Bebé no planificado romance Capítulo 12

-Compórtate, ¿sí? -Elias le acarició la cabeza con suavidad. En ese instante, Helen sintió que estaba en la luna, satisfecha de haberse ganado el favor de Elias.

A diferencia de Anastasia, Helen se sintió halagada por el repentino privilegio que llegó a su vida; sin embargo, decidió dejar de insistir al instante debido a su temor por las consecuencias que podría generarle la codicia. Además, esperaba ganarse el corazón de Elias con su carácter apacible. Intentó ser lo más amable posible, ya que no tenía la buena apariencia que podía impresionar a un hombre.

Tras pensar que ganó la batalla, creyó que Anastasia sería despedida pronto y se tranquilizó. En cuanto Helen se perdió de su vista, Elias tomó el teléfono y marcó por el intercomunicados-;

-¿Diga? -sonó la voz de Anastasia.

-Ven a mi oficina, ahora mismo -indicó el hombre con una voz que parecía enfadada.

Al mismo tiempo, Anastasia respiró profundo en su oficina, creyendo que su destino estaba sellado, preparándose para lo peor. «Bueno, solo renunciaré y me iré de Burgués en el peor de los casos», pensó.

En seguida, ella tomó el ascensor hacia el octavo piso y se dirigió a la oficina del presidente, donde tocó a la puerta y entró. Mientras tanto, Elias estaba sentado en su silla, desprendiendo un aura intimidante que llenaba el ambiente.

-Oame una explicación -cuestionó el hombre, como su jefe, a Anastasia sobre el arrebato violento.

Anastasia entrecerró los ojos, creyendo que no había motivo de que se lo explicara, ya que suponía que solo le creería a su novia, Helen, sin duda alguna.

—¿Quién es Helen para ti? —le preguntó Anastasia, frunciendo las cejas.

—¿No te has ubicado, Anastasia? Eres mi empleada y, como estás equivocada, será mejor que tú seas quien responda mis preguntas —respondió Elias.

Al saber lo que le intentaba decir el hombre, Anastasia frunció los labios hacia arriba.

-Ya viste lo que pasó. Le di una cachetada en la cara, así que ¿qué otra explicación quieres que te dé?

-¿Por qué querías golpearla? ¿Fue porque ella quería quejarse de ti?

—Fue algo personal, por la misma razón que vino a verme. Sé que fue mi culpa ponerme física con ella, pero se lo buscó. -Anastasia se mantuvo firme, negándose a echarse atrás.

Elias observó a Anastasia con una mirada confundida, preguntándose si la razón de su carácter irracional se debía a la muerte de su madre o al cuestionable método de crianza de su padre.

-Si estás dispuesta a aceptar tu error, te prometo que te dejaré libre, Anastasia.

-¿Admitir mi error? O sea, ¿me estás pidiendo que le pida disculpas a hielen? —preguntó ella, soltando una risita sarcástica y apretando la mandíbula—. No hay manera de que haga eso.

—Anastasia, esta es una oficina, no un lugar para que ajustes tus cuentas personales con otros -la sermoneó Elias con furia, encontrándose en la difícil posición de intentar razonar con la hija de su salvavidas. Además, Helen era la mujer que él creía haber perdido y buscado durante los últimos cinco años.

—En ese caso, presentaré mi renuncia —le contestó Anastasia con el corazón endurecido tras tomar su decisión, pensando que debía marcharse y dejar sus problemas atrás, pensando: «Bien, renunciaré».

-Quédate donde estás, Anastasia —le gritó el hombre.

Anastasia se detuvo en seco sin mirar hacia atrás porque ya no quería verle la cara. Ahora que sabía que él era novio de Helen, no podía evitar enojarse con solo mirar a Elias. «¡Qué desperdicio, Elias! Eres un hombre tan apuesto, pero estás ciego por desgracia», pensó.

-No te voy a despedir. Puedes quedarte, pero debes prometer que no volverá a suceder. ¿Me entiendes? —Él hizo todo lo posible por mantener a Anastasia en la empresa, ya que estaba obligado por el deseo de su abuela de cuidarla.

Sobraba decir que Anastasia tampoco soportaría dejar su puesto actual debido a su pasión por el diseño. Además, amaba trabajar en Burgués tras haber trabajado allí por tres años. En seguida, ella miró hacia atrás y posó la mirada en el hombre, quien se apoyaba con los brazos en la mesa, advirtiéndole:

-hielen no es tan bondadosa como crees. Estoy segura de que no te gustaría caer en unos de sus trucos algún día, así que mantente alerta cuando estés con ella.

—Pues porque lo estoy. ¿Cuándo volverás?

—En unos cuantos días, supongo. Como sea, te tengo buenas noticias. Habrá una exposición de joyería de alto nivel y añadiré tu nombre a mi lista de invitados. Para entonces, tendrás una buena oportunidad de explorar la exposición todo lo que quieras; apuesto a que quizás habrá de tus joyas favoritas.

—¿En serio? ¡Qué maravilloso! ¿Cuándo es? -Anastasia se sintió muy emocionada.

—Será este sábado a las 7:00 de la tarde. Tal vez dure dos horas y termine a las 9:00. ¿Tienes quién te cuide a Alejandro? —preguntó el hombre con preocupación.

-Sí, tengo a quién. Puedo pedirle a mi asistente o a mi papá que lo cuiden. -Anastasia no quería perderse la grandiosa oportunidad de estar en la exposición de joyería, donde presenciaría las obras maestras de calidad de algunos diseñadores expertos.

-Claro, que te diviertas. Cuando yo vuelva, te invitaré una buena comida.

—No hay problema, ¡te estaré esperando!

Anastasia colgó el teléfono justo cuando una figura atractiva pasó por su cabeza. Resultó que quien la llamaba era su buen amigo, Miguel Mendoza. Aunque había sido criado con una familia adinerada, ambos se conocieron antes de que Anastasia regresara al país. Con la creencia de que todo el mundo se encuentra con alguien que le ayuda en algún momento de su vida, Anastasia creía que su persona era Miguel. «¿El sábado por la noche? Eso es dentro de dos noches, ¿no?», pensó Anastasia, esperando con ansias la ocasión.

Mientras tanto, Helen estaba sobándose la mejilla hinchada con hielo en la lujosa mansión. En el fondo, no quería reprimir su rencor contra Anastasia, a quien culpaba por su hinchazón, pensando: «¡Mi cara es lo que más me importa, pero a Anastasia le pareció fácil irse contra ella! ¡Maldita!».

-¡No te saldrás con la tuya, Anastasia!

Entonces, Helen tomó su ¡Pad y comenzó a buscar noticias justo cuando vio a una celebridad femenina mostrándole una tarjeta de invitación en una exposición de joyería de alta categoría. En ese momento, Helen se sintió tentada a asistir, creyendo que la ayudará a incrementar su estatus, ya que se había esforzado mucho por encajar con los de la clase alta.

Aunque sabía que ella no pertenecía en un evento como ese, se preguntó si podía usar a la familia Palomares como su boleto de entrada a la función.

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