Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 89

—No nos ha ido tan mal con mis padres, ¿no? — me pregunta mientras entramos a nuestra habitación para finalmente descansar.

Ya son más de las once de la noche y sus padres se han ido apenas hace como una media hora. Voy hacia el walking closet, busco un camisón y regreso a la habitación para dejarlo sobre la cama mientras me desvisto —la verdad que su reacción ha sido muchísimo mejor de lo que esperaba — explico mientras llevo mis manos hacia mi espalda e intento comenzar a bajar la cremallera del vestido, pero honestamente me es bastante complicado.

Él se ubica detrás de mí y lleva sus manos sobre las mías –permíteme ayudarte — me dice al oído y de manera instintiva sonrió.

—Que amable, muchas gracias — comento coquetamente. –Y si, regresando a lo de tus padres, creí que nos harían mil preguntas y pondrían mil peros a nuestra boda, pero afortunadamente no ha sido así. — explico intentando no desconcentrarme por la manera que sus dedos rozan mi espalda a medida que va bajando la cremallera.

—Oye — susurra rodeando mi cintura con uno de sus brazos –he estado pensando que mis padres sabían perfectamente que tú y yo terminaríamos juntos — me dice bajito.

—¿Ah sí? — pregunto y me apoyo contra su torso para así voltear un poco mi rostro y mirarle. —¿por qué lo dices? — cuestiono perdiéndome en su mirada azul que comienza a llenarse de deseo.

—Es que es imposible no enamorarse de ti, eres bella, inteligente, divertida, en fin... todo lo que un hombre podría querer en una mujer y mis padres tenían claro que yo no te dejaría pasar tan fácilmente así en un momento haya creado odiarte — me confiesa.

Solamente puedo sonreír ante sus palabras y sentir que esa sensación tan exquisita que él me hace sentir comienza a recorrerme en mi interior. Mis manos acarician las suyas y suben por sus brazos que ya en estos momentos me tienen prisionera contra su cuerpo, me fascina el sentirle así y ni hablar cuando de a poco él se va acercando a mi cuello con sus labios y me comienza a besar. Es un experto en la materia y yo comienzo a rozar mi cuerpo con el suyo haciendo que se sonría –me gusta mucho cuando haces eso — me dice y me suelta un poco de la cintura para que así yo pueda darme la vuelta y quedar frente a frente.

—Y a mí me gustas mucho todo tú — rebato mirándole a los ojos y sin más rodeos, comenzamos a besarnos.

Es un beso que va aumentando su intensidad a medida que nuestros cuerpos nos lo exigen y en medio de esta dulce locura, sus manos se cuelan por los tirantes de mi vestido y termina de quitármelo para que así caiga al suelo.

Mis manos no se quedan atrás, comienzan a desabrochar los botones de su camisa sin que nos dejemos de besar. Nuestras respiraciones ya son inconstantes y eso nos lleva a que entre un beso y el otro comience a haber unas leves pausas, pero la intensidad de nuestros cuerpos no disminuye, sino todo lo contrario.

Nuestra ropa ya ha desaparecido casi por completo, sólo está nuestra ropa interior estorbando entre su piel y la mía, pero él tiene otros planes y hace que caigamos sobre la cama, la cual estaba detrás de mí. Mi espalda entra en contacto con el colchón y él se ubica sobre mi ayudándose con sus rodillas para no dejar caer su peso sobre mí. Me sigue besando y de a poco comienza un recorrido lleno de intenciones por la geografía de mi cuerpo. Comienza por mi cuello, sigue por mis hombros y continúa hacia mis pechos aún atrapados en mi sujetador, uno que no tarda mucho en desaparecer bajo la experiencia de sus manos para que luego sean sus labios quienes me hagan vivir la más dulce tortura que pueda existir. De por sí, el embarazo comienza a hacer que ciertas partes de mi cuerpo estén más sensibles que lo habitual, pero lo que él hace con su boca rebasa todos los límites que pueda soportar, un gemido se escapa de mis labios involuntariamente y él sonríe triunfal sobre mi cuerpo.

Está cumpliendo su cometido, pero al parecer él quiere ir por más y yo solamente enredo mis dedos en su cabello negro azabache desordenandolo a medida que él se mueve más hacia el sur. Sus dedos comienzan a bajar mi diminuta prenda interior y a medida que la va bajando, me va besando haciendo que cierre mis ojos en respuesta. Me está volviendo loca con su boca y sus dedos, juega a su antojo y aquí estoy yo gritando su nombre a medida que mi cuerpo se va deshaciendo por él.

—Ven — le pido haciendo que suba a mi boca nuevamente y le beso sintiendo el sabor de mi cuerpo en su boca –te necesito dentro de mí ya — le exijo llevando mis manos a su trasero para así y prácticamente arrancándole el bóxer color negro que trae puesto.

—Pero que exigente — dice entre besos y reímos cuando entre mis torpe movimientos finalmente consigo quitarle su ropa interior dejando al descubierto su excitación.

Le toco a mi antojo mientras le miro a los ojos y sonríe de esa increíble y sensual manera que jamás llegué a ver –las hormonas me están volviendo loca y tú no me ayudas. — digo divertida y vuelvo a besarle.

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