cuerpo –me habló de lo sucedido con el empresario árabe... de cómo ha tenido que interceder... me ha explicado también de que su padre te ha echado de la empresa, y también lo que han tenido que decir. –

Su mirada está clavada en la mía e intento comprender qué es lo que se cruza por su mente, pero es prácticamente imposible –ha sido un día muy complicado el de ayer... no nos han dado muchas opciones— acoto.

—Si puede...— refuta arrodillándose frente a mí –mírate, eres preciosa — me halaga mirándome a los ojos –cualquiera puede caer rendido ante tu perfección — continua diciéndome y la manera que sus dedos comienzan a acariciar mis piernas, provoca que mi respiración se altere. —¿no te has dado cuenta de lo bella que eres?— pregunta y sin que me lo espere comienza a besar mis muslos.

Quisiera responderle, quisiera decirle que se equivoca, que lo que existe entre Alejandro y yo es tan sólo una relación cien por ciento profesional, pero sus labios siguen subiendo por mis piernas hasta que con sus dedos sube el corto camisón de seda color morado que traigo puesto y se va acercando a la zona más sensible de mi cuerpo. –Mmmm...— digo enredando mis dedos en su cabello, pero toda la coherencia que aún existía en mí termina de desaparecer cuando el mueve mi ropa interior a un lado y comienza a jugar con su lengua en mi intimidad.

No me da treguas, sabe perfectamente lo que hace y es solamente cuando consigue que mi cuerpo se rinda que él se detiene, pero no lo hace para que pueda argumentar a sus palabras; lo hace para ponerse de pie, besarme, y hacer que caigamos sobre la cama para comenzar a amarnos como si las agujas del reloj no existieran y sólo estuviéramos él y yo amándonos en esta cama.

« Sé que la conversación no ha terminado, pero ¿cómo hablar cuándo no recuerdo ni como me llamo?»

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